Cronómetro de Récords entrevista a la base del Cadí La Seu
Andrea Vilaró sujeta un cartel de ánimo a su excompañera Mireia Vila. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
Toni Delgado / Sant Adrià de Besòs
“Dame cinco minutos. Hago los estiramientos y estoy contigo”, promete Andrea Vilaró (Barcelona, 1993) al periodista, que le ha dicho que la entrevista será de unos seis minutos. Ni una cosa ni otra. La jugadora del Cadí La Seu atiende a sus aficionados y aficionadas, que la abrazan como si fuese de la familia, y firma autógrafos a los seguidores y seguidoras locales en camisetas, papeles y globos lilas (en honor del conjunto anfitrión, el Bàsquet Femení Sant Adrià). También la saluda Gonzalo Pérez de Vargas,
portero del Barça y de la selección de balonmano. “¡Lo siento! ¡Lo siento!”, se disculpa Andrea Vilaró, muy satisfecha por la victoria, la sexta en los últimos ocho partidos, de su Cadía La Seu por 59-73. Cronómetro de Récords tampoco cumple su promesa y la entrevista dura el doble de tiempo... Porque la entrevistada contesta como juega: no se esconde. Reparte mucho juego. “¿Puedo salir en la foto con este cartel de apoyo a Mireia Vila?”, pregunta. Y tanto. Su excompañera en el Cadí La Seu, ahora en el Bàsquet Femení Sant Adrià, se perderá el resto del curso por una lesión.
—"Soy una jugadora muy luchadora que no da nada por perdido". Así se definió Núria Martínez en Cronómetro de Récords hace unos días. ¿Tú también te describirías así?
¡Sí! Me siento bastante identificada porque, al final, lo que importa es vaciarte en la pista. Puedes ser mejor o peor jugadora, tener más o menos acierto, pero la lucha y el compromiso son innegociables.
—En la cancha tienes la misma cara vayas perdiendo que ganando: concentrada. No sé si sonríes de vez en cuando, pero pareces en máxima tensión siempre.
Bueno... Me exijo mucho a mí y también lo hago con el equipo. Ese carácter muchas veces me perjudica. Intento estar concentrada al máximo los 40 minutos y me sale esta cara... Pero sí que me río [nos reímos].
—¿Siempre has sido así?
No. Cuando era pequeña sonreía mucho más. Mis entrenadores siempre me decían: "¡Andrea, tienes que sonreír más!". Pero es mi manera de entender el juego, que disfruto mucho y padezco igual. Soy una persona muy sufridora y supongo que eso me hace tener esa cara durante el partido.
—Antes te has enfadado tanto tras fallar un triple que parecía que habías fallado la canasta decisiva. Vuestra ventaja era ya muy importante.
Sabía que era un tiro vital para casi cerrar el partido. El equipo estaba muy bien en ataque y en defensa. Mehryn [Kraker] ha estado muy acertada [4/4 en triples], Yure [Díaz] también...
—Te había visto en algún partido del Segle XXI y creo que con el tiempo tiras menos, pero apareces en los momentos más comprometidos. A veces con varios puntos seguidos.
Cuando llegué a la Liga a acepté el rol que me tocaba por ser joven: jugar pocos minutos, defender y tirar si tenía alguna ocasión de hacerlo. Este año hubo un momento en el que no metía una [1/5 en tiros de campo ante el Bàsquet Femení Sant Adrià], y me daba igual tirar o no hacerlo. Sólo quería que el equipo ganase jugando bien y dirigirlo en la pista. Me he marcado como reto meter más puntos. ¿Que meto seis seguidos? ¡Perfecto! Pero intento no arrugarme en las situaciones complicadas, y dar la cara, para lo bueno o lo malo. A veces la he liado parda y no pasa nada. Lo importante es estar en cualquier momento y demostrarme a mí misma y a las compañeras que en una situación apretada no me altera la responsabilidad.
—¿Antes te pesaba más la responsabilidad?
No, es que no la tenía. Era una jugadora de rotación sin responsabilidades.
—Todas tenéis responsabilidades. ¿Antes no tenías la máxima como ahora?
No la máxima, pero ahora sí me siento una jugadora tan importante en el equipo como para jugarme el último tiro.
—¿Bernat Canut te ha dado la pausa, tranquilidad y confianza para asumir de creerte que podías asumir más rol en la pista te la ha dado Bernat Carnut?
Sí. Él confía mucho en todas. Soy afortunada de poder estar casi siempre en la pista en los partidos ajustados. Bernat me da un poco de vía libre para jugarme la última pelota.
—¿Cómo gestionásteis la repentina salida de Macarena Roset y Andrea Boquete?
Fue un golpe muy duro y bajo para el equipo. Resultaron semanas muy complicadas, sobre todo para Geo [Bahí] y para mí, que somos las capitanas. ¿Cómo gestionábamos la marcha de dos jugadoras que tenían muchos minutos? No sabíamos muy bien cómo lo digeriría el equipo. No hablamos demasiado, sólo hicimos una reunión, en la que dejamos las cosas claras: teníamos que estar unidas. Tenemos la suerte de que el equipo haya hecho un cambio brutal mental.
—El siguiente partido ganasteis al Uni Ferrol en casa y tras una prórroga.
Ganamos y sacamos, creo, todo el carácter que exigía la situación.
—Supongo que era un carácter que ya habías sacado en tus ochos meses de baja por una grave lesión en tu etapa en el Al-Qázares. ¿Qué aprendiste de ese revés?
Siempre digo que la lesión fue lo mejor que me ha pasado. Estaba en un momento personal un poco delicado y lesionarme me sirvió para conocerme mejor a mí misma y a mi cuerpo. Y, claro, tuve la gran suerte de que el Cadí La Seu me fichase en ese condiciones y para seguir en la Liga.
—¿Al-Qázeres no te ofreció la renovación?
Sí, antes y después de romperme. Bajamos a Liga Femenina 2 y teniendo una oferta del Cadí La Seu... También me apetecía estar un poco más cerca de casa.
—¿Le has dicho algo a Mireia Vila [su excompañera en el Cadí La Seu y ahora en el Bàsquet Femení Sant Adrià se perderá lo que resta de temporada por una grave lesión]?
Y tanto. Le había escrito un mensaje para darle muchos ánimos. Ella también se rompió de pequeña. Si necesita algo, estamos todas aquí, las que compartimos equipo con ella.
—¿Tu peor momento extradeportivo fue en Burgos?
Sí. Era una putada no cobrar, pero el equipo estaba tan unido que sólo se preocupaba en rendir en la pista. Ganábamos y pensábamos que ya veríamos el dinero en algún momento de la temporada, como así fue. Por suerte.
—¿Ese año valoraste más al equipo como grupo humano?
Sin duda. Todas lo estábamos pasando mal, y vivíamos lejos de casa. La unión sirvió para que el equipo tirase adelante y estuvimos a un partido de disputar el playoff. Resultó una gran temporada a nivel deportivo y un poco peor en el ámbito extradeportivo.
—¿Crees que el fallecimiento de tu madre te cambió la visión del baloncesto y de la vida?
Sí. Creo que a raíz de su muerte pasé los peores años como jugadora. Me planteé retirarme... Diría que fue después de irme del CD Zamarat. Me dije: "¿Si no estás disfrutando por qué narices tengo que seguir?". Pero una de las cosas que me enseñó mi madre fue a seguir luchando pasase lo que pasase. Es algo que llevo muy dentro todavía. Me afectó mucho y me hizo cambiar como jugadora.
—¿Eres más agresiva quizás?
Bueno...
—¿Más centrada?
Más...
—¿Te vacías ahora más en la pista?
Primero me cambió negativamente, ya que dejé de ser la jugadora que era. Y después me enseñó a no dar ninguna pelota por perdida, como decías al principio. Me ha servido para no venirme abajo nunca.
—En una entrevista para el blog Deporte y más deporte hace bastante tiempo decías que Diana Taurasi era tu jugadora favorita.
¡Sí!
—También te gustaban Anna Cruz y Alba Torrens.
Piensa que cuando se me hizo esa entrevista...
—Tenías 19 años, creo.
Y no jugaba de base. Era alero. Creo que en estos últimos años como directora de juego me he fijado mucho más en otras jugadoras de esa posición. Me flipa cómo juega Sílvia Domínguez, me encanta cómo lo hace Laia Palau... Intento sacar un poco de cada una. Aunque si te tuviera que hacer un top 3, me quedaría con Sílvia Domínguez, Anna Cruz y...
—¿Núria Martínez?
¡Ostras, es que es muy difícil! Hay muchas jugadoras. Núria Martínez sería una también. Céline Dumerc es... ¡Espectacular! [Cambia el tono. Es un tono de admiración, si es que existe]. ¡Hay tantas! Me gustaría llegar un poco a lo que son ellas, la verdad. [Se ríe].
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