La nadadora de natación sincronizada, ganadora de MasterChef Celebrity 3, se sincera en 'Tres minutos, cuarenta segundos', inspirador siempre
Ona Carbonell con su libro. Foto: Albert Garcia / El País. |
Poco efusiva, saluda un par de veces al público con la mano derecha cuando acaba el ejercicio, todavía en la piscina.
Ése es uno de los detalles que apunté en la libreta la única vez que he visto competir en directo a Ona Carbonell (Barcelona, 1990). Me chocó que después de transmitirnos la fuerza, el encanto y la magia de Barcelona, interpretada por Freddie Mercury y Montserrat Caballé en los Juegos Olímpicos de 1992, la nadadora de natación sincronizada fuese tan escueta con sus gestos hacia el público del Palau Sant Jordi.
Más de cinco años después del bronce de Ona Carbonell en el solo libre, en los Mundiales de Barcelona, encuentro la respuesta a lo que no supe descifrar. Se nos escapan muchos detalles de los y las deportistas que, como personas que son, guardan muchas cosas en su interior. En la página 249 de su biografía, Tres minutos, cuarenta segundos (Editorial Planeta, bajo el sello de Crossbooks), Ona Carbonell se detiene justo en aquel detalle: "Saludo desde el centro de la piscina con una mano, la cual me cuesta sacar del agua. Querría ser más efusiva con las ocho mil personas que tanto me han ayudado, pero estoy agotada después de la rutina".
Lo normal después de más tres minutos sin tregua, muchos en apnea, un sinfín de estructuras geométricas y muchas caras de comerse el mundo cuando el cuerpo le pide a gritos que pare de tortularlo. Lo normal después de competir infiltrada y con una fisura costal, y de dormir una media de menos de cuatro horas en los últimos días. Lo normal después de levantarse con las piernas como si fuesen de cemento y haber perdido kilos. Lo normal después de asumir las dos pruebas de solo (libre y técnico) tras la retirada pocos meses antes de Andrea Fuentes. Su fisura no había trascendido y desde mi butaca del Palau Sant Jordi no se me ocurrió pensar que no tuviese energías para fundirse con el público. Algo que sí hizo fuera de la piscina.
En Tres minutos, cuarenta segundos Ona Carbonell, que ha contado con la ayuda de Santi Anaya, se sincera casi al límite. Se nota que ambos son perfeccionistas, igual que el equipo editorial. El resultado es soberbio. No hay detalles de relleno ni frases rebuscadas para buscar el aplauso fácil. El aplauso llega porque el relato está escrito desde las entrañas y con el corazón. Es fácil identificarse y empatizar con Ona, aunque no hayamos competido en la élite. El relato te descoloca incluso cuando sabes si Ona ganó o no aquella medalla. Te invita a olvidar lo que sabes de ella porque eres consciente de que también encontrarás detalles humanos, personales y viscerales que no has leído en las entrevistas que ha concedido. Las fotografías, muy específicas, dan alas al texto. Me atrevería a decir que Ona Carbonell tiene congelados en imágenes casi todos los momentos importantes de su vida.
La nadadora, flamante ganadora de MasterChef Celebrity 3. Foto: RTVE. |
La memoria de Ona Carbonell y de quienes le han ayudado a rescatarla es muy audiovisual, con imágenes, diálogos y emociones. Esas frases en cursiva de los pensamientos que tiene Ona en diferentes momentos de su vida son la guinda: "Cuando vuelva, ya sabré si soy medallista olímpica o no". ¡Sabrá si tendrán recompensa sus ocho años de trabajo! Sí, ocho y no cuatro, en este caso, en Londres 2012.
Tres minutos, cuarenta segundos deja huella para siempre. Es carne de relectura y se merece uno de los mejores lugares de nuestra librería. Acercándonos su experiencia, Ona Carbonell, doble medallista olímpica y con 92 metales según figura en su web, nos ayuda a cicatrizar heridas pasadas o recientes, a valorar nuestros sacrificios y renuncias, a entender más a nuestro entorno, o a relativizar las piedras, los muros y los edificios en el camino. Sí, podemos ser indestructibles cuando nos lo proponemos.
Las nadadoras de sincronizada se pasan más de un tercio del día en el agua, viviendo en ingravidez. Para crear impacto en las articulaciones saltan a la comba por la mañana. Su musculatura no está acostumbrada a aguantar su peso. "Más de cinco minutos de pie se nos hacen hacen agotadores", escribe Ona Carbonell en su biografía, Tres minutos, cuarenta segundos. La flamante ganadora de MasterChef Celebrity 3 se ha pasado muchas horas seguidas en esa posición durante el concurso, también preparándose fuera con los hermanos Roca, en el Celler de Can Roca. Empapándose de un mundo que desconocía por completo, hasta tal extremo que le tenía miedo a hervir agua y nunca había frito un huevo. A Ona Carbonell no le ha dado vergüenza comenzar desde cero en un país que, en general, celebra más los fallos de pronunciación de un idioma que aplaude el esfuerzo por aprenderlo.
En la superficie Ona Carbonell no ha pasado el frío que sufre en una piscina, esté a la temperatura que esté, pero la espera antes de los duelos en el concurso se le ha hecho, como mínimo, igual de larga que antes de competir. Le han temblado las manos, algo que no le ocurre en las finales, y en ciertos momentos lo ha pasado peor que compitiendo en natación sincronizada. En su deporte tiene que mostrarse fuerte y segura ante las rivales, el público y los jueces y juezas. También ante las compañeras. El objetivo es convencer y emocionar, y la debilidad e inseguridad consiguen el efecto contrario.
La capitana del conjunto español de sincronizada presentó para el duelo final un menú con el agua, el medio en el que más natural se siente, como hilo conductor. La actriz Paz Vega, que transmitió parte de sus rincones y emociones en sus platos, no se lo puso nada fácil. Ona Carbonell acabó levantando el trofeo de un concurso en el que se presentó "tímida y cohibida", reservada. Quizás insegura, consciente de que muchos de sus compañeros y compañeras sabían mucho más que ella. Siempre persistente. Tuvo que cocinar 29 de los 31 platos del concurso y, por tanto, se sometió a casi todas las pruebas de eliminación. No se vino abajo, pese a su inexperiencia, y dio pasos de gigante, parecidos a cuando, con 13 años, se entrenó por primera vez con las mayores de la selección o, cuando tiempo después, pasó de la Blume al CAR de Sant Cugat en poco más de un año, cuando lo normal, si se daba ese caso, era hacerlo en cuatro.
Ambiciosa, disciplinada e incansable, Ona Carbonell es una soñadora que se mueve por lo que desea. Hace tiempo ni se habría planteado un reto como MasterChef Celebrity, aunque Carbonell, en el fondo, siempre haya hecho recetas para combatir los miedos y las excusas.
Título: Tres minutos, cuarenta segundos. Autora: Ona Carbonell. Editorial: Planeta (Crossbooks). Páginas: 268. Valoración: 4.5 sobre 5.
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