Cronómetro de Récords entrevista al exentrenador del CD Promete y que dirigió a Mozambique en el último Afrobasket
Julián Martínez durante un tiempo muerto. Foto: Alberto Salazar / CD Promete. |
Toni Delgado (@ToniDelgadoG)
"Siempre nos vemos como deseamos ser. Me parece enriquecedor que en la entrevista me describas a partir de lo que te ha llegado de mí", reflexiona Julián Martínez (Sevilla, 1970): "Tengo curiosidad por leer tu retrato...".
Trotamundos del baloncesto (Bélgica, Suecia, Letonia, Turquía, Mozambique...), el exentrenador del CD Promete parece muy inquieto, observador y, sobre todo, feliz. Julián Martínez suele reírse con los ojos y transmite una sinceridad sin filtros y con educación. "No soy de hablar", comenta tras más de dos horas de conversación.
—Dirigiste a Mozambique en el último Afrobasket. ¿Qué es lo más te sorprendió del país, su gente y el baloncesto?
Del baloncesto, la falta de infraestructuras y la capacidad de las jugadoras de entrenarse a las cinco de la mañana, pues después tenían que trabajar. En Europa cualquier tontería nos parece un problema y en África no tienen nada y no dejan de luchar y de levantarse tras caerse... Muchas personas se pasan el día trabajando para llevar un plato escaso a la mesa.
—¿Ahora valoras y te sorprendes más por las pequeñas cosas?
Soy austero y de placeres sencillos: un viaje, un paseo, ir a la playa al atardecer, estar con los míos... Ya era así antes. Ahora me quejo bastante menos.
—Al Afrobasket llegaste tras tu paso por el Baloncesto Xerez CD, al que clasificaste para su primer playoff de ascenso a Liga EBA.
En 32 años en los banquillos fue la primera vez que empecé una temporada sin fichar a jugadores sobre los que no había preguntado a sus entrenadores anteriores. Hicimos fichajes de mucha calidad, como los de tres americanos, y algunos no salieron bien. La temporada fue dura porque algunos a veces jugaban a medio gas...
—Te ibas a casa enfadado y triste porque no daban ejemplo.
Exacto. Sólo te vas satisfecho cuando el equipo ha dado su 100%. Si ganas por siete u ocho puntos dando sólo el 40%, acababas muy enfadado...
"¿Cómo?". Foto: Alberto Salazar / CD Promete. |
—Esta temporada la plantilla del CD Promete era corta, pero de playoffs. ¿El equipo tenía dos o tres líderes?
A veces había luchas por liderazgos, que tampoco nos penalizaron demasiado. Conmigo [sustituyó a Jacinto Carbajal, el técnico del ascenso] jugamos nueve partidos y ganamos cinco y nos quedaban cuatro por jugar [la Liga Femenina Endesa se ha cancelado por la crisis del coronavirus]. Un balance que en una Liga entera equivaldría, más o menos, a 19 triunfos. Números de playoffs. Incluso de tercero o cuarto.
—¿A qué te refieres con "luchas por liderazgos"? No suena a lucha de egos. ¿En qué sentido lo has dicho realmente?
Quizás no haya querido ser demasiado explícito... [Risas]. Puede que una lucha anormal de liderazgos haya comportado un problema emocional. Nadie puede hacer líder a quien no quiera serlo ni serlo si el equipo no lo acepta. Te sigo dejando abierta la respuesta...
—Creo que Adrijana Knezevic es una líder en muchos aspectos. Volvió a las pistas después de muchos meses lesionada.
Por su experiencia y conocimientos, Adrijana nos ha dado una rotación de calidad, pero no el 100% de lo que acabará ofreciendo, sobre todo físicamente. Regresó sin riesgos para su lesión y la temporada se le quedó corta. Sé que Adrijana Knezevic es una líder y así lo demostró fuera, pero no en la pista. Inconscientemente no se sentía líder en la cancha. Hace mucho grupo.
—Desde la distancia, Roselis Silva y Leia Dongue me parecían las líderes en la pista.
Pienso que Leia Dongue no es una líder ni quiere serlo. Se deja el alma, es muy trabajadora y compañera, pero no tiene ese rol. "Que sea la última vez que veo que alguien te pasa la mano por el hombro para decirte lo que tienes que hacer", le pedí a Roselis Silva cuando llegué. Creo que ella se sintió desahogada porque me parecía que hasta entonces no había tenido libertad. No recuerdo la última vez que me sentí tan cómodo con una base como con Roselis Silva.
—¿Por qué?
Es una líder que sabe su cometido y que se comunica muy bien con sus compañeras en la pista: a quienes conocen más el juego les da más información y al resto, sólo la necesaria. A Roselis Silva le falta dar un paso más en las emociones: no tener altibajos y confiar más en múltiples recursos y no buscar nuevos, además de no sufrir tanto con sus errores. Como entiendo que una persona juega mejor en situaciones agradables, solía contarle chistes antes de los partidos para sacarle los demonios que la atenazaban.
Conexión: Julián Martínez y Roselis Silva. Foto: Alberto Salazar / CD Promete. |
—¿Te esperabas que te dijeran que no continuarías en el CD Promete la próxima temporada? [La entrevista fue el miércoles y el viernes se anunció que su sustituto será César Aneas, exentrenador del Bàsquet Femení Sant Adrià].
Aunque no me hubieran comentado nada antes, no me sorprendió. Tenía la sensación de que no seguiría. Era un presentimiento. Me dijeron que era por motivos técnicos. Tampoco me tienen que dar explicaciones. Si quien me sustituya lo hace mejor, tendrán razón.
—El baloncesto te ha hecho viajar mucho. Fuiste tres años ayudante en la selección letona.
Una gran experiencia. Allí conocí a Olita, mi mujer, y juntos hemos aprendido idiomas y conocido otras culturas, y convivimos con nuestras aficiones y motivaciones. A mí, sinceramente, me cuesta poco convivir con las suyas: Olita está estudiando cocina y voy comiendo sus experimentos. [Me río]. ¡Estoy encantado! Nuestras hijas, Anna y Paula, me hacen desconectar de un baloncesto, que, por ejemplo, nos llevó al Umea Udominante sueco. En Suecia la calidad de vida era muy buena, pero tuvimos que volvernos porque dejaron de pagarme.
El entrevistado durante un entrenamiento. Foto: Alberto Salazar / CD Promete. |
—Has ganado la Liga y la Copa belgas con el Belfius Namur Capitale.
Es una de las cuatro veces que he cogido un equipo a mitad de temporada y tuve suerte de que me permitieron trabajar con las jugadoras durante el parón de Navidad, que allí dura un mes. Dudé mucho sobre respetar las cosas que se hacían antes de que llegase, pero vi que no me gustaban nada y pudimos cambiarlas. Lo que nunca puedes es acelerar el proceso.
—¿Cómo te gustaría que te recordasen como entrenador ayudante y cómo crees que te ven tus ayudantes?
La lealtad hay que ganársela y conservarla: es un sentimiento que va mucho más allá de la amistad. Hay primeros entrenadores con los que hablo todavía y otros con quienes no he vuelto a hacerlo. A veces han restado más que sumado: suele ocurrir con entrenadores y entrenadoras de la casa, cuya lealtad está más supeditada al club que a ti.
—¿Lealtad es no ocupar el puesto del primer entrenador o depende del caso?
Depende del caso. Cuando Lino Frattin, mi primer entrenador en el London Towers, de Euroliga, se fue no dudé en irme, pero otras veces me he quedado. A veces no me han renovado y mi ayudante ha intentado ocupar el cargo incluso un poco antes de que se confirmara que no seguía. A mí no sólo me parece lícito, sino que he rezado para que el cargo fuese para esa persona que había trabajado tan bien conmigo.
—Entonces, si buscásemos rencor en tu cuerpo, no encontraríamos nada...
En un cuerpo tan grande... ¡También hay sitio para el rencor! [Risas]. Para mí el rencor es más hacia personas que hayan sido amistades. No entiendo por qué nos venden que si el primer entrenador se va, su ayudante tenga que seguirle sí o sí...
"Tienes que saber observar detalles, sobre todo los que nadie te explica", destaca Julián Martínez.Foto: Alberto Salazar / CD Promete. |
—¿Tienes ofertas para entrenar la próxima temporada?
Las busco en un momento delicado: hay equipos que no saben si saldrán o no, habrá movimientos en los banquillos...
—Si fuese director deportivo de un club, ¿qué me ofrecerías?
Más que ofrecer, tendríamos que sentar las bases de qué haremos: cuál sería la estructura, qué hay en casa y si se tirará de la cantera... Necesitamos una hoja de ruta.
—Esta semana dieron en Teledeporte la final de la Euroliga 2011-2012 entre el Ros Casares y el Rivas Ecópolis. Tú eras ayudante en el Fenerbaçhe, que fue cuarto.
Miguel Méndez me parece un entrenador de élite y sus equipos juegan muy bien. Él y su Rivas Ecópolis tuvieron un meritazo. El Ros Casares ganó esa Euroliga, pero no podemos olvidarnos de que Sue Bird se lesionó en el calentamiento del primer partido de la Final Eight con el Ekaterimburgo y que en el Fenerbaçhe perdimos por lesión a Penny Taylor, nuestra mejor jugadora. La echamos de menos ante el Rivas.
—Pareces muy observador...
Quien dirige a un equipo mejora por su pasión, capacidad de observación y buena fe de los entrenadores y/o entrenadoras que le rodean. Tienes que saber observar detalles, sobre todo los que nadie te explica. Entiendo la vida como una observación continua.
—¿Qué harás ahora?
Me vestiré de profesor de preinfantil para ayudar a mis hijas en sus tropecientos deberes diarios. A la mayor le hacen leer cartillas de letras, pero ya devora cada día dos o tres capítulos de Geronimo Stilton y... ¡Me los resume! [Risas]. Se ha enganchado a ese mundo de fantasía, y yo estoy encantado.
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