Cronómetro de Récords entrevista a la alero del Al-Qázeres en el Open Day Liga Femenina
Julia Melina señalando unos calcetines muy especiales para ella. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
Toni Delgado / Zaragoza
"¿Por qué hay que perder la mirada de una júnior?", se plantea Julia Melina (Ibiza, 1990). Para la nueva alero del Al-Qázeres es una pregunta retórica: "Una júnior se come el mundo cuando sale a la pista. Me podría definir así". Un retrato que justifica con hechos: 12 años y dos roturas de ligamentos y de cruzados (una en cada rodilla) después, ha vuelto a la Liga Femenina, de la que llegó a ser la debutante más precoz con 14 años, 10 meses y 28 días. Anna Montañana, con 13 años y 364 días, había dado el salto antes en Primera.
La recupera durante una conversación con puntos suspensivos, pausas, risas y lágrimas. Como diría Fabián Téllez, Julia Melina transmite verdad. También generosidad, energía, alegría y un punto de indestructibilidad.
—Esa mirada resume tu carrera deportiva, Julia.
Es la misma de cuando era cadete y subía a ayudar al Liga Femenina del Puig d'en Valls. El día que me estrené en la máxima competición, las compañeras me repetían: "¡Julia, has debutado!". Yo no me lo creía todavía... Es esa ilusión por el baloncesto...
—¿Cómo te sientes tras regresar a Liga Femenina?
Emocionada y con ganas de dar lo mejor de mí en la pista y fuera. No he podido jugar el Open Day [ante el Gernika] por un pequeño pinchazo en la rodilla.
—¿Superar dos lesiones tan graves ha marcado tu carácter?
Sí. Las lesiones te hacen ser un pelín más fuerte. Piensas que ya no te volverá a pasar y cuando la pesadilla se repite... Quizás otra persona con otro carácter habría colgado las botas. Necesitas ser tan fuerte mentalmente... Tanto... Estaba en un momento deportivo muy bueno y quería seguir jugando. Fisioterapeutas, readaptadores, compañeras de equipo, entrenadores, familia, amistades... Mucha gente me animó a seguir... ¡Y aquí estoy de nuevo!
—¿Las lesiones te han hecho ser más alegre?
Totalmente. Formas parte del equipo, pero te entrenas fuera. Si no te mantienes alegre, te vienes abajo. También necesitas transmitir esa alegría al grupo. Está claro que hay momentos en los que te hundes y, sobre todo entonces, tu entorno te agarra y te levanta. Y te dices: "Con gente así a mi lado... ¿Cómo no voy a superar esto?".
—"A esfuerzo y carácter en la pista no le gana nadie. Eso determina que una jugadora sea buena o mediocre", te retrata Paula Ginzo.
Tiene algo de razón. Soy inconformista. Me puede salir un mal entrenamiento, pero al siguiente trato de eliminar esos errores. No por ser bajita vas a coger menos rebotes. Si quieres, los capturas.
—Pocas jugadoras habrán vuelto a Liga Femenina 12 años después.
Es fruto de mucho esfuerzo y, especialmente, de ilusión. No me esperaba la oferta del Al-Qázeres. Llevaba siete años en el CB Jairis, donde estaba muy cómoda jugando con compañeras con las que me entendía con una mirada. Pero era mi zona de confort. Me estaba entrando el gusanillo del "¿y por qué no probar? ¿Por qué no exigirme un poco más?". En Cáceres tengo nuevas compañeras, un entrenador con el que no había trabajado... Todo es novedad. Vengo de Liga Femenina 2 y el simple hecho de entrenarme con esta plantilla y a su ritmo me va a hacer mejor jugadora.
—El 15 de octubre de 2005, el día de tu debut en Liga Femenina con el Puig d'en Valls y ante el Ensino, Ester Farré se cansó de repetirte: "¡Tira, Julia! ¡Tiraaaaa, Julia!". Recuerda que la mirabas con una cara... Y tampoco se le olvida lo contenta que te pusiste cuando anotaste.
Puede ser. No me defino como una tiradora, pero si no tiras... No la meterás nunca. Ester era una de las que me animaba a lanzar. Ahora que lo dices... Se alegró mucho, como Fatou Dieng y Jenni Benningfield. Quería ser como ellas.
—Ester Farré te vio muy valiente y decidida para entrenarte con un equipo profesional. "Era muy ingenua, pero muy cariñosa. En seguida le cogí un afecto especial", sigue.
Sí. Con 14 años que te digan que subes con el Liga Femenina es... Indescriptible. En el primer entrenamiento teníamos que hacer trenzas y mandé el balón a la grada de lo nerviosa que estaba... Luego me dije: "Si me han llamado para estar aquí, ¿por qué no puedo entrenarme bien con ellas?". Un día me fui llorando al vestuario porque sólo escuchaba mi nombre: "¡Julia! ¡Julia!". Estaba muy frustrada. "Preocúpate el día que no escuches tu nombre. Te habré dado por perdida", me advirtió Jordi Fernández. Esa filosofía me ha hecho madurar y crecer. Que te llamen la atención no es malo. Simplemente intentan que seas mejor jugadora.
—¿Cómo gestionaste esa situación?
A pesar de ser una cría, intenté vivirla con la máxima normalidad posible. Mis compañeras me arroparon y me enseñaron muchas cosas. Quería jugar más y el júnior era una escapatoria: nos íbamos campeonatos de Baleares, a sectores... Llegó un momento en el que esa generación ya no daba más de sí y tuve que decidirme. A esa edad necesitaba contar con bastantes minutos y en Liga Femenina no podía tenerlos. Por eso me fui a Liga Femenina 2, al Jovent Palma.
—"Estamos con muchas personas, pero con pocas somos. Y Julia te hace sentir tal y como eres", sigue Vicky Robles, excompañera tuya en el CB Jairis.
[Se le caen las lágrimas].
—Julia, tranquila...
A ver... Vicky es una jugadora muy especial. ¡Llevo sus calcetines! [Risas]. Mira... Pone Always compi. Es mi compi para todo. Éramos compañeras de habitación, de tiro... Seguimos siéndolo de vida. Aunque vivamos a cientos de kilómetros hablamos constantemente.
—En un viaje de pretemporada a Zaragoza empezaste a ponerte nerviosa en el bus...
A mitad de camino una compañera necesitaba ir al baño y cuando paramos pedí que me abrieran el maletero. ¡Me había olvidado la equipación en Murcia! Todo el mundo se pensaba que estaba bromeando. ¡Pero no! [Risas]. Un miembro de la organización me dejó un peto reversible. Al final del partido le comenté: "No tengo como lavártelo". Y me lo regaló. ¡El peto está en casa! [Se ríe].
—A Juana Molina, con quien coincidiste en el Club Deportivo Tanit, no se le olvida tu primera lesión ni que el rival era el Reus: "Se le fue la rodilla y el ambiente se quedó frío. Supuso un palo porque Julia era la alegría de la huerta y sabíamos que se trataba de una lesión grave".
Con Juana he jugado dos años y mi vuelta a la Liga Femenina ha sido contra su Gernika... Que ambas hayamos pasado por esa lesión nos une. Es una conexión muy compleja...
—¿Una conexión de sufrimiento?
Exacto. Me tiré al suelo. Nunca me había pasado nada parecido. "Ha sido el golpe, ha sido el golpe", insistía el médico. Pero no había habido ningún golpe y yo ya me temía lo peor. Nunca piensas que te puede pasar a ti... A Juana le tengo un cariño especial y nos llamamos siempre que podemos. Me ha encantado verla.
—Este verano hiciste el Camino de Santiago. ¿Qué has descubierto de ti?
He aprendido a sufrir y a pasármelo bien a la vez. Fueron cuatro días muy intensos y bonitos con Vicky y más amigas del CB Jairis. Conocemos lo peor y lo mejor del resto. Si una se enfadaba era porque tenía hambre o sueño. [Risas].
—"Es una luchadora incansable en la que las generaciones futuras deberían verse reflejadas", te retrata Vicky Robles. "Nos recuerda que quien quiere, puede", se suma Juana Molina.
Soy una jugadora guerrera, luchadora... Esperaba seguir jugando en Murcia, aunque eso no significa que no aspirase a competir en Liga Femenina. Tenía que aprovechar esta oportunidad.
—Te iba a preguntar si hay química en este Al-Qázeres con tantas novedades (siguen María Romero, Paula Ginzo y Míriam Forasté), pero en el partido ante el Gernika se ha visto que sí.
Que seamos casi todas nuevas impide que haya grupitos anteriores. La pretemporada ha sido muy corta y tenemos que conocernos más en la pista y fuera.
—¿Qué te pide tu entrenador, Ricardo Vasconcelos?
Ganas, trabajo, trabajo y mucho trabajo. Su filosofía encaja con la mía.
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