Nunca había sufrido tanto para ser el Rey de Wimbledon. Nunca nadie había obligado a Roger Federer a jugar cinco sets en la final del torneo más elitista. El suizo sólo había perdido seis mangas en Londres en cinco años. Hoy cayó en dos. Por eso, el número uno, no dudó en alabar a su rival, tras tres horas y 45 minutos de juego exquisito: "Rafa (Nadal) es un jugador fantástico. Ha progresado mucho y me ha puesto las cosas muy complicadas". Aún tenía rojos los ojos de llorar por haber logrado su quinto Wimbledon consecutivo (7-6, 4-6, 7-6, 2-6 y 6-2), algo que sólo había conseguido el sueco Bjorn Borg en 1980.
Federer comprobó el tremendo salto de calidad que ha dado Nadal en la hierba. Ya no es aquel jugador vulnerable de la final del año pasado, que empezó a perder con un 6-0 en el primet set. Ha mejorado su primer servicio y ha ampliado su repertorio de golpes. El mallorquín es un claro candidato a ganar en los próximos años: "He jugado bien dos semanas y espero volver y poder ganar a este fenómeno. Felicidades, Roger". Ahora sabe reaccionar igual o mejor que en tierra batida. Por eso remontó un 3-0 en contra en la primera manga, tras sufrir una rotura de servicio (3-3).
Además, Nadal tuvo la suficiente frialdad para lograr un juego en blanco y forzar el 'tie break', en el pudo sonreírle la suerte. Salvó dos pelotas de set y otras dos entraron con apuros. La primera tocó la red y pasó al lado contrario. La segunda, rozó la línea -así lo determinó el ojo del halcón, el sistema de revisión que tanto odia Federer-. Aún necesitaba más fortuna el español. Así que su rival subió a la red y machacó (9-7). La misma acción que le daría la victoria del partido.
Seis aces
Se impuso el español en la segunda manga (4-6), pese a los innumerables saques directos (seis y 24 en total) de su rival. Pero Nadal fue, de nuevo, inferior en el desempate del siguiente set. Otros dos aces del suizo y dos bolas largas le condenaron (7-3).
No se rindió Nadal. Incluso mejoró sus prestaciones. Se puso 1-4, pero tuvo que recibir la atención del fisioterapeuta. Estaba tocado, cojeaba. Ya no podía correr con la soltura de siempre y tenía que ahorrarse energías. Su arma continuó siendo el revés cruzado, ante el que Federer no tenía soluciones. 2-6 y quinto set.
Quinto set
La definitiva manga, que se resuelve sin tie break, empezó con un juego en blanco para el número uno mundial. Sólo entonces se exhibió Federer, que con dos aces consecutivos se apuntó el séptimo juego (5-2). Su quinto Wimbledon estaba muy cerca. Y poco pudo hacer Nadal para evitarlo: sólo logró salvar la primera bola de partido. Llegó con apuros a la segunda y su rival, que había subido a la red, remachó. Restó y se tiró al suelo. Entre lágrimas. Había logrado prolongar su sueño.
"Tal vez gane seis o siete veces o quizás ocho", pronosticó Borg, "Si le respetan las lesiones, llegará a ser el mejor de la historia". Federer tiene 11 Grand Slams, tan sólo tres menos que su ídolo y al que todos señalan como el gran tenista de todos los tiempos: Pete Sampras, que como el suizo nunca ganó Roland Garros.
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