lunes, 26 de mayo de 2008

Hamilton gana una carrera caótica y recupera el liderato en Mónaco

El piloto de McLaren celebra con champán su triunfo en Montecarlo -EFE.

"Frené y las ruedas se quedaron sin agarre. Me quedó claro que no se puede fallar en Mónaco", dijo hace un año Lewis Hamilton (Tewin, Gran Bretaña, 1985) tras su sufrir su primer percance en la Fórmula 1. En el circuito de Mónaco el piloto británico recibió un golpe de atención, y sobre todo de humildad, que posiblemente necesitaba para asimilar mejor sus resultados hasta entonces, tres segundos puestos y un tercero. En la segunda sesión de entrenamientos libres Hamilton se estrellaba frontalmente contra los neumáticos protectores de la valla en la curva Santa Devota. "Fue la primera vez que piloté un monoplaza en Montecarlo y me resultó impresionante", declaró el piloto de McLaren, que tres días después, en la carrera, tuvo que tragarse el orgullo. Su equipo le ordenó por radio que pisara el freno: no era cuestión de poner en peligro la victoria de Fernando Alonso. Empezaba así la competición enfermiza (y mediática) entre ambos pilotos, que acabaría beneficiando a Ferrari y a Kimi Raikkonen.

No es extraño que Hamilton celebrara más que nunca su sexta victoria en el Gran Circo. No sólo había resuelto un gran contratiempo -en la quinta vuelta tuvo que pasar por boxes porque se le pinchó la rueda trasera derecha tras tocarse con las vallas-, no sólo había realizado una actuación completa en una carrera caracterizada por la lluvia y el caos (seis pilotos abandonaron). También había aparcado su pasado y, de paso, había doblado a Alonso, que sólo pudo ser décimo. Así que cuando Hamilton se bajó de su monoplaza empezó a saltar como un niño que acaba de cambiar con un compañero el cromo que le faltaba para acabar la colección. Saltó con su padre, Anthony, y con su mejor amigo, su hermano Nicolas. En un año parece haber templado los nervios y la soberbia. Parece haber asimilado la fama y el reconocimiento, que llegaron desde la primera prueba, en Australia. Demasiado pronto.

Un barco en una botella

Conducir un fórmula 1 en el circuito de Mónacodebe ser tan complicado como montar un barco en una botella. Porque el escenario parece una maqueta a escala real: curvas muy cerradas, trazado sumamente estrecho y túnel de por medio. El riesgo es algo tan obvio que más de uno apuesta sobre cuántos coches van a acabar. Los abandonos se suceden sin remedio, más si cabe si llueve. Sobre mojado el trazado más glamouroso y controvertido del calendario aumenta (aún más) la dificultad para los pilotos y, supuestamente, incrementa los incentivos de los aficionados. En Montecarlo otra vez reinó el caos, aunque
sólo abandonaron seis coches. Una cifra modesta en comparación con la de 1996 cuando bajo una intensa lluvia sólo acabaron cuatro pilotos, un récord negativo que todavía perdura. Panis, que salió 14º, ganó la carrera.

"Éste es el triunfo más importante de mi carrera", convenía Hamilton, que recupera el liderato tras perderlo en Bahréin. Sin duda, fue el mejor estratega del GP de Mónaco y supo esperar su oportunidad. En la salida, aunque al final no le sirviese de nada, el piloto de McLaren adelantó a Raikkonen y se puso segundo. Después de pinchar la rueda (le llenaron el depósito en boxes) se colocó cuarto y pasó a ser tercero tras un percance de Alonso.

Alonso, décimo

Hamilton aún estaba lo suficientemente lejos para no aprovechar el error de Felipe Massa, que se metió en la escapatoria, pero salvó bien la situación. Sólo le adelantó Robert Kubica. Las paradas en boxes hicieron el resto y Hamilton, tras repostar sus dos rivales, se puso primero y nunca sufrió para conservar el primer puesto. Ni tan siquiera con la aparición del safety car. Así que fue el protagonista en la ceremonia de entrega de trofeos (en Montecarlo no hay podio). Le acompañaron en la fiesta Kubica, segundo, y Massa, tercero. El piloto británico suma 38 puntos, tres menos que Raikkonen, que acabó noveno y no puntuó, cuatro que el propio Massa, y hasta 29 más que su ex compañero Alonso, décimo.

El primer contratiempo no se hizo esperar: el McLaren de Heikki Kovalainen se quedó parado en el warm up y tuvo que pasar por boxes. Nico Rosberg embistió a Alonso, a Jenson Button tenían que cambiar el morro de su Honda... Incluso Hamilton pinchó y tuvo que visitar a sus mecánicos antes de tiempo. Alonso se colocaba cuarto, pero la alegría le duró tres vueltas. Se estrelló contra una valla. Pudo continuar, pero cinco giros después el piloto de Renault volvió a tener problemas. Esta vez se los buscó él con su ansiedad: intentó adelantar en Loews, la curva más lenta del Mundial. "Había una posibilidad entre un millón, y no se produjo. Fue culpa mía", relataba el piloto español, que había ganado en Mónaco los dos últimos años y tuvo que conformarse con la décima plaza tras haber ido último. Era un premio muy menor a su riesgo en la pista y a la atrevida estrategia de su equipo, que le puso primero los neumáticos extra de lluvia, que le perjudicaron bastante, y después, cuando llovía menos, los secos, que cuando dejó de llover le permitieron mejorar su posición.

El desconsuelo de Sutil

Pero la imagen más impactante del GP de Mónaco, más allá de la de la grúa trasladando los coches accidentados, fue la de Adrian Sutil, que rodaba cuarto a 10'15'' de la conclusión de la carrera (la reglamentación dicta que las carreras no duren más de dos horas). Con un Force India, el peor monoplaza de la parrilla, el piloto alemán lograba frenar al Ferrari del actual campeón. Lo logró hasta que Raikkonen perdió los nervios y fue incapaz de frenar bien en la chicane. El resultado fue desolador para Sutil: tuvo que abandonar. "Todo estaba tan cerrado... Es como sufrir un paro cardíaco, como un sueño que acaba por convertirse en una pesadilla. Es que no me lo puedo creer", lamentó el alemán, que no quiso criticar a Raikkonen, que tras pasar por boxes y cambiar el morro pudo continuar rodando, pero se quedó sin puntuar. Un castigo merecido a su falta de temple.


3 comentarios :

Rafael Arenas García dijo...

Muy buena crónica, Toni. Por cierto, al final se me pasó meter el comentario, pero aprovecho para escribirlo aquí: la entrevista a Pepu Hernández im-pre-sio-nan-te. La he gozado. Enhorabuena.

Toni Delgado dijo...

Muchas gracias, Rafael. Se hace lo que se puede. Simplemente intenté preguntarle a Pepu cosas más específicas sobre el básket y no centrarlo todo en la selección y sus protagonistas. Me alegro que sigas entrando por aquí :) Mañana colgaré una que le hice a Mireia Belmonte ;

Un abrazo,

Toni

Anónimo dijo...

Hola,

Hoy he descubierto este pedazo de blog. He pasado una tarde agradable leyendo los posts.

A partir de ahora espero ser un asíduo en los comentarios.

Me gusta que alguien trate a Hamilton como a un gran piloto, sin hacer valoraciones sobre su persona. Todavía no conozco un piloto que sea buena persona.