viernes, 26 de diciembre de 2008

Borchardt, un gigante bonachón hacia el MVP de la Liga ACB

Borchardt captura un rebote ante el ViveMenorca -EFE.



Sencillez y buen humor definen a una de las estrellas de la Liga ACB. “¡Qué lástima pero adiós… me despido de ti…!”, nos canta por teléfono Curtis Borchardt (Búfalo, Nueva York, 1980), un tipo divertido que lo mismo te tararea Me voy, de Julieta Venegas, como hace sonidos para describir cuánto le gusta el jamón serrano. Apodado Brochetas, el pívot del CB Granada presenta unos números excelentes: es el segundo jugador más valorado con 23’6 puntos por partido (por los 24’8 de Felipe Reyes) y la jornada pasada ante el ViveMenorca batió el registro individual del curso y el personal (41 puntos con 12/15 en tiros de dos, 24 puntos de anotación, diez rebotes, seis tapones y cuatro mates). Nombrado diez veces como MVP de la jornada, Borchardt debutó en el torneo el 7 de enero de 2006 ante el Fuenlabrada y desde entonces ha jugado un total de 65 partidos en el torneo y en 13 ocasiones ha superado los 30 puntos de valoración. Sólo las lesiones le han impedido mantener (o incluso mejorar) dichos registros. Este curso se ha perdido cuatro partidos y la temporada pasada acabó para él en febrero por culpa de su hombro derecho. El izquierdo le impidió concluir la campaña 2006-2007, en la que iba camino de ser nombrado MVP.

“La gente habla y habla. No me preocupa. Trabajo como cualquier otro”, zanja Borchardt cuando se le insta que algunos sectores aseguran que por su fragilidad se entrena menos que el resto de compañeros. Está cansado de ese tipo de asuntos, de rumores que lleva soportando toda su carrera deportiva, marcada por el calvario con las lesiones. Ya en el colegio se lesionó el brazo derecho, un leve contratiempo que le permitió “mejorar la mecánica de tiro con la derecha”.

La primera lesión grave del pívot del CB Granada fue hace ocho años, en su época de estudiante de Historia de América y jugador de la Universidad de Stanford (NCAA): “En un partido pisé mal y noté un dolor muy fuerte. Me fracturé el pie derecho”. Una situación difícil que Borchardt acabaría solventando gracias, en parte, a un apoyo inesperado, Susan, su futura mujer, a quien conoció en la sala de rehabilitación del centro. Susan, ex jugadora de Minnesota Lynx, también jugaba a básket con la universidad y se había roto el ligamentazo cruzado anterior de la rodilla derecha. La fatalidad les unió.


Curtis, sonriente, tras su elección en el draft de la NBA de 2002.


Llega a la NBA

A mayores obstáculos, mejores resultados. A Borchardt los contratiempos le sirvieron para mejorar sus estadísticas: pasó de promediar poco más de seis puntos y cuatro rebotes a sumar 17 puntos y 11’4 rechaces, un cartel que no pasó desapercibido para la NBA. Orlando Magic lo escogió en el puesto 18 del draft de 2002, pero acabó traspasándolo a Utah Jazz.

La llegada a la NBA no pudo ser más desafortunada para Brochetas, que se lesionó en la primera semana. Ese curso no jugaría ni un minuto y entablaría una buena amistad con Raül López, compañero en las duras sesiones de recuperación. Borchardt tuvo que esperar un año para debutar en la Liga estadounidense con los Jazz (entre 2003 y 2005 jugó 83 partidos -23 como titular- promediando 3’1 puntos y 3’3 rebotes). Después pasó por los Celtics y por los Grizzlies, pero ni unos ni otros le dieron la oportunidad de disputar ni un partido oficial.

En noviembre de 2005 Borchardt se convirtió en agente libre. Era un caso atípico: no se dudaba su calidad, sino que simplemente se ponía en duda su fragilidad. “Vivía pendiente del móvil a la espera de una llamada de la NBA”, explica el jugador, que aceptó y luego rechazó una oferta del CB Granada. El conjunto español , desconcertado, acabó incorporando temporalmente a Jerome Beasley, pero el ex NBA no convenció (20 puntos repartidos en tres partidos y 44 minutos). “Siguieron insistiendo. No dejaban de llamarme y acabé aceptando porque demostraron que confiaban en mí”, resuelve Borchardt, que aclara que para él el dinero no es una cuestión prioritaria –“no tengo necesidades”– y que valora otros aspectos –“soy muy feliz en Granada con mi mujer”–. Por eso en su momento descartó ofertas de equipos como Barça, Real Madrid, Panathinaikos o Maccabi.


El pívot del CB Granada machaca en un partido del curso 2006-2007 -EFE.

Un cinco puro

Admirador de Kevin Garnett y Luis Scola, Borchardt es un cinco puro, la excepción que no confirma la tendencia. En Europa hay pocos jugadores que cumplan las funciones clásicas de esa posición como Brochetas, que en la Liga ACB promedia 14’2 puntos (68% de efectividad en tiros de dos), nueve rebotes, casi dos tapones y recibe 5’66 faltas. “¿Cuál es mi secreto? Simplemente tienes que agresivo en tu ataque y en la mente y sobre todo estar en tensión, concentrado”, explica el jugador, cuyo principal defecto son los tiros libres. “Cada año mejoro en ese aspecto, aunque no le dedica una atención especial”, confiesa.

Huye del egocentrismo y del anarquismo de otras tantas estrellas. “Para demostrar que eres bueno no necesitas tirar todo el rato”, resuelve Borchardt, que cuando llegó a España se encontró un país “pequeño” y una competición “de altísimo nivel que desconocía”. Lamenta que se tenga mala imagen de EE UU: “Los medios difundís una visión de mi país que no se corresponde a la realidad. Puede pasarte cualquier cosa en cualquier sitio”. Y también tiene palabras para la gestión de George Bush: “Se equivocó metiéndonos en la guerra de Irak con argumentos que eran falsos”.

A Borchardt le hace más gracia recordar la infancia, condicionada por los cambios de residencia por la profesión de su padre, Jon, ex jugador de la NFL (Liga estadounidense de fútbol americano). Jon intentó que su hijo siguiese sus pasos, pero el pequeño Curtis estaba enamorado del fútbol europeo, del soccer. Una pasión que tuvo que descartar en uno de sus colegios, en no se practicaba dicho deporte y empezó a jugar a básket para pasar el rato en el patio. “Era alto, lo probé y me acabó gustando… Y hasta hoy”, resume el jugador, que deja claro que su único ídolo es su padre. “Me enseñó a ser fuerte mentalmente”, concluye Borchardt, un gigante bonachón que camina hacia el MVP de la Liga ACB.

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