Bolt, cámara en mano, retratado por los fotógrafos - EFE. |
El atletismo vuelve a bailar al ritmo de Usain Bolt, capaz de revalidar con la gorra su título mundial de los 200 metros y hacer olvidar que hace seis días perdió contra sí mismo tras ser descalificado por una salida nula en los 100. El jamaicano toreó a los fotógrafos, que le perseguían para capturar su momento, mientras él, como los niños pequeños o como Benny Hills, se escapaba en dirección contraria. Incluso cogió una cámara e hizo una foto a sus perseguidores, algo parecido a que se hubiese colado en el ordenador de un cronista y le escribiese unas líneas del texto. Bolt se rió de la ocurrencia, como de casi todo lo que se le pasa por la cabeza, mientras que los profesionales de la cámara, muy juntos, peleados por conseguir el encuadre perfecto, seguían apretando al botón de sus máquinas. La sonrisa de Bolt ha vuelto con una marca más que buena (19.40, lejos, eso sí, de su récord mundial de 19.19). A partir de la curva no tuvo rival, y Walter Dix, su principal rival, tuvo que conformarse con la plata (19.70). El francés Christophe Lemaitre, exultante, un blanco en territorio de negros, se llevó el bronce con 19.80, la segunda mejor marca de un europeo después de la del italiano Pietro Mennea (19.72s).
Bolt gestionó tan bien la previa de la final como la propia prueba en sí, en la que no se dejó llevar en los últimos metros. Quería hacerlo lo mejor posible, pero siendo consciente de que no podía pretender superar el récord de siempre, suyo, claro: "Quería arreglar lo de los 100". Ésta vez su salida fue válida, pero no brillante, más bien mala como casi siempre (193 milésimas). Bolt hizo de arquero señalando al cielo, una posición que se ha convertido en su seña de identidad tanto dentro como fuera de la pista, donde se comercializan productos con dicha silueta. La figura de un ganador que pedía silencio a la par que la voz de megafonía antes de comenzar, que se peinaba las cejas después de pasarse los dedos por la lengua. Así es Bolt y así es su show.
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