Debajo de las sábanas y con una linterna leía una niña las aventuras de Peter Pan. Lo hacía a escondidas para que sus padres no se percatan que no dormía, sino que soñaba despierta con las aventuras de su héroe vestido de verde. Y, claro, también aparecieron los malos, malos de siempre como Cruela de Vil, empeñada en hacerse abrigos con la piel de los pobres dálmatas, o de Tom Sorvolo Ryddle, el villano de Harry Potter. La pequeña lectora y muchos otros niños repartidos en varias camas fueron salvados por un ejército de Mary Poppins, que aterrizaron con su medio de transporte, el paraguas, y sin más arma que su bondad. En un abrir y cerrar de sueños y de recuerdos se movió la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Londres, perpetrada por el director Danny Boyle, que buscó directamente el corazón de la historia y el del espectador, invitado a ver la esencia del Reino Unido. Y ahí no podía la literatura infantil, donde todo es posible, como lo fue durante el espectáculo, concluido con la llegada de David Beckham en lancha desde el Támesis con la antorcha olímpica para encendérsela a otra institución, Steve Redgrave, el remero de los cinco oros , y éste se la dio en el Estadio Olímpico a siete jóvenes atletas que se la fueron pasando. Después, ya cada uno con una antorcha, encendieron el pebetero, formado por piezas que habían llevado un representante de cada uno de 205 comités olímpicos y que habían dejado en el centro del estadio.
El ascenso de las piezas del pebetero y su unión en la cielo vino a reproducir el espíritu olímpico, ése que proclama el respeto por el contrario y las normas y donde el esfuerzo y la superación personal y colectiva son más importantes que la victoria. Una filosofía más teórica que práctica, lamentablemente. Un discurso acompañado por un repaso emotivo de la historia del Reino Unido, desde el toque de campana de Bradley Wiggins, el primer británico en ganar el Tour de Francia hace unos días, y pasando por la representación en el estadio de la campiña, la Revolución Industrial, la lucha sindical, el recuerdo a los caídos en las dos Guerras Mundiales, la reivindicación de la mujer para exigir su derecho a voto...
El aterrizaje de James Bond
El aterrizaje de James Bond
Y, claro, el sacar pecho de cantera de artistas de canciones eternas como The Who, David Bowie, Queen, los Rolling Stones o los Beatles. En directo, entre otros, Mike Oldfield o Paul McCartney, éste interpretando al unísono Hey Jude, demostrando que hay letras para siempre. Como lo es James Bond –por más que mantenga intacto su deje machista–, también presente e interpretado por Daniel Craig en una de las escenas grabadas y que llegó al Estadio Olímpico en helicóptero acompañado de la Reina Isabel II, contenida en todo momento. La procesión, seguramente iría por dentro.
En un espectáculo ideado por un director de cine hubo también guiños a las series míticas –entre las que que se incluyó a Cuéntame– o la intervención estelar de Mr. Bean en la escena mítica en la playa de Carros de fuego, dispuesto a hacer trampas simpáticas para ser el primero. Su humor sin palabras provocó carcajadas en una ceremonia que como advirtió Danny Boyle se explicaba por sí misma, con el guiño a las nuevas tecnologías e Internet -y al amor a primera vista- y que no se olvidó de las palomas de la paz –ciclistas con alas– y claro algunos la presencia de algunos de los más de 10.000 deportistas participantes, desde la elegante Maria Sharapova como abanderada de Rusia, el carismático Usain Bolt por Jamaica, el bromista Novak Djokovic por Serbia o el caballero Pau Gasol, ejemplo para todo, incluso para expresar su orgullo por llevar la bandera con la cara y con los ojos. Los que tanto habrá cerrado para soñar un momento así.
2 comentarios :
¿¿Como periodista deportivo, me podrías decir por qué fueron siete niños los últimos relevistas, es que pese al mundo de la información en que vivimos, aún no me he enterado?? Pero ya son dos las veces en que destacas la caballerosidad de Pau Gasol en sendos días.
Hola María,
Gracias por tu visita. Los siete últimos relevistas fueron escogidos por los que tenían que haberlo hecho, todos campeones olímpicos británicos de los Juegos de verano e invierno. En la crónica no figura que Pau sea un caballero. Un saludo.
Publicar un comentario