“Cuidaré de él... Te
lo prometo... Cuidaré de él...”. Ésa es la promesa que una madre
al borde de la muerte le arranca a su hijo. Ésa es la promesa sobre
la que gira Brújulas que buscan sonrisas perdidas y que años
después de hacerla condiciona al protagonista del relato, que se
debate entre cumplirla o no. Duda si debe o no ocuparse de su padre,
consumido por el cáncer y el Alzheimer, y al que no ve desde hace
muchos años. El protagonista de la cuarta novela de Albert Espinosa
remueve su pasado y se busca en el presente como suelen hacer las
criaturas de Espinosa.
Criaturas a las que el
creador de la serie Polseres vermelles (Pulseras
rojas) da vida poco a poco, sin prisas y dosificando sus
perfiles. A Espinosa le encanta dejar al lector con la pregunta en la
boca y plantearle más incógnitas que irá resolviendo sobre la
marcha. Un recurso que le funciona, por más que lo repita. Menos
común es que hasta pasado el ecuador del libro no sepamos cómo se
llama el protagonista y narrador del relato y que al resto de los
personajes se les nombre en función de su relación con el
principal: madre, padre, la mujer de mi hermano –un
personaje encantador, de aquellos que te alegran el día con media
mirada–. Aunque hay otro personaje de buen corazón al que llama
por su apodo y el perro de la mujer de mi hermano tiene
nombre –Byron– y es un fox terrier humano y
comprensivo que dice mucho sin hablar y que incluso tiene vergüenza.
Espinosa dignifica las
pequeñas cosas, esos pequeños gestos vitales como el de madre
para sacar sonrisas a sus hijos o la frágil postura del protagonista
tras recibir malas noticias. En Brújulas que buscan sonrisas
perdidas hay unas cuantas, algunas sin remedio, como la
muerte. Un tema que el autor trata con naturalidad y también desde
el dolor de quienes recuerdan a los que se fueron. El autor también
habla de pasiones y sabe describirlas con acierto, y cuadrarlas en su
estilo directo y concreto con el que construye una historia ágil que
se degusta rápido, por más que a veces opte por algún giro
demasiado exprés con el que parece tener prisa por zanjar el tema o
considerar que no son necesarias más explicaciones.
Explicaciones que sí dan
los abuelos en los relatos de Espinosa, que suele concederles un
papel de guías para el protagonista, al que en este caso las
circunstancias invitan a viajar constantemente al pasado y que,
dolido por cosas que no entiende ni perdona, ha perdido la fe y
quizás la capacidad de sorprenderse y disfrutar. Una visión que no
le impide decir grandes verdades: “Tengo la teoría de que la
gente no te desea suerte en la vida, ni en el amor, ni el trabajo
esperando que esas buenas cosas se apoderen de ti... Todo el mundo va
a la suya, excepto una o dos personas en tu vida... El resto habla
por hablar, se comunica con frases que ha escuchado en una película
o que alguien le ha dicho... Pero no lo sienten”, “todos tienen
intereses... Se acercan o se alejan por intereses...” o “amor,
sexo, trabajo o respeto... Se alza mucho la voz para conseguir o por
haber perdido alguna de estas cuatro cosas”.
Brújulas que buscan
sonrisas perdidas es una oda a la valentía y al miedo, a
los complejos y a la entereza. Un libro que nos recuerda que la vida
es dura, pero que las sorpresas están a la vuelta de la esquina.
Título: Brújulas que
buscan sonrisas perdidas. Autor: Albert Espinosa. Editorial:
Grijalbo. Páginas: 240. Valoración: 3.5 sobre 5.
2 comentarios :
Byron? vaya, sí q se parece a Airon ;-) Wena kritika aunq todavía no he leido el libro, solo el titulo...
Son dos nombre de artistas ;) Muchas gracias por leer la crítica y por el comentario, Víctor. Leer el título del libro es el primer paso para leerlo del todo :) Un abrazo.
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