La barcelonesa debuta en el solo técnico con la primera de las siete medallas a las
que aspira en los Mundiales de natación de Barcelona
Ona Carbonell, durante su ejercicio en la final - EFE. |
Tiene el tono de Andrea Fuentes y una voz
similar a Gemma Mengual. Puede que sea casualidad o fruto de tantos años de convivencia
en el CAR de Sant Cugat y compitiendo alrededor del mundo. Años en los que Ona
Carbonell (Barcelona, 1990) ha sido una esponja fijándose en el trabajo de sus
ya ex compañeras y referentes mundiales. Ahora es ella la que acapara la presión de ser
la líder del grupo y ha asumido la situación con entereza y determinación. No han pasado ni seis meses desde que Fuentes anunció
su retirada por no encontrarse a gusto en un ambiente con dos grupos
enfrentados –a favor y en contra de Anna Tarrés, despedida de su cargo de
seleccionadora– y Ona ha trabajado muy duro como el resto del grupo para
que nada le descentrase de los Mundiales de natación de Barcelona. En su ciudad, Ona aspira a siete medallas y mordió la primera en el solo técnico. Un bronce -el primer metal para la delegación española- tras un ejercicio espectacular y explosivo que comenzó con dos
saltos fuera de agua, al ritmo de La voz
del violín, y que le valió 94’400 puntos. La china Huang Xuechen fue plata
(95’500) y la rusa Svetlana Romashina, oro (96’800).
Ona sumó 47’2 en la ejecución y en impresión
general, con lo que mejoró dos décimas su actuación en la sesión preliminar y
logró su mejor marca en la modalidad. Estuvo más expresiva y afilada, pulió sus movimientos y
aplicó mejor esas indicaciones que durante estos meses ha recibido de la propia
Mengual, Mayuko Fujiki y de Virginie Dedieu, esta última colaboradora de la
Federación. Una mejora que le hizo asegurarse sin apuros el bronce en una final
que se llevó con suficiencia otra debutante en la modalidad en una cita importante,
Romashina: “El solo ha estado en mi
corazón desde que en 2004 lo hice por primera vez, aunque reconozco que no ha
sido fácil sustituir a [la inalcanzable Natalia] Ishchenko [que se ha
tomado un año sabático]”. Más tensa, claro, está Ona, que
después de elogiar al público –“ha
estado inmenso. Me he emocionado al salir. La grada me ha dado un plus de motivación”– prometió
una mejor cosecha en el otro solo, el libre: “A por la china. A por el libre. Tengo muchas ganas de que llegue ese momento para traer de nuevo a Montserrat Caballé y Freddy Mercury con el himno de Barcelona 92”. Entonces Ona tenía... dos años.
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