El atleta jamaicano, a medio gas,
suma en los 200 metros su séptimo oro en un Mundial, solo uno menos que Carl
Lewis, a quien podría igualar en el relevo 4x100
El show de Bolt - EFE. |
Poco importa si llueve, como ocurrió en la final de los 100, ni si al entrar en la recta le pesan las piernas y se siente cansado, como confesó en la de 200, su prueba favorita que corría en menos de 20 segundos a los 17 años. Usain Bolt (Trelawny, Jamaica, 1986) le baila a la presión como hace ante las cámaras a ritmo de To the world, unos movimientos típicos de su país. Su forma de enfrentarse al cronómetro y a los focos es peinarse los pelos, tocarse la cara o mojarse la punta de los dedos tener las cejas en su sitio. Compite
contra sí mismo y en Moscú, como tantas otras veces, completó los últimos metros levantando el pie del acelerador, con cierta pachorra. “Me relajé”, dijo Bolt. Su entrenador le había advertido que no forzase si no se encontraba cómodo. Y sin forzar, el jamaicano hizo 19.66 segundos, la décima marca de la vida de alguien que hace cuatro años en Berlín marcó 19.19, dejando atrás el registro de Michael Johnson (19.32), y que roza la marca de Carl Lewis, el atleta con más oros mundialistas con ocho y a quien podría igualar este domingo si se impone con sus compañeros en el relevo 4x100.
contra sí mismo y en Moscú, como tantas otras veces, completó los últimos metros levantando el pie del acelerador, con cierta pachorra. “Me relajé”, dijo Bolt. Su entrenador le había advertido que no forzase si no se encontraba cómodo. Y sin forzar, el jamaicano hizo 19.66 segundos, la décima marca de la vida de alguien que hace cuatro años en Berlín marcó 19.19, dejando atrás el registro de Michael Johnson (19.32), y que roza la marca de Carl Lewis, el atleta con más oros mundialistas con ocho y a quien podría igualar este domingo si se impone con sus compañeros en el relevo 4x100.
Aunque estuviese lleno de huecos
y de lonas para disimular que el Mundial no ha cautivado a los moscovitas, el
estadio de Luzhniki fue un clamor ante otra exhibición de superioridad de Bolt,
que salió a por todas y con un poder de reacción extraordinario. En la curva ya
era primero destacado y el resto de final resultó un paseo para él y una
oportunidad aprovechada para uno de sus compañeros de entrenamiento, su
compatriota Weir, plata con 19.79, y que no dudó en bailar con él para
celebrarlo. Igual de contento o más estaba Mitchell, inmenso para alcanzar el
bronce después de una remontada impecable en los últimos metros, para superar,
por ejemplo, a Ashmeade o a Gemili, un torpedo que hasta hace dos años era
futbolista y que pasó por las categorías inferiores del Chelsea. El balón le
tienta a Bolt, como el salto de longitud. Inquietudes que no despistan a quien
desde 2008 ha dominado la velocidad contra cualquier rival. Su único vacío fue
su salida nula en los 100 de Daegu. En Moscú recuperó su corona extraviada y
ahora, con Cartel, Weir y Ashmeade buscará igualar a Lewis con ocho oros en un
Mundial. Aunque ya piense más allá: “Mi objetivo
ahora es repetir estos títulos en los próximos Juegos Olímpicos, que es algo
que nunca ha conseguido nadie en la historia”.
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