Cronómetro de Récords entrevista al entrenador del CB Bembibre
Pepe Vázquez tras el partido. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
Toni Delgado / Sant Adrià de Besòs
—Muchas gracias por pedirle también un autógrafo al entrenador. No es lo habitual –le agradece a un niño Pepe Vázquez (Santiago de Compostela, 1980), mientras le firma por detrás la lámina de cromos del Bàsquet Femení Sant Adrià.
El pequeño se va feliz. Pega un salto.
—Te agradezco que te acuerdes de quienes estamos en el banquillo –le comenta el técnico del CB Bembibre al periodista. Pepe Vázquez tiene la mirada limpia y un gran corazón:
podría volar con la Nube Kindon de Son Goku en As bólas máxicas (Bola de Drac, Dragon Ball). Contento y aliviado, conversa casi media hora con Cronómetro de Récords tras vencer por 65-68 al Bàsquet Femení Sant Adrià en el Marina Besòs.
—Pepe, vives mucho el baloncesto.
Casi me emociona tu comentario. Lo hago al límite. Me dejo la piel. Le doy muchas vueltas a la cabeza cuando las cosas salen mal, pero también si ocurre lo contrario. ¿Sabes? A veces me cuesta desconectar. Soy un entrenador muy pasional que intenta transmitirle a las jugadoras su amor y pasión por el baloncesto.
—¿Reclamas tu espacio? ¿Lo necesitas?
No, al revés, necesito estar con los míos. Mi pareja tiene una paciencia infinita: siempre está apoyándome y trata de ayudarme hasta cuando me nota abstraído pensando en el partido. Se lo agradezco. Mis seres queridos son un gran apoyo para mí.
—Jamás he visto a un entrenador con los nervios tan a flor de piel como a Pepe Vázquez en San Sebastián. A Norberto de la Mata, vuestro jefe de prensa, le comentaste que para ti esa victoria fue más importante que el triplete que lograste con el Perfumerías Avenida.
Se lo dije a Norberto y lo mantengo. Guardaré el triunfo ante el CD Ibaeta con un cariño inmenso. En dos semanas se nos fue la americana y la oferta del Sopron a Popi [González, que era su ayudante] supuso una alegría, pero también un mazazo por el momento en el que llegó... Me puse muy contento porque Popi es un trabajador incansable y su apoyo era bestial. Sigo en contacto con él y le digo que todas estas victorias también son mérito suyo. Cuando más complicado parecía todo, más orgulloso me sentí del equipo, que puso corazón, alma... Desde entonces, el grupo está a un muy nivel de juego y de confianza y creo que eso nos permitirá, si Dios quiere, poder salvarnos.
—Justo hace una semana Glòria Estopà confesaba en Cronómetro de Récords que en otro club que no fuese el Bàsquet Femení Sant Adrià habría perdido el puesto en la séptima jornada. ¿Firmarías esa frase?
Puede ser... Tengo que agradecer la confianza de la directiva porque en ningún momento sentí que dudaran de mí. Todo lo contrario. Es un grupo de personas maravillosas que te apoyan y te dejan trabajar. Me repetían que veían que el equipo estaba trabajado y que las victorias llegarían. A un entrenador esa confianza le da estabilidad y tranquilidad.
—"Pepe Vázquez transmite tranquilidad a las jugadoras", asegura Andrea Vilaró.
Lo intento. Me enfado con ellas sobre todo cuando no trabajan al 100%, pero luego intento darles confianza, espacio y protagonismo. Disfruté mucho entrenando a Andrea Vilaró en el Club Baloncesto Ciudad de Burgos. Me alegro mucho del año espléndido que ella y sus compañeras están haciendo en el Cadí La Seu. Y lo mismo digo de Geo [Bahí]. Aprendimos mucho mutuamente esa temporada en Burgos.
—"Buscamos jugadoras con hambre y con ganas de progresar y de seguir creciendo de la mano del club", comentabas, al principio de la temporada, en una entrevista para el CB Bembibre. Un ejemplo podría ser Vicky Llorente, a quien no le destemplan los fallos. Si tuviese más puntería en el tiro, podría ser la MVP de alguna jornada, como le pasa a Maria Jespersen en el Bàsquet Femení Sant Adrià. O Roselis Silva, a la que me ha parecido ver coger más rebotes de los que figuran en las estadísticas. Lo hace incluso con Mariam Coulibaly en el cogote.
Son dos ejemplos perfectos de lo que queríamos cuando confeccionamos el equipo. Estoy muy contento con todas porque muestran hambre, pasión... Vicky Llorente vino a progresar y a tener un rol importante, y así está sucediendo. Aunque no haga números o no anote, realiza un trabajo incansable. En la última posesión Vicky ha defendido a una base, Aina Ayuso, como si fuera una alero. Roselis Silva, igual, quería dar un paso más y en el CB Bembibre es una jugadora de 30 minutos largos con un papel vital. Cuando sus molestias físicas le permiten jugar, está a un nivel excelente. Para mí Roselis Silva es una de las mejores bases de la Liga Día.
—"Le gusta que la jugadora disfrute", sigue Andrea Vilaró. ¿Cómo se consigue eso?
Es lo que peor llevo. Me encanta verla disfrutar y reír, pero desde el trabajo serio y duro. Estamos siendo capaces de gozar en los entrenamientos y de ponernos a currar cuando toca. Saben que soy muy metódico y muy serio, y que no perdono un mal día de trabajo. Me gusta irme feliz a casa pensando que el equipo ha trabajado bien.
—Tienes una mirada creíble. Sincera.
[Sonríe]. El Pepe Vázquez entrenador es el Pepe Vázquez persona: muy pasional y me vacío en lo que hago. Siento el CB Bembibre como si fuera mi casa ["vive el club casi como yo", bromea después Norberto de la Mata, el jefe de prensa]. Las personas con las que he convivido en el baloncesto dicen que soy buena persona. Eso, créeme, vale más que los títulos, las victorias o las permanencias.
—Andrea Vilaró asegura que eres "cercano" con las jugadoras. Eso, a veces, es un poco delicado porque se puede traspasar la línea de la confianza.
Efectivamente. Quiero tocar la tecla de disfrutar y la de la confianza, pero al mismo tiempo...
—Te acercas, pero te vas.
Eso es. Intento ser cercano en su justa medida. Ellas saben que hay un límite que no pueden pasar y que yo tampoco puedo hacerlo con el suyo. Conmigo pueden hablar de lo que quieran y siempre intento apoyarlas cuando tienen un problema personal. Aunque eso nunca se confunde con mi parcela de entrenador. Si les tengo que pegar cuatro o cinco gritos, lo hago.
Un momento de la entrevista. Foto: Sergi Fernández. |
—Antes de que Roselis Silva lanzase los últimos tiros libres, con 65-66 y a falta de 11,6 segundos, le has tocado la mano a Alejandra Quirante. ¿Les has dicho algo? ¿Era un "casi lo tenemos"?
Significa que llevábamos mucho tiempo buscando la racha actual, de cuatro victorias en los últimos cinco partidos. Merecíamos este balance. Perdón... Puede parecer un poco soberbio.
—Hombre, sois el equipo de la Liga Día que más ha competido en las derrotas.
Por eso te lo digo. Nos cruzamos la mirada y Ale me dijo: "Lo vamos a conseguir". Y le contesté: "Nos lo merecemos". Es un gesto de confianza entre una jugadora y un entrenador. Ésta es una victoria muy importante.
—¿Se salvará el Bàsquet Femení Sant Adrià?
Creo que puede conseguirlo. Se ha reforzado muy bien y tiene muchos puntos en las manos, sobre todo cuando entra en una racha positiva. El Bàsquet Femení Sant Adrià es un grupo trabajado, pero esta Liga, perdóname por la expresión, es muy puñetera y, a veces, con eso no basta. Creo que va a estar todo muy igualado por el playoff, la permanencia...
—Empezaste en el colegio La Salle de Santiago de Compostela como entrenador y coordinador de las categorías inferiores.
Cuando acabé el COU, ya sabía que me encantaba entrenar y me curtí en la escuela de mis amores, un club muy humilde que no aspiraba a campeonatos de España. Después, el AD Cortegada apostó por mí y siempre le agradeceré a José Gordoso que me escogiese como entrenador del primer equipo. Me encantaría volver en un futuro al AD Cortegada. Ojalá el club regrese pronto a la Liga Día. Se lo merece por su tradición y la buena gente que hay detrás.
—¿Llegaste a coincidir con Sara Gómez en el AD Cortegada?
El primer año que fui ayudante con Tito estaba ella. Años después, Sara Gómez venía a hacer rutinas de entrenamientos con nosotros. Vive mucho el baloncesto y ama al club en el que ha estado casi toda la vida y que le dio la oportunidad de ser profesional. Sara Gómez es un espectáculo. Si quisiera, podría estar en Liga Día. Es muy buena persona, un cielo de niña y un ejemplo en el trabajo diario. Es la típica jugadora que todo entrenador y entrenadora querríamos tener.
—Por lo que me cuentas, no serías capaz de entrenar a una jugadora egoísta.
Me costaría.
—¿Pero la has llegado a entrenar?
Sí, y normalmente han saltado chispas. Mi equipo intenta jugar de una forma coral. Me gusta más una jugadora que sume para el equipo y que anteponga el nosotras al yo. Hay deportistas muy buenas a las que hay que darle su espacio y talento, pero una que sólo piense en ella misma conmigo suele chocar hasta que no entiende el mensaje.
—¿Has conseguido vencer en esos casos?
Muchas veces sí.
—¿Y qué pasó cuando no fue así?
Que, lógicamente, mis ideas van antes que el potencial de una jugadora. El equipo siempre va a estar por encima de individualidades.
—¿Sucedió eso con Jenna Joy Smith?
Pudo pasar. Era una jugadora veterana que pensaba que aquí se entrenaría poco y tendría un rol súper importante... Éste es un equipo en el que todo el mundo curra mucho y tiene mucho compromiso. Ella no entendió ese mensaje y decidió marcharse.
—El último partido de Jenna Joy Smith fue en diciembre, pero no fue dada de baja en la FEB hasta el 24 de enero.
Resultó un proceso largo. El representante puso problemas para su desvinculación y hubo negociaciones hasta que se le pudo dar de baja. Sólo entonces pudimos fichar a su sustituta, Courtney Range.
—¿Cómo se está adaptando?
Bien. Courtney Range nos ha dado un soplo de aire fresco: es joven, tiene ganas de trabajar y de mejorar. Ha llegado en un momento en el que el equipo ya está muy trabajado tácticamente. Hoy aportó un poquito más que contra el Ensino, cuando acababa de llegar, y ante el Uni Ferrol lo hará mejor. Lo que alabo de mi equipo es que todas suman, independientemente de los minutos que jueguen. A Amy Syll la entrené en el AD Cortegada con 16 añitos y me duele y me parte el corazón no haberla sacado hoy. A pesar de eso, está contenta y el lunes vendrá a entrenarse con una gran actitud. Syll lo estaba haciendo muy bien en los últimos partidos. Ella entiende que, juegue o no juegue, tiene que sumar para el equipo. Igual que Tania, Clara...
—Las más jóvenes del grupo, Tania González y Clara Cáceres, casi no disponen de minutos, pero están cursando un máster de baloncesto. Enseñar a la juventud que hay que tener paciencia no parece fácil.
Tal cual. A veces hablamos con ellas. Tienen que pasar un proceso. Clara Cáceres viene de Primera Nacional y es joven. Tania González venía de Liga Femenina 2, pero tiene menos años. Me gusta esa idea del máster: es cierto. Necesitan aprender cada día de sus compañeras con más experiencia para seguir creciendo y aprovechar sus oportunidades. Me piden mañanas libres para entrenarse y mejorar técnicamente. Estoy encantado con ambas porque su actitud es fantástica. Nos ayudan mucho.
—¿Qué aprendiste de tus dos experiencias extradeportivas más complicadas? En el Club Baloncesto Ciudad de Burgos viviste una gran temporada en la pista y muy dura fuera, con impagos. En el CREF te destituyeron tras seis jornadas y tiempo después te recuperaron...
Son dos episodios que me ayudaron mucho a crecer como entrenador. En Burgos lo pasé muy mal, sobre todo por las jugadoras, que no cobraban... Bueno, yo tampoco lo hacía... Pero el trabajo diario era muy bueno. En ese sentido, fue llevadero. Al final de la temporada el equipo desapareció y me quedé sin trabajo. Nadie apostó por Pepe Vázquez en Liga 1 y volví a Liga 2, me reinventé. El episodio del CREF fue mucho más surrealista. Allí también había impagos. Regresé porque me lo pidieron las jugadoras. Tamara Abalde me llamó: "Pepe, vuelve. Te necesitamos". Fue más una cuestión personal hacia ellas que laboral. Creo que hice lo mejor. Nos intentamos ayudar mutuamente.
—Me transmites supervivencia. ¿Qué le dirías a la gente que puede estar pasando por un momento parecido al que sufriste tras la desaparición del Club Baloncesto Ciudad de Burgos?
Que tengan mucha paciencia y, sobre todo, las ideas muy claras. Que apuesten y le pongan pasión a lo que hagan. La pasión es un motor que les ayudará en los malos momentos. El camino es trabajar, trabajar y trabajar. Al final, la vida te acaba recompensando. El año pasado tuve la suerte de aprender mucho de Miguel Ángel Ortega [fue su ayudante] y de ganar la Liga, la Copa y la Supercopa con el Perfumerías Avenida, de estrenarme en la Euroliga. Ahora vuelvo a estar en un banquillo de la Liga Día y lo estoy disfrutando un montón. Espero seguir en este oficio muchos años... Si mi familia y mi pareja no me matan...
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