El abrazo del éxito del Panathinaikos: Obradovic y Diamantidis. |
Los genios del deporte funcionan como los grandes amigos: llenan tanto en los buenos momentos como en los malos. No hay duda alguna de que Dimitris Diamantidis (Kastoria, 1980) es un privilegiado del universo de la canasta, la extensión en la pista del entrenador más prestigioso de Europa, Zeljko Obradovic. El abrazo entre ambos al final, esas dos caras de felicidad, inmortalizaron el éxito del Panathinaikos, campeón de la Euroliga por sexta vez en su historia ante el Maccabi Tel Aviv (70-78) en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Diamantidis (16 puntos, nueve asistencias) fue el líder de su equipo y el encargado de sacar las castañas del fuego en los últimos segundos: agotó prácticamente la posesión y asistió a Batiste, recuperó una pelota y metió los tiros libres... Todo para impedir al rival perpretar lo que hubiese sido una remontada sensacional. El base griego fue casi siempre el centro de atención de una final de la que fue nombrado MVP, su cuarto reconocimiento individual en esta edición del torneo, pues ha sido seleccionado como el mejor defensor, integrante del quinteto inicial más destacado y como el jugador más valioso.
Diamantidis es un todo en uno, un jugador fuera de lo común pretendido por los clubes con más presupuesto del continente. Dirige, impone el ritmo que quiere y anota. Según se rumorea el Barça ha pensado en él si Ricky Rubio desembarca en la NBA, pero difícilmente Diamantidis se moverá de Atenas, de un Panathinaikos con el que ha ganado tres Euroligas. Ocho acumula Obradovic, cinco con el conjunto griego y una con Partizán, Joventut de Badalona y Real Madrid. La asociación entre ambos es impagable: el técnico le dio la responsabilidad para dirigir el juego y el base no le falló desde el primer momento, cuando ya se vio cómo iría el partido. El Panathinaikos explotaba las penetraciones y la participación de sus pívots, primero Vougioukas y después Batiste, máximo anotador de la final con 18 puntos, el más efectivo al término del primer cuarto pese a no ser titular.
Déficit en tiros de dos
El Maccabi se mantuvo en el partido gracias a su fiabilidad con los triples y tardó más de ocho minutos en meter su primera canasta de dos, en una jugada singular, un reverso a una mano de Eidson. El triunfador de las semifinales ante el Montepaschi Siena metió dos de los seis triples de su equipo al descanso (30-33). El problema es que el conjunto de David Blatt sólo llevaba cuatro canastas de dos (17/43 fue su balance final, un 39%, frente al 62%, 23/37 del Panathinaikos).
Diamantidis es un todo en uno, un jugador fuera de lo común pretendido por los clubes con más presupuesto del continente. Dirige, impone el ritmo que quiere y anota. Según se rumorea el Barça ha pensado en él si Ricky Rubio desembarca en la NBA, pero difícilmente Diamantidis se moverá de Atenas, de un Panathinaikos con el que ha ganado tres Euroligas. Ocho acumula Obradovic, cinco con el conjunto griego y una con Partizán, Joventut de Badalona y Real Madrid. La asociación entre ambos es impagable: el técnico le dio la responsabilidad para dirigir el juego y el base no le falló desde el primer momento, cuando ya se vio cómo iría el partido. El Panathinaikos explotaba las penetraciones y la participación de sus pívots, primero Vougioukas y después Batiste, máximo anotador de la final con 18 puntos, el más efectivo al término del primer cuarto pese a no ser titular.
Déficit en tiros de dos
El Maccabi se mantuvo en el partido gracias a su fiabilidad con los triples y tardó más de ocho minutos en meter su primera canasta de dos, en una jugada singular, un reverso a una mano de Eidson. El triunfador de las semifinales ante el Montepaschi Siena metió dos de los seis triples de su equipo al descanso (30-33). El problema es que el conjunto de David Blatt sólo llevaba cuatro canastas de dos (17/43 fue su balance final, un 39%, frente al 62%, 23/37 del Panathinaikos).
Surge Nicholas
Privado de jugar al contraataque, lejos de su filosofía, el Maccabi utilizaba la puntería desde lejos con el propio Eidson y Pnini y Blu, que también acumulaban dos triples en ese momento. Más completo y equilibrado era el juego del grupo de Obradovic, que apenas dio minutos en la primera parte a Nicholas, imparable y fundamental en el tercer cuarto para superar la barrera de los diez minutos. Nicholas supo aparecer en el momento justo, mientras Schortsanitis no lo llegó a hacer nunca: cometió las mismas personales que puntos aportó (cuatro). Así que entre el acierto de Nicholas y Sato, el criterio de Diamantidis (como Pargo igualó con nueve el récord histórico de asistencias en una Final Four) y la espectacularidad de Batiste el Panathinaikos abrió una brecha muy grande (47-61 a 6m 40s).
Blatt, excelente estratega, el técnico que le birló a España su Eurobásket en casa, apostó por prescindir de tanto músculo y jugársela con la velocidad de los más finos. Eliyahu cogió el testigo para anotar sus 12 puntos a partir de ese momento y poner al Maccabi a cinco (64-69 a 1m 20s) y a cuatro (70-74 a 15'5 segundos). Diamantidis, inalterable ante las circunstancias por malas que sean replicó. El base protegió a su equipo, que aseguró el triunfo desde la línea de personal. El abrazo de Obradovic y Diamantidis es una marca para el mejor equipo europeo del siglo XXI, que ya piensa en revalidar el título el año que viene. Estambul será la sede de la Final Four.
MACCABI TEL AVIV 70 (15+15+13+27): Pargo (12), Eidson (17), Pnini (8), Eliyahu (12), Schortsanitis (4) -quinteto inicial-, Blu (14), Hendrix, Burstein, Macvan (3) y Sharp. PANATHINAIKOS 78 (22+11+21+24): Diamantidis (16), Calathes (4), Sato (13), Fotsis (5), Vougioukas (4) -quinteto inicial-, Batiste (18), Maric (2), Perperoglou (2), Nicholas (14), Tsartsaris, Kaimakoglou y Tepic. Árbitros: Juan Carlos Mitjana (ESP), Luigi Lamonica (ITA) y Robert Lottermorser (GER). Eliminaron por cinco faltas personales a Pnini (min.40).
No hay comentarios :
Publicar un comentario