sábado, 17 de octubre de 2020

Paula Palomares: "Mi carrera no es brillante ni he tenido éxitos, pero he sido tan feliz..."

La base-escolta del Club Baloncesto Leganés ha regresado a la competición 15 meses después de sufrir una grave lesión de rodilla con la selección 3x3

Paula Palomares durante un partido con el Estudiantes. Foto: Juan Pelegrín. 

Toni Delgado (@ToniDelgadoG) #baloncestofemenino #LigaFemenina2

"Llevaba toda la semana agobiada y con muchos nervios, y les solté mis miedos, el pánico a hacer el ridículo y a que mi rodilla, después de 15 meses sin competir, no me respondiese. Lloré, para variar", confiesa Paula Palomares (Madrid, 1984), base-escolta del Club Baloncesto Leganés, desde su casa. No parece casualidad que lleve puesta una sudadera de la selección 3x3.

Qué importante es tener cerca a personas que encuentran las palabras adecuadas en el momento oportuno. 

—No tienes nada que demostrarle a nadie. ¡Eres Paula Palomares! Olvídate de tus miedos y céntrate en ser tú. Date tregua. Es obvio que necesitarás más tiempo para ser la de antes –le pidieron Antonio Pernas, su entrenador, y su compañera, Esther Moreno, centrada en su rehabitación. 

Paula Palomares, por fin, encontró la paz interior que tanto necesitaba y al día siguiente, el sábado 10 de octubre, se levantó "mucho más tranquila". La base-escolta aportó cinco puntos y tres asistencias en el triunfo del Club Baloncesto Leganés por 83-50 ante el Nou Bàsquet Femení Castelló, en el Pabellón Europa. Atrás quedaba su rotura del ligamento cruzado de la rodilla y del menisco externo en un partido de preparación con la selección 3x3. 

"Es una fuente de inspiración para quien la conoce bien... Seguro que Paula minimizará lo que le digas. Es muy sencilla", me advierte un par de días antes de la entrevista Lucas Victoriano, su marido,  entrenador del Regatas Corrientes argentino y exjugador, entre otros, del Real Madrid, Lleida, Girona y CAI Zaragoza. Tal cual. La entrevistada es puro nervio. Habla de prisa, pero se le entiende todo, y su tono, seguro y entusiasta, recuerda al de Laia Palau. Se nota que Paula Palomares sabe escuchar, es detallista y se esmera por cuidar a su gente. Su segundo apellido la define: Valiente.  

La conversación es una "noria de emociones". "Me he reído, he llorado... Te agradezco una entrevista que me ha subido un poco la moral. Es muy especial saber cómo me ven personas a las que quiero tanto", confiesa Paula Palomares.  

—Antes de volver a las pistas abrazaste en silencio a tu amiga Aitana Cuevas.  
Ella sabía que en un momento así no tenía que decirme nada porque soy muy sensible... Aitana siempre está, sobre todo en los momentos más duros, y también te dice las cosas malas. Es la persona más sincera que conoceré jamás.  

La base-escolta madrileña, en su regreso a la competición ante el Nou Bàsquet Femení Castelló. Foto: Club Baloncesto Leganés.

—¿Viviste el partido contra el Nou Bàsquet Femení Castelló casi como si fuese tu debut en Liga Femenina? 
¡Igual! Parecía una niña pequeña. Aunque lleve más de 400 partidos en competiciones FEB, sigo poniéndome nerviosa antes de cada encuentro. Me exijo mucho. 

—¿Con los años sufres mejor? 
Sí. Lo he pasado muy mal y ahora me tomo los golpes de otra manera porque sé que al principio parece que el mundo se te caiga encima y luego haces de tripas corazón y te levantas como puedes.  
  
—"Sólo una jugadora con gran capacidad de sufrimiento es capaz de reponerse y recuperarse como lo ha hecho Paula", destaca Vega Gimeno, compañera tuya en el 3x3.
¡Mi Vega! Ella también ha superado mil percances... No me digas estas cosas que me emociono un montón... 

Conexión Aitana Cuevas-Paula Palomares. Foto: FIBA. 

—Pues quedan unas cuantas emociones, Paula... ¿De dónde sacabas energías ante los continuos contratiempos que tuviste durante la rehabilitación? 
De mi hermana, de mi hija, de mi madre, de mi marido Lucas [Victoriano]... De mi gente. Mi objetivo es estar en el Preolímpico 3x3 y poder ir a los Juegos de Tokio. Si lo consigo, me retiraré porque cada día sufro mucho entrenándome y jugando por la rodilla y por todo. 
 
—La lesión te impidió competir en tu última temporada en el Estudiantes. Estabas rota por dentro, pero por fuera tratabas de que no se notase y de transmitir energía al grupo.  
No me entusiasma expresar mis sentimientos. Ese es mi problema: a veces no comunico bien. Puede que muestre que todo me va genial y que realmente esté destrozada. Es mi forma de ser: no me gusta mostrar mis debilidades ni sentimientos.  

—Hay una excelente foto de Juan Pelegrín que dice tantas cosas... El retratista del Estudiantes la describe así: "La temporada pasada fue muy dura para ella y, mientras sus compañeras calentaban en Alcobendas, Paula no podía evitar que su mirada reflejara la tristeza por no estar con ellas". 
La recuerdo perfectamente. Es muy bonita. Seguramente pensé eso en los entrenamientos y partidos. Disfrutaba porque el equipo jugaba como los ángeles, pero sufría por no poder sumar. Compañeras, cuerpo técnico y club me hacían partícipe del grupo y se esmeraban en animarme. Justo cuando iba a unirme a los entrenamientos llegó el confinamiento. No pude entrenarme con ellas y hacer vestuario. 

"Lo que daría por estar ahí calentando con mis compañeras..." (Paula Palomares). Foto: Juan Pelegrín. 

—Eres una líder divertida que utiliza las bromas para hacer grupo.  
Sí, aunque muchas veces me dicen que tengo un humor un poco ácido y negro. Me gusta que haya buen ambiente en el equipo. Con las bromas muestro mi cariño. Soy muy cariñosa, graciosa y pesada. También alegre, aunque últimamente no mucho.   

—El curso 2006-2007 coincidiste con Paula Mercadal, Naiara Díez, Cindy Lima y Verónica Compañ en el Basket Zaragoza.  
Mi etapa en Zaragoza fue la mejor y esa temporada resultó impresionante porque nos juntamos las cinco. Hacíamos un juego divertido, aunque a veces se esperase más de nosotras. Cindy Lima era la directora de orquesta: nos daba mucha vida. 

—¿Cindy Lima potenció tu humor? 
¡Claro! ¡Es una gran maestra! Hacíamos un buen tándem. Qué recuerdos.  

—"Nunca me imaginé que Paula llegara a ser mi mejor compañera y como una hermana. Su carácter agresivo en la pista se transforma en bondad fuera de ella y siempre está cuando le necesitas", te retrata Paola Mercadal. 
Hay compañeras que aseguran que como rival doy otra imagen totalmente diferente. Habrá quien piense que soy un poquito chulita jugando, pero cuando me conocen... ¡Descubren que no es así! Soy competitiva, quiero ganar y no me guardo nada.  Naiara Díez y Paola Mercadal son hermanas para mí, hemos vivido muchos años juntas y están ahí siempre.   

"Es un partido en Granada, que se suponía fácil, pero se enmarañó y no se ganó hasta el último tiro. Refleja una cara distinta de Paula" (Juan Pelegrín). Foto: Juan Pelegrín.

—Cuando Naiara Díez aparece, se nota.  
Tiene una magia infinita y nunca pierde la sonrisa. Yo, como buena géminis, puedo estar riéndome a carcajadas y al rato, de mala leche. A Naiara nunca la verás enfadada. Cuando está mal, sonríe y te ayuda igual. Las buenas personas son el gran regalo que me ha dado el baloncesto. 

—¿También te ha ayudado a conocer más rápido a las personas?  
Es verdad. Cuando empiezas te llevas muchos palos porque confías mucho en el resto y hay quien te defrauda. Supongo que ocurre en cualquier trabajo. Cuando veo a alguien con quien no congeniaré por personalidad o forma de ser, intento no entrar en conflictos con esa persona. Espero que cuando acceda al mundo laboral también sepa gestionar esas cosas. Estoy estudiando un grado superior de Administración y Finanzas.  

—¿Te ves como tesorera de un club?  
¡Ojalá pueda seguir vinculada al deporte! He jugado en muchos clubes y nunca me he ido mal de ninguno. Sólo un lunar, eso que  pasó hace tanto en el Estudiantes. Pero volví y me acogieron todavía mejor que antes. Creo que no tengo enemigos por donde he pasado. 

¡Triple de Paula Palomares! En su etapa en el Club Baloncesto Alcobendas. Foto: Luis Javier Benito

—¿Tu primera salida del Estudiantes ha sido el peor momento de tu carrera? 
Sin duda. Tenía 19-20 años y era muy inocente. Estuve mal asesorada y pensé que mi salida sería fácil. Quería irme porque había tenido problemas durante el año y, para ofrecer mi mejor nivel, necesito estar bien en el equipo y sonreír. Me pintaron una solución sencilla si me acogía a una cláusula, pero cuando me empezaron a llamar los medios diciéndome que era la primera jugadora que optaba por el decreto 1006... Me quería morir. Con lo tímida que soy... Qué vergüenza. Además, hubo quien se inventó que me llevaba mal con las veteranas del equipo... Pasé un verano horrible fruto de mi inexperiencia y de estar mal aconsejada.  

—¿El gran problema fue que el Estudiantes no quería que te fueses al Canoe y que ese fue tu destino?  
Mis padres no me dejaban salir de Madrid hasta que no acabase mis estudios y la única opción era fichar por el Canoe. Estudiantes me daba la carta de libertad si no me iba allí... Y se complicó la cosa. Al final, pagamos el dinero y me fui.  

—¿Fue una liberación para ti volver al Estudiantes 14 años después? 
Sí. Era algo que siempre me repetía mi padre: "Me gustaría que regresases al Estu, es donde has jugado mejor". Y qué mala suerte que falleció en agosto [de 2018] y no lo vio. Mira, en el brazo derecho llevo tatuado "8 de junio", su fecha de nacimiento y la mía. Era una persona muy, muy importante para mí. En septiembre me fui a vivir a Argentina. Ya me había retirado del baloncesto en abril, pero me llamó Alberto Ortego. Entre él y Aitana me convencieron y en enero de 2019 regresé. 

—Entiendo que tendrías dudas de volver al Estudiantes.
Era miedo al recibimiento. ¿Y si alguien me recordaba la historia que hacía mucho que había borrado de la cabeza? Una muy mala experiencia que ni el club donde empecé ni yo nos merecíamos. Todo el mundo me recibió con los brazos abiertos y nadie me echó en cara nada. Y con Alberto Ortego genial, como siempre.  

Paula Palomares suma desde cualquier sitio. Foto: Juan Pelegrín. 

—Fue quien te hizo debutar en Liga Femenina.  
Así es, y hubo quien se inventó que me llevaba mal con él. Lo que más odio del deporte son las invenciones. Era el primer año de Liga Femenina 2 y luchábamos por no descender, pero jugamos tan bien que ascendimos en Tenerife junto al Puig d'en Valls. ¡Éramos una piña! Y esa química todavía se nota en nuestro grupo de WhatsApp.  

Hace casi 14 años me confesaste que eras un poco vaga. ¿Sigues siéndolo? 
No... Bueno, soy vaga, pero tengo un bichito por aquí, Carlota, que no me deja serlo. [Risas]. Es buena y tranquila. He cambiado mucho desde que soy madre. Me encanta hacer cosas con Carlota y, por más cansada que pueda estar, aprovechamos al máximo el tiempo que estamos juntas. Mi hija es mi fuerza.  

Paula Palomares. Foto: Luis Javier Benito. 

—Lucas Victoriano quiere que siga vuestros pasos.  
A mí me encantaría también, pero Carlota es igual de perfeccionista y competitiva que sus padres y le da vergüenza cometer fallos. Parece que tenga la presión de no ser peor que nosotros. No hay que obligarle a nada. Que decida ella.  

—¿Te la imaginas también de base-escolta o no la ubicas todavía? 
Será más alta que yo. Me encantaría que fuese un 3 alto. Tiene un cuerpazo como su padre. A mí se parece en el carácter.  

—¿Dónde puedo comprar un bolso Valentino Gucci?
[Carcajadas]. ¡Qué momentazo! ¡Estuve riéndome dos semanas! Por suerte lo pudimos cambiar.  

—¿Sí? Eso no me lo ha contado Aitana Cuevas... 
Sí. ¡Hemos pasado juntas cada cosa! ¡Y a Aitana le ocurre de todo! Se me había olvidado esa anécdota de nuestro primer Mundial de 3x3, en China. [Risas]. Gracias a una española que vivía allí nos dimos cuenta de que no era un bolso de imitación de Gucci, sino que las correas eran del color de un Valentino... ¡Era un Valentino Gucci!   

—¿Estuvisteis dos horas regateando el precio y otras dos para devolverlo? 
Más o menos... La vendedora nos recibió con los brazos abiertos hasta que vio la cara que puso Aitana, que le dijo muchas cosas que, claro, no entendía... Pero pudimos cambiar el Valentino Gucci por un monedero. [Risas].   

Se nota un poco que a la entrevistada le encanta el baloncesto, ¿no? Foto: Juan Pelegrín.

—"En la pista Paula es pura improvisación, magia y no tiene miedo a nada, como Facu Campazzo. Eso es 80% innato y 20% trabajo. Les puedes guiar, pero tienen arranque de genios", asegura Lucas Victoriano. 
Ostras... [Se ríe]. ¡Ya me gustaría a mí parecerme a Campazzo! Le agradezco mucho el comentario, pero no me veo ni a la altura de los zapatos de Campazzo.  

—¿Cómo recuerdas tu experiencia en el concurso de triples de la Supercopa ACB
Llevaba un año jugando tras ser madre. ¡Pasé muchos nervios! Me hubiera gustado repetir experiencia para disfrutar más la competición y hacerlo mejor, pues me machaqué a tirar por la mañana y un rato después tuve que hacer la clasificación. Un dolor... Quedé séptima y me tocó contra Jaycee Carroll. Mala suerte y un honor. Una gran experiencia que pude vivir con mi hija y mi marido y le estaré eternamente agradecida a la ACB por invitarme. 
 
—"Cada día aprendo de Paula porque es muy tranquila, muy resolutiva y responsable, extremadamente trabajadora. Me ha enseñado a ser más ordenado. No había podido encontrar una madre mejor para mi hija", asegura tu marido. 
[Se ríe]. En realidad, soy muy nerviosa y le saco de sus casillas. Lucas es un poco desastre y yo le aporto orden. No soy nada segura para tomar decisiones y necesito que me apoye: tiene mucha más experiencia y ha tomado decisiones mucho más difíciles que yo, que me agobio en un vaso de agua. Él lo relativiza todo. Formamos un gran equipo. Intentamos sacar el lado positivo de todo y acabar riéndonos de los problemas. Lucas siempre me está alabando como madre. Yo intento ser la mejor posible para mi gordi.   

—¿Cómo crees que te definiría Carlota como madre?
¡Me encantaría saberlo! Siempre me dice que soy muy pesada y ahora está en ese momento de "mama, me das vergüenza". Estoy muy encima de ella, le pregunto mucho... Nos llevamos muy bien.  

—Puede que pesada sea el adjetivo más repetido para retratar a las madres. 
¡Sí! Yo se lo sigo diciendo a la mía... [Risas]. Educar a alguien es súper difícil y mi hermana, que es maestra, me ayuda un montón. Y Lucas siempre está ahí, aunque sea desde la distancia. Se preocupa del mínimo detalle. Me escucha, me apoya. Me comprende. 

¡Dentroooo! Foto: Juan Pelegrín.

—Si pudieras viajar en el tiempo, ¿qué le dirías a la Paula Palomares de 17 años antes de debutar en Liga Femenina? 
No demasiado. Mi carrera no es brillante ni he tenido éxitos, pero he sido tan feliz... No me arrepiento de nada, salvo de la primera salida del Estudiantes. Muchos entrenadores me han asegurado que habría llegado más alto si me lo hubiese tomado más en serio. Sinceramente, no estaría donde estoy con otras decisiones. Necesitaba sentirme bien sin dejar de dejarme la piel.  

—¿A qué crees que se refieren con si te lo hubieras tomado "más en serio"?
En mis cinco temporadas en el Basket Zaragoza pasamos de luchar por disputar playoffs y Copa a hacerlo por no descender. Podía haberme ido a otros equipos de la Liga o de fuera con mayores objetivos, pero no me marché [al Union Navarra Basket] hasta que no me quisieron porque estaba muy a gusto en el club y la ciudad. Quizás es un poco contradictorio, pero soy perfeccionista y comodona a la vez... Si estoy bien conmigo misma, no me gusta cambiar. Los cambios me trastocan todo. 

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