Webber salta en el podio de Silverstone - AP. |
Tiene cara de superhéroe, pero papel de secundario. Muy a su pesar Mark Webber (Queanbeyan, Australia, 1976) sabe que es el segundo piloto de Red Bull, que mira con mejores ojos a Sebastian Vettel. El australiano lo descubrió hace dos años en Silverstone, cuando el equipo le quitó un nuevo alerón para dárselo al alemán. La réplica de Webber fue ganar la carrera y competir por el Mundial hasta el último suspiro. Tras un 2011 discreto, está brillando este curso, que comenzó con cuatro puestos consecutivos y en el que ya acumula dos triunfos. Es el único que lo ha logrado junto a Fernando Alonso, al que con adelantó a cinco vueltas para el final para asegurarse la novena victoria de su carrera en Silverstone, ahí donde se reivindicó en el pasado, además de recortarle siete puntos a su rival. Segundo en el GP de Gran Bretaña, Alonso conserva el liderato con 129 por los 116 del australiano y los 100 de Vettel, tercero, sólo pudo adelantar a un Felipe Massa excelente en la primera parada en boxes.
Webber reconoció hace unos meses en El País que renovó por Red Bull porque no tenía otra opción, dando a entender que se hubiese ido a la mínima oportunidad apetecible que le hubiese surgido. No está a gusto viéndose segundo plato y se esmera para demostrarle al equipo que merece el mismo trato que el bicampeón Vettel. Quiere hablar en la pista con actuaciones tan completas como la de Silverstone, donde no cometió sus habituales errores en la salida, en la que se mantuvo segundo tras Alonso, el único de los primeros junto a Lewis Hamilton en partir con neumáticos duros. Un error de vista de Ferrari, que ha evolucionado tanto el F2012 que es competitivo en cualquier circunstancia, para marcar la pole en un trazado mojado y para opositar por el triunfo en un circuito repleto de curvas (18) y muy exigente con la aerodinámica.
Remontada de Grosjean
Tras su última parada para poner las gomas blandas (vuelta 38) Alonso pudo mantener la primera posición, pero no pudo hacer nada para que Webber le adelantase en su segunda tentativa: “Mark venía demasiado rápido. Nos hemos tocado y lo importante era no forzar y acabar con cero puntos”. Con margen suficiente con Vettel, Alonso supo conformarse con el segundo puesto, mientras que su compañero Massa se esmeró en conservar el cuarto, su mejor posición de la temporada, pese a llegar a tener en el cogote a Kimi Raikkonen. Justo detrás del finlandés acabó Romain Grosjean, protagonista de una remontada fabulosa después de verse obligado de hacer un pit stop en la primera curva tras un choque. Aunque el de Checo Pérez y Pastor Maldonado se llevó la palma. El mexicano vio cómo el venezolano le iba sacando de la pista. Pérez acabó muy enfadado tras su retirada: “No es la primera vez que hace algo así. De la forma que se mantiene y te pelea la posición … Simplemente es muy estúpido”. Mientras que Maldonado lamentó lo sucedido –“la verdad, lo siento mucho”– y se justificó: “Tenía las gomas frías y se me fue la parte trasera del coche. Es un accidente de carrera”.
El crecimiento de Ferrari ha sido inversamente proporcional a la caída de McLaren, que en Silverstone cuadró unos pit stops perfectos –los dos primeros fueron en 2'8 segundos, los mejores de la jornada–, pero vio cómo sus pilotos sumaban un papel que no se corresponde con su talento. Hamilton alargó al máximo el primer cambio de neumáticos –lo hizo en la vuelta 22– y no le puso las cosas nada fáciles a Alonso para adelantarle. El campeón de 2008 acabó octavo, mientras que Button, que no había superado ni la Q1, sólo fue décimo. Séptimo acabó Michael Schumacher, una tortura para su ex compañero en Ferrari Massa, que tuvo que dar lo mejor que sí para superarle. Felipinho también quiere reivindicarse como hace Webber, al que le están avalando los números. El australiano fue frío celebrando la victoria tras salir del coche: apenas un aplauso silencioso y un brazo al aire, pero después se desmelenó en un podio en el que el tricampeón Jackie Stewart entrevistó a los pilotos del podio. Una novedad acertada para acercar a la grada el testimonio de sus ídolos, por los que han pagado una entrada.
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