Lorenzo festeja su sexta victoria del curso en Misano - Reuters. |
Decía Jorge Lorenzo que cuando la temporada baje el telón en Valencia podrá saborear su duelo codo con codo, milésima a milésima, con Dani Pedrosa. “Con la presión es difícil disfrutarlo”, continuó el piloto de Yamaha, que se había quedado a una curva de ganar en Brno y a 18 milésimas de lograr la pole en Misano. Esperaba Lorenzo una carrera de tú a tú tensa y larga. Contaba el balear –y el aficionado– con otro duelo delicioso. Un duelo que no pudo ser por el colmo de la mala suerte de Pedrosa, al que, sin comerlo ni beberlo, le pasó de todo en el GP de San Marino: en el primer warm up se le paró la moto y tuvo que ser empujado por sus mecánicos, que después –descontada una vuelta por una salida fallida por los percances de Abraham– tuvo problemas con uno de sus calentadores. El equipo se llevó la máquina al pit lane para solucionarlos y Pedrosa hizo la segunda vuelta de reconocimiento dándole un golpe a la moto: algo fallaba. Iba tan lento que llegó a la formación de salida detrás del coche de seguridad, con lo que, como marca el reglamento, tuvo que ponerse último. En la salida Pedrosa fue esquivando rivales, hasta que, cuando rodaba 12º, fue arrollado por Héctor Barberá, con lo que el terreno quedó llano para Lorenzo, frío para no arriesgar en exceso y escaparse poco a poco como líder de la prueba, la cuarta consecutiva que gana en Italia. Un triunfo, el sexto en 13 carreras, que le permite contar con 38 puntos de margen sobre su rival a falta de 125 por disputarse. Lorenzo, deportivo, lamentó los percances de Pedrosa y bromeó en el podio con el cava con su próximo compañero en Yamaha, Valentino Rossi, brillante para escalar hasta el segundo puesto para delirio de su hinchada y en el circuito que está al lado de su casa y que ahora lleva el nombre de su amigo Marco Simoncelli, de quien Álvaro Bautista heredó la moto. El piloto de Talavera de la Reina se estrujó para lograr su primer podio en Moto GP por tres milésimas ante Andrea Dozivioso.
Cambió el chip Lorenzo en cuanto le marcaron en la pizarra que Pedrosa estaba fuera. “Me hubiera costado batirle”, dijo el balear, que también tuvo que retirarse en Assen tras ser envestido por Bautista, emocionado por su primer podio en la máxima categoría y lo suficientemente sereno como para dedicarle el resultado a los que han confiado en él y no lo ha los que le han criticado. Bautista tuvo una mala salida y cayó a la séptima posición, pero con su tesón habitual fue zampándose a Spies –Cruthlow se cayó solo–, a Dovizioso y por el interior a Bradl, que había agobiado tanto como podía a su ídolo, Rossi, excelente para remontar tres posiciones en la salida y plantarse segundo. Un puesto que nunca cedió: “Quería dedicarle la victoria a Marco, pero he dado todo lo que podía dar. Esto va para los que me han ayudado, han creído en mí y me han soportado”.
Dovizioso, otra vez cuarto
Dovizioso, otra vez cuarto
Il Dottore estaba encantado viendo ondear las banderas con su número, el 46, oyendo a sus vecinos y volviendo a estar entre los mejores en una carrera, con su podio número 177. Lo primero primero que hizo el nueve veces campeón del mundo fue saltar encima del muro de protección de neumáticos para saludar al público. Mientras, Bautista estaba inquieto porque no sabía todavía si era o no tercero. La organización examinaba una y otra vez la llegada a meta con Dovizioso, finalmente cuarto por 20ª vez en Moto GP. El italiano es el piloto que más veces se ha quedado a las puertas del podio en una categoría que está dominando Lorenzo, que decía que sí con la cabeza mientras sonaba el himno español, que guiñaba su ojo izquierdo. Luego hizo su salto habitual, tan grande como el que ha pegado en la clasificación por su templanza y regularidad y la mala suerte de Pedrosa en Misano. Al balear le tocó también la cruz en Assen.
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