El
número uno rompe la racha de ocho títulos seguidos en Mónaco e
inicia con nota su gira en tierra batida (6-2 y 7-6)
Djokovic festeja su triunfo en Montecarlo - AP. |
Cuando
Novak Djokovic abre los brazos y se libera de la tensión acumulada
es posible que sepa alguna de las marcas que acaba de lograr en la
arcilla de Montecarlo. La primera, claro, es que ha logrado llevarse
su anhelado Másters 1.000 a la tercera tentativa y que es el jugador
que figurará siempre como quien rompió la racha triunfal
en Mónaco de Rafa Nadal, que acumulaba ocho títulos seguidos y que
contando ese tiempo y hasta esta final solo había cedido siete sets.
Pero Djokovic vence en dos (6-2 y 7-5) en casi dos horas de juego y se
convierte también en el primero que gana ocho Másters 1.000
diferentes (Indian
Wells, Miami, Montecarlo, Roma -2-, Madrid, Canadá, Shanghái y
París). Al serbio solo le queda Cincinnati para completar los que están en el calendario actual. Sabe que esta victoria supone un
golpe de moral para él, que también aspira a destronar a Nadal
en Roland Garros, el único Grand Slam que le falta.
No
se enfrentaban en un torneo desde esa final de París, jugada un
lunes por culpa de la lluvia, que también retrasó, aunque apenas
una hora, la cita en Montecarlo. Una cita que empezó como un huracán
Djokovic, poniéndose 5-0 por delante y sin restos de sus dolores en
el tobillo derecho. Nadal chocaba contra un rival desatado que
acertaba con las líneas y contra sí mismo, pues fallaba solo: un
revés, otro revés cortado o haciendo una doble falta. El mallorquín
estuvo a punto de ceder el set sin ganar un juego, pero fue capaz de
remontar dos pelotas de break en el sexto. Pero cedió en la manga
6-2.
Dispuesto
a forzar el tercer set, Nadal se creció en el segundo. Jugó con más
frescura y soltura y se colocó 2-4. La réplica del número uno fue
un juego en blanco, otro en el que cedió un punto y otro igualado
(5-4). Djokovic se bloqueó con su revés y Nadal se puso 5-6 y
sirviendo para alargar el partido. Pero de nuevo el serbio respondió
con un juego en blanco y con un tie-break inmaculado. Es el tercer
título del curso para el serbio tras el Abierto de Australia y
Dubai, su 14º Másters 1.000 y una inyección de confianza de cara a
Roland Garros, territorio de Nadal, que en su retorno a la
competición ha ganado tres torneos y ha sido finalista en los otros dos. Es su mejor comienzo de siempre en un curso difícil tras
siete meses lesionado.
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