Miqui Calderón acaba de vendarle el pie a Berta Dalmau. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
Toni Delgado / Sant Adrià de Besòs
—Txell, sácate la bamba y a la camilla... –pide Miqui Calderón.
—¡Mi pie en una foto! ¡Si es muy feo! –lamenta Txell Alarcón.
—Venga, que no hay pie feo, eh... Nada, nada... –responde el fisioterapeuta del Bàsquet Femení Sant Adrià, mientras le venda el izquierdo.
La preocupación de Berta Dalmau es menor.
—¿Tiene que salir mi dedo pequeño? –pregunta, divertida.
—¡El pack completo, Berta! —responde Miqui Calderón.
—¡Qué rápido eres, Miqui!
—¡Boji, te toca! —sigue el fisio.
A Bojana Kovacevic le venda el dedo.
—Miqui, esta foto es la mejor... —interviene la ala-pívot.
—Porque sales tú, ¿no? —responde Miqui Calderón.
Kovacevic se ríe.
—¡Sí!
—¡Cómo te gusta la cámara, eh, Boji...!
Diez minutos en la modesta sala del Pavelló Ricart, más de una hora antes de la derrota por 68-71 ante el CB Almería, bastan para valorar la figura del fisioterapeuta en un equipo. Alguien que necesita dotes de psicología, humor y liderazgo. Da la sensación de que en esos momentos Miqui Calderón está tan lúcido que sería capaz de resolver cualquier problema. Podría hasta montar un consultorio. Su oficio tiene un poco de eso también.
—¿Cómo son los instantes previos a un partido para un fisioterapeuta?
Me pongo muy nervioso porque no quiero que las jugadoras nos estén esperando... ¡Son quince o 20 minutos muy intensos! Tanto Andrea [Sánchez] como yo vamos muy de culo porque todas nos reclaman: unas te piden que les pongas crema para calentar, otras vienen tocadas o quieren que les hagas vendajes... Normalmente llego hora y media antes de que empiece el partido. Si no hay problemas físicos de por medio, es un trabajo monótono.
—¿Soléis infiltrar a jugadoras?
No, pues no contamos con un servicio médico ni con un médico deportivo que nos guíe día a día. Hay casos excepcionales, como en la fase de ascenso a Liga Femenina de León, en 2017. Eilidh Simpson se luxó el hombro en el último partido de la fase de grupos y casi no podía levantar el brazo. Jugó la final y las horas posteriores, cuando vuelve el dolor, lo pasó bastante mal.
—¿Después de un partido tratas a las jugadoras?
Depende... Si la jugadora viene tocada y es necesario, sí. Generalmente las convoco al día siguiente a mi consulta, donde tengo las herramientas adecuadas. Tras un encuentro sí que utilizamos hielo en recuperaciones de tobillo, contusiones u otras cosas que puedan aparecer.
Miqui Calderón y el pie izquierdo de Txell Calderón. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
—¿Crees que las llegas a conocer mejor que el entrenador, César Aneas?
Estás en un contexto de más confianza: es una relación de terapeuta-paciente. Normalmente la jugadora se expresa y la conoces más personalmente: sabes qué le motiva y qué no.
—¿Sabes mejor cómo son que César entonces?
Tenemos perspectivas diferentes. La suya es más en la pista. A veces la jugadora camufla detalles que en la consulta pueden aparecer. También depende de la persona: hay quien se deja ir y te explica su vida, y quien hace todo lo contrario.
—¿Me podrías poner un ejemplo de ambos casos?
Con Mireia Vila he hecho gran parte de la recuperación: el pre y el postoperatorio, el período antes de competir, cuando vuelve a las pistas... La temporada pasada arrastrábamos [sí habla en plural] muchos problemas con la rodilla. Al final, se genera un vínculo de amistad, igual que con Cris [Hurtado] y Helena [López]. Son quienes llevan más tiempo en el club. Éste es mi cuarto año. ¿Una que se abra menos? Normalmente las extranjeras. No te diré nombres, pero con algunas casi no hablas en la consulta.
Contrastes. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
—El año pasado Mima Jovanovic te pedía mucho tute en los tratamientos. ¿Tienes alguna jugadora así esta temporada?
Mili [Miljana Dzombeta] me dice: "Muy suave. Estoy acostumbrada a que me metan más caña". Supongo que en su país [Bosnia y Herzegovina] los fisios trabajan de una manera diferente y cuando descargan, aprietan a muerte. A la jugadora normalmente la trato más globalmente y no la aprieto tanto. Es un cachondeo que Bojana [Kovacevic] como Dzombeta me digan lo mismo: "Miqui, lo haces muy suave". [Risas].
—¿A qué te refieres con tratarla más globalmente?
Soy osteópata. Cuando vienen por un problema muscular, no me centro con ese tejido. Miro toda la biomecánica. Si, por ejemplo, a nivel pélvico tiene algún desequilibrio. No trato sólo el isquio, también la cadera, el pie, la lumbar... El tratamiento es más global. Cuando descargo, a veces lo hago con Indiba.
—¿Qué hace la máquina Indiba?
Es una terapia celular que regenera tejido, acelera el proceso de recuperación, miminiza el dolor, disminuye la inflamación... En el caso de Txell Alarcón, con un esguince de segundo grado, en dos semanas jugó contra el Unicaja. Con Minata, que tiene un esguince en el ligamento externo del tobillo, estamos haciendo Indiba y trabajando una hora o dos al día. Si hay entrenamiento, realizamos ejercicios posteriores. Espero que en una semana o semana y media [la entrevista fue el pasado sábado] Minata esté ya en condiciones para jugar.
—¿Cuáles eran antes y cuáles son ahora las lesiones más habituales en el baloncesto?
Las mismas. En un deporte de contacto donde se salta, se frena o se acelera las rodillas y los tobillos sufren muchísimo. Contamos con un protocolo de prevención elaborado por Aitor Piedra y Víctor Ciavattini, Bachi. Todo el mundo sabe que Bachi es un crack en este aspecto y en general.
—¿Qué jugadora de las nuevas te ha sorprendido más porque te pida cosas en concreto, sepa más de tu oficio...?
Todas vienen de un nivel de fisioterapia bueno. Nos entendemos. Soy muy próximo a ellas y tenemos una gran relación. Mili [Miljana Dzombeta] es la bomba, un espectáculo. Es muy divertida y graciosa. Me defiendo muy poquito con el inglés y a veces no puedo comunicarme con Mili en ese idioma. Normalmente Boji [Bojana Kovacevic] me traduce del serbio.
—¿Quién te enseñó más inglés Maria Jespersen o Mima Jovanovic?
Jespersen tuvo una lesión de tobillo. Cuando una jugadora se lesiona, pasa cada día conmigo una o dos horas diarias. Y tanto que aprendí inglés, pero si Mima hubiese sido la lesionada, habría progresado más con el idioma porque ella sabe español.
Berta Dalmau pasándoselo pipa. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
—Me contaste un día que tu inglés es un poco indio.
¡Completamente indio! El año pasado era muy divertido cuando explicábamos un ejercicio... Mire [Mireia Vila], que tiene un nivel muy alto, se reía: "Miqui, no tienes ni idea de lo que has dicho". ¡Tenía toda la razón del mundo! [Risas]. Este año el inglés es minoritario en el equipo, en el que hoy, por ejemplo, hay convocadas cinco júniors. La temporada pasada gran parte del entrenamiento de Glòria Estopà era en inglés. A ella la entendía porque su inglés es muy académico, pero a Meighan Simmons y a Robyn Parks, nada... Las americanas hablan muy rápido. El inglés es una asignatura pendiente para mí.
—Eres el entrenador del sénior B masculino del UBSA. Jugáis normalmente la misma semana en casa que el Bàsquet Femení Sant Adrià.
Sí. Con el sénior B, los sábados a las cuatro de la tarde, y ellas, normalmente, el domingo a las 12. A Málaga no viajé porque tenía partido con el masculino en Vic. Este año tengo como ayudante en el Liga Femenina 2 a Andrea, que me echa un cable los días que no puedo estar. Me apetecía volver a entrenar.
¿Bojana Kovacevic querrá ser fisio también? Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
—¿Haces comentarios en los tiempos muertos del Bàsquet Femení Sant Adrià?
Mi problema es que me siento muy entrenador...
—¿Te muerdes mucho la lengua a veces?
Sí. Me sale mi vena de entrenador, pero intento no sacarla porque ya no es mi papel. Trato de no entrar en aspectos técnicos en el equipo ni con César, con quien tengo una gran relación. De hecho, el año pasado acabamos llevando juntos el equipo con Jordi [Périz]. El trabajo de fisio y entrenador no es compatible en el mismo equipo.
—¿Por qué no?
Si formas parte del cuerpo técnico, es muy complicado tener momentos de intimidad con las jugadoras. Sí es posible cuando, como fisio, eres el enlace entre ellas y el staff. Si además del fisio eres ayudante del entrenador, no te comentarán ciertos detalles.
—Desde fuera parece que todas las jugadoras tengan muy claro su rol, confíen en sus compañeras y sientan que el cuerpo técnico también lo hace en ellas.
Un equipo transmite lo que es. Es difícil que dé una imagen que no se corresponda con la realidad. El grupo está implicado en el proyecto y en la filosofía de juego. Cuando un equipo también lo es fuera de la pista, las cosas fluyen mucho mejor, sobre todo cuando surgen contratiempos.
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