El piloto de Mercedes, bicampeón en Abu Dabi tras una temporada en que supo minimizar sus errores o los de un W05 casi perfecto
Hamilton celebra su segundo mundial en Abu Dabi - Getty Images. |
"Pilotar un monoplaza", le repetía Kerry Spackman, "es como ser perseguido por un tigre". Lewis Hamilton asentía, mientras el astrofísico, matemático y neurólogo insistía: "Tu reacción siempre tiene que ser como la de un jugador de ajedrez". Spackman dedicaba las horas que fueran necesarias a uno de sus clientes más ilustres, un Hamilton al que aconsejaba anticiparse a las decisiones de los rivales y no perder los nervios ni la concentración. A Hamilton le ha costado muchos años seguir esos consejos, a cuadrar su
dentadura, su ambición infinita, con el cálculo y la paciencia. En 2007, su primer curso en la Fórmula 1, tuvo las agallas de cuestionar la jerarquía en McLaren de un Fernando Alonso que llegaba de Renault con dos títulos consecutivos bajo el brazo. Aunque Lewis, que se llama así en homenaje a Carl Lewis, cometió errores de bulto por exceso de ímpetu, y el Mundial no fue ni para él ni para su vecino. El campeón fue Kimi Raikkonen. A punto estuvo de serlo Felipe Massa la temporada siguiente. Lo fue unos segundos, incluso cuando cruzó la línea de meta siéndolo, pero Hamilton adelantó a Timo Glock en la última vuelta y se puso su corona aliviado y eufórico. Seis años después, a Hamilton le supo de otra manera su segundo título, en Abu Dabi: "Es el día más grande de mi vida. 2008 fue especial, pero el sentimiento que tengo ahora va mucho más allá. Me supera, me desborda".
Hamilton ha aprendido aquello que le contaba Spackman. En el circuito de Yas Marina hablaba, por fin relajado, tras una temporada tensa en el box de Mercedes y triunfal en la pista. En las 19 carreras siempre hubo al menos un piloto de la escudería alemana en el podio, hicieron 11 dobletes y se repartieron 16 triunfos. El W05 ha sido una máquina casi perfecta, y Hamilton, el mejor con diferencia. El británico ha minimizado sus fallos en las clasificaciones y los puntuales imprevistos de su máquina con gran entereza. Se guardó para el último día "el mejor adelantamiento de mi vida" en la salida a un Nico Rosberg penalizado por problemas de ERS y que finalizó 14º y doblado por su compañero. La grandeza de Rosberg fue acabar la carrera pese a lo que le indicara su equipo desde la radio e ir rápidamente a felicitar a Hamilton, con el que ha compartido gran parte de su vida: "Él mereció ganar la carrera y se merece ganar el campeonato. Lewis ha sido este año un poco mejor".
Massa, un competidor ejemplar
Ese poco es excesivo. Hamilton ha vencido 11 grandes premios (por sólo cinco de Nico), pero sobre todo se ha sobrepuesto a tres abandonos. A la retirada en Australia (problemas mecánicos) respondió con cuatro triunfos consecutivos y un segundo puesto; al abandono en Canadá (frenos), con una segunda posición, una victoria y dos terceros; y al KO en Bélgica (problema de calentamiento de motor, aunque un choque en la primera vuelta con su compañero Nico Rosberg ya había arruinado su carrera) ganando seis de las siete últimas pruebas. La más sudada, la de Abu Dabi, donde tuvo un competidor ejemplar, un Felipe Massa que con los superblandos le fue recortando un segundo por vuelta y se llegó a poner a 2'8 segundos a falta de dos.
A Felipinho se le degradaron los neumáticos -"si hubiesen aguantado, podía haber ganado. Hemos estado más cerca de lo que pensaba"- y tuvo que conformarse con un segundo puesto excelente en una temporada difícil para él. Valtteri Bottas, tercero, casi siempre le ha superado. Ambos estuvieron en el podio y celebraron la mejor temporada de Mercedes desde 2003. Han sido superiores a Ferrari, que por primera vez desde 1993 ha acabado la temporada sin ganar ninguna carrera. Alonso de la escudería de Il cavallino rampante fue más que descriptiva. Un mísero noveno puesto. Su sustituto, Sebastian Vettel, dijo adiós de Red Bull con un octavo puesto, de nuevo superado por su compañero Ricciardo, cuarto.
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