La base catalana cita al Gernika ante el Perfumerías Avenida en la final de la Supercopa de la Liga Femenina Endesa de Bilbao tras triturar a un Valencia Basket discontinuo (68-62)
Rosó Buch, eufórica. Foto: Alberto Nevado / FEB. |
Toni Delgado (@ToniDelgadoG) #baloncestofemenino #SupercopaLFEndesa
—Sigues siendo un dibujo animado. No cambies –le pide Jordi Vizcaíno a Rosó Buch (Mataró, 1992) siempre que se ven.
El entrenador del Bàsquet Maresme Boet Mataró 3 Viles desarrolla el comentario: "Nunca sabes por dónde te saldrá Rosó dentro y fuera de la pista. Se mueve por una sonrisa que nunca pierde y que contagia. Está claro que puedes estar más o menos de acuerdo en las decisiones que toma en el parqué. Yo cuando la entrené en la UE Mataró le exigía que fuese un poco más egoísta, pero su baloncesto es diferente. Único. Me alegro de todos y cada uno de sus éxitos y, todavía más, por su forma de conseguirlos".
Rosó Buch triunfa siendo Rosó Buch, una jugadora sin trampas y con chispa que nunca se esconde, y cada vez más fiable en los momentos calientes. Quizás ese era uno de sus puntos débiles en el pasado. Siempre tuvo el descaro para afrontarlos, pero no la confianza actual. Ahora los necesita y disfruta. Con 3m 38s por jugarse de la prórroga y empate a 58, no se lamentó por un triple fallado y, sigilosa, le birló el balón a Celeste Trahan-Davis para anotar sin oposición. Después, se coló entre Rebecca Allen y Laura Juskaite para volver a hacer de las suyas. Y algo más tarde, la nueva base del Gernika anotó el último de sus 20 puntos (6/8 en tiros de dos y 2/7 en triples, dos rebotes y un par de recuperaciones o siete asistencias para un 22 de valoración), un tiro libre (63-60 a 2m 4s). Fue el golpe definitivo para un Valencia Basket que sólo anotaría una canasta más, de Laura Gil, y que vio cómo Angela Bjorklund y Margaret Roundtree redondeaban el triunfo por 68-62 de un Gernika que jugará su primera final FEB: la Supercopa Liga Femenina Endesa ante el Perfumerías Avenida (este domingo a las 21.00 horas en Teledeporte).
"¡Sí! ¡Sí!", gritó, eufórica. "¡Vamos!", añadió Rosó Buch mientras se unía al grupo. A Laura Cornelius le dedicó un solo con una guitarra imaginaria y abrazó a la vez a Marta Alberdi y a Itziar Ariztimuño, a quienes pareció levantar un palmo. En su vídeo de presentación Rosó Buch prometió que aprendería euskera y en la pista es evidente que el grupo la quiere, la escucha y, sobre todo, confía en ella. El primero, el entrenador, un Mario López que la pretendía desde hacía varias temporadas. Ahora ya disfruta dibujándole jugadas en la pizarra y sabiendo que responderá cuando se la necesite. Fue a la única del quinteto inicial a la que no sustituyó en un primer cuarto con una puesta en escena terrorífica para el Gernika y plácida para el Valencia Basket, lanzado por Cristina Ouviña y Raquel Carrera (0-14). Rosó Buch gritó a los cuatro vientos su dos más uno. La canasta con la que empezó otro partido, reconducido por los recambios, especialmente por Margaret Roundtree, que anotó seis puntos de carrerilla. Milica Ivanovic completó la remontada sobre la bocina (16-15).
El gran activo del Valencia Basket era Raquel Carrera, con un máster en juego con y sin balón, capaz de fundir y confundir a sus rivales. Sólo una acción fortuita, poco antes del descanso y en la que se lastimó el tobillo, frenó a la pívot gallega. Ya no volvió a salir a la pista. Celeste Trahan-Davis y Laura Gil asumieron más peso anotador, mientras que a Rebecca Allen le costaba coger puntería. Cuando la estrella australiana la encontró, distanció 46-52 al Valencia Basket (a 5m 36s). La respuesta fue un tiro de tres de Milica Ivanovic y uno de dos de Rosó Buch, brillante de nuevo en una prórroga que había forzado Angela Bjorklund metiendo un tiro libre a 1,49 segundos y fallando, muy a su pesar, el otro. Todavía quedaba mucha Rosó Buch y Belén Arrojo siguió cogiendo rebotes decisivos y sumando intangibles en una tarde en la que se quedó seca (0/5 en tiros de campo) y que el Valencia Basket no supo descifrar sin Raquel Carrera y a pesar de la amplitud de su excelente plantilla.
Ante las cámaras de Teledeporte Rosó Buch cogió aire sonriendo y habló de emociones —"estamos súper contentas"—; plan cumplido —"es lo que buscábamos"—; confianza —"sabíamos que teníamos equipo de sobra para dar sorpresas como la de hoy, y ahora hay que seguir soñando"—; y proclamó una devoción que ya se nota ya viéndola calentar: "Amo el baloncesto".
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