Natalia Rodríguez celebra un triple ante el Fundación Navarra Baloncesto Ardoi. Foto: Alberto Nevado / FEB. |
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"Cuando naces en una isla, aceptas que tienes que esforzarte al máximo porque todo te queda lejos", reflexiona Paqui Domínguez.
Su hija mayor, Natalia Rodríguez (Las Palmas de Gran Canaria, 1999), tarda segundos en demostrar que es muy isleña.
En 107, la escolta del Uni Ferrol mete su primer triple: 19-17.
94 segundos después, Natalia Rodríguez anota otro tiro de tres: 22-24 a favor del Fundación Navarra Baloncesto Ardoi. En el Pabellón Europa de Leganés hay en juego una plaza para la Liga Femenina Endesa. Es la última oportunidad para ambos equipos.
—Suma para el equipo con cualquier detalle. Natalia es la primera que anima en el banquillo. Eso lo valoro un montón –interviene su hermana pequeña, Elena Rodríguez, jugadora del primer equipo y del júnior del CB Islas Canarias, el club donde creció la grande.
—Me enorgullece que mis hijas también se dejen el alma cuando no están en pista. Con tu aliento tus compañeras rendirán más. Esa actitud tiene más mérito que cualquier canasta –destaca Antonio Rodríguez, el padre.
Sonríe y aplaude Natalia Rodríguez, feliz por la réplica de Suné Swart, Laura Fernández y Brooke Salas (41-48 al descanso), y todavía más activa cuando las cosas vuelven a torcerse (41-53).
Pase lo que pase, Natalia Rodríguez siempre confía y transmite confianza. Su rendimiento es inmediato: vuelve a pisar la pista con 48-57, justo antes del sexto punto consecutivo de una Brooke Salas imperial, y tarda 93 segundos en meter un triple que primero se señala como una canasta de dos. Es una jugada icónica de quién es y cómo juega el Uni Ferrol: dos contra uno de Andrea Boquete y Patricia Benet a Diana Cabrera que, rodeada, sólo puede sacarse de encima un balón que robará Natalia Rodríguez.
75 segundos después, la hermana mayor meterá su único tiro de dos (60-62 a los 28m 8s). Antes, Patricia Cabrera, ha anotado otro triple. 64-64 al final del tercer cuatro.
Con 8m 40s en pista Natalia Rodríguez ya ha sido el factor diferencial para contener a un Fundación Navarra Baloncesto Ardoi que en la liga regular sólo ha perdido por 10 y cuatro puntos ante un Uni Ferrol que ganó todos sus partidos por una media de 34.
—Es generosa, empática y muy, muy fuerte mentalmente –añade Paqui Domínguez, la madre.
Su hija mayor jugará el último cuarto entero y anotará su cuarto y último triple, el que permite su equipo coger el aire definitivo (72-68 a 7m 21s). El 81-72 final ya forma parte de la historia del Uni Ferrol... ¡Nuevo equipo de Liga Femenina Endesa! La primera piña es efímera. Jenna Allen, lesionada, se sube con cuidado en la espalda de Anniina Äijänen y Natalia Rodríguez es la primera en saludar a rivales y al colectivo arbitral. Luego, eufórica, se deja ir con el resto de sus compañeras.
Las jugadoras y el cuerpo técnico del Uni Ferrol celebran el regreso a Liga Femenina Endesa. Foto: Alberto Nevado / FEB. |
—Estoy seguro de que si hablases ahora con Natalia no se echaría ni una flor. Utilizaría el plural –apunta, minutos después del final del partido, Antonio Rodríguez.
En el Uni Ferrol piden mil referencias antes de fichar a una jugadora. Sólo quieren a muy buenas personas. La química salta a la vista. "Desde que llegó a Ferrol, Natalia siempre ha estado en grupos muy humanos. A Jenna Allen la operaron a finales de diciembre de una rotura total del tendón de Aquiles en la pierna izquierda y siempre tiene una sonrisa para sus compañeras. Es un amor de chica. Mi hija se ha volcado con ella y Jenna está súper agradecida", sigue el padre.
El ascenso es una recompensa a la fidelidad de Patricia Cabrera y de Natalia Rodríguez, que renovaron sus contratos pese al descenso a Liga Femenina 2 en 2019. Natalia abraza por detrás a Patricia, que suspira. "Mi hija no dudó en quedarse por el equipo, la afición y sus estudios. Quería acabar Podología en Ferrol, donde ha encontrado una familia en el club y en sus calles. Está muy contenta en Galicia", reconoce su padre.
—Antonio... ¿Hoy [por el domingo] tampoco te inmutaste?
—Hoy sí. No te puedes imaginar los nervios que he pasado todo el fin de semana. ¡Desde la distancia se sufre mucho más! Me puse muy contento cuando íbamos remontando. Pero estábamos aquí, en la intimidad, en casa, con mi hija Elena con la bufanda y la camiseta del Uni Ferrol, y mi mujer emocionada. Nos dejamos llevar con cada canasta.
Paqui Domínguez, siempre tan cantarina durante los encuentros, sólo se ha soltado tras el pitido final. "Cabeza, corazón... ¡Hace equipo campeón!" es una de sus ocurrencias. Una letra sencilla que sirve para cualquier grupo: "Animo a todas las jugadoras y, de hecho, a las que menos nombro son a mis hijas. [Se ríe]". La madre se ha pasado gran parte del partido con los dedos cruzados y deseando que todo saliese bien: "Era un manojo de nervios, pero confiaba en el Uni Ferrol".
—Cuando la felicite, lo haré casi gritando –avanza Elena Rodríguez.
—¿Casi gritando?
—No quiero romperle el tímpano. [Risas]. Ahora mismo pagaría por abrazarla muy, muy fuerte, no sólo por el partidazo que ha hecho, que es lo de menos. Sobre todo por el ascenso a Liga Femenina Endesa. ¡Eso no se consigue cada día, eh! –reivindica la hermana pequeña antes de seguir estudiando.
—Cuando se acabó el partido, pensé en lo contenta que estaría Natalia por dentro. Entonces sí que reparé en mi hija y no en el equipo. [Risas]. ¡Tengo la piel de gallina! Y cuando la vi saltar y gritar... Es muy transparente. Lo lleva en los genes –interviene Paqui Domínguez.
Natalia Rodríguez, Antonio Rodríguez, Paqui Domínguez y Elena Rodríguez. Foto cedida por Antonio Rodríguez. |
Horas después de ascender a Liga Femenina Endesa, Natalia Rodríguez cambia el tejado de su Twitter. Le pone un corazón rojo a un comentario de su padre: "Grande es aquella que para brillar no necesita apagar la luz de los demás". La reflexión va acompañada de la fotografía que encabeza este reportaje, otra genialidad de Alberto Nevado, siempre certero para retratar las emociones más que las jugadas.
Con el pelo en el aire, los puños cerrados y el grito Natalia Rodríguez nos transmite sudor, euforia y recompensa. Celebra ese triple que primero se contó como una canasta de dos. "El sueño de una ciudad y de un equipo está más cerca. ¡Vamos!", piensa, concentrada.
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