viernes, 7 de febrero de 2020

Teresa Gómez: "¡Baloncesto, cuántos regalos me has hecho!"

Cronómetro de Récords entrevista a la exjugadora de la UE Mataró, premiada por la Fundació del Bàsquet Català por haber permanecido 21 temporadas en el club  


Teresa Gómez levanta su premio en la 3ª edición de los Premis Sènior, de la Fundació del Bàsquet Català. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. 

Toni Delgado (@ToniDelgadoG) / Barcelona 

"Me encanta el verbo compartir. Com-par-tir. Suena muy bien. El baloncesto te enseña que sin compartir no creces", reflexiona Teresa Gómez (Mataró, 1990). Desde el primer momento se nota que la entrevistada podría ganarse la vida comunicando o que ya lo hace. "Soy maestra", aclara. Una maestra que conserva intacta la ilusión de sus comienzos en el baloncesto en la escuela de la UE Mataró.

—¿Te acuerdas de tu primer entrenamiento?
—No, pero sí de cómo me divertía tirando al aro, aunque tuviese muy poca fuerza, y con los juegos de dominio de pelota. 

Teresa Gómez mira de refilón a las dos filas de trofeos con forma de rodaja de pelota de baloncesto que tiene a su derecha. Tras la entrevista, recibirá uno de esos galardones de la 3ª edición de los Premis Sènior, con los que la Fundació del Bàsquet Català reconoce a jugadores y jugadoras que hayan estado en un mismo club al menos 20 años. En su caso fueron 21 temporadas. 

Cuando, ya después de la gala, le pido que levante el trofeo para la foto, se pone un poco seria.  

—Me da un poco de vergüenza –dice, con apuro, Teresa Gómez, mientras mira a su familia entre el público y alza la copa. Sonríe, aparentemente relajada. Ni rastro de vergüenza y sí de mucha ilusión por tener en las manos "un premio a una trayectoria y a un compromiso. Cuando me dijeron que me lo darían, me emocioné... '¡Han pensado en mí y no tenían por qué hacerlo!'".  

—21 temporadas en la UE Mataró parece un argumento de peso. 
No lo hice por obligación, sino porque estaba a gusto y muy bien. Que la Fundació del Bàsquet Català premie esa fidelidad es precioso. 

Detalle de los premios. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. 

—"Siempre la ves con una sonrisa y eso engancha", te retrata tu excompañera Ariadna Magriñá. 
¿Sí? La sonrisa siempre me ha definido e intento contagiarla a mi entorno.  

—"Fue y será siempre una capitana de 10: atenta a todo, positiva e intermediaria entre jugadoras y el entrenador y el club, anima y hace equipo siempre", sigue Ariadna Magriñá. 
[Se ríe]. Veo que algo transmití. Me tocó ser capitana muchos años y tenía que recibir a las nuevas, inculcarles los valores del club y tratar de que se sintieran a gusto lo más rápido posible. Las circunstancias me hicieron referente y cuando lo eres tienes que transmitir compromiso, estar cuando te necesiten y creer en lo que defiende y quiere el club.  

—Con 18 años y jugando en el Bàsquet Ploms-Salle Reus, Ariadna Magriñá ya te veía como "la jugadora de siempre de la UE Mataró, la esencia del club". 
¡Qué palabras tan bonitas! [Se ríe]. Me emociona que digan estas cosas de mí porque de pequeña siempre soñé con subir al primer equipo y cumplí esa meta. La UE Mataró me ha regalado muchas experiencias, buenas y malas, que nunca olvidaré y que me han hecho vivir el baloncesto al 100% y crecer como persona.  

La entrevistada con una pelota histórica. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. 

—Hubo alguna mala experiencia que acabó siendo buena, como la renuncia del club a su plaza en Liga Femenina 2 para la temporada 2011-2012 por motivos económicos. El equipo, con una cadete, dos séniors y el resto júniors, cuajó un gran curso en Copa Catalunya.  
¡Sí! Pese a las adversidades, aquella temporada fue bonita. Como capi tuve trabajo al principio para intentar que las peques se sintieran bien en el primer equipo, pero fue fácil. Mis compañeras siempre me han facilitado mucho las cosas.  

—La cadete era Laia Flores... 
¡Exacto! He podido jugar con excelentes jugadoras y eso te hace crecer. Ahora las veo y me siento muy afortunada por haber jugado, entrenado y compartir momentos en el vestuario con ellas. Bueno, eso último queda para nosotras...  

—¿Algo se podrá explicar, no?  
Mira, la temporada siguiente las cuatro séniors [Olga Ruano, Blanca Garcia, Núria Talavera y ella] fuimos al campeonato de España júnior para animar a nuestras compañeras. Creo que a nosotras nos hizo todavía más ilusión que a ellas. Queríamos que nos sintieran cerca, aunque estuviésemos en la grada. Son gestos que te salen de dentro.   

Teresa Gómez, a punto de ir a recoger el premio. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. 

—Esta mañana he visto una entrevista que os hizo Josep Maria Spà en Carnet Esportiu, de M1 Maresme, a César Aneas, Núria Talavera, Ariadna Pujol y a ti. A Pujol se la notaba muy nerviosa. Ya tenía su toque divertido.  
Ari Pujol es alegre y feliz. Se nota que le gusta lo que hace. Siempre estaba dispuesta a trabajar y a hacerlo con alegría. Pasamos grandes momentos con ella.   

—Como por ejemplo... 
Más que bromas, eran tonterías en el vestuario. Teníamos edades diferentes y Ari te transmitía esa vitalidad y locura de cuando eres más joven. Necesitas ese espíritu en tu equipo.  

—¿César Aneas ha sido el entrenador más exigente que has tenido?
También a Jordi Vizcaíno o a Dani Poza les define la exigencia. Con César Aneas estábamos a gusto y aprendíamos mucho. En el entrenamiento te llevaba al límite y no podías relajarte ni medio segundo. Fuera nos premiaba.  

Sussi Castellà, Núria Gómez, Teresa Gómez, Ramon Gómez y Conrad Valero. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. 

—¿Cómo? 
Con buen rollo, bromas, dejándonos libertad. César se abría y podíamos hablar con él, sobre todo las séniors. Como él era coordinador y yo entrenaba a equipos, compartimos muchos momentos, inquietudes y conversaciones.   

—Dirigiste al mini, al cadete y al infantil. ¡Sólo te faltó el sénior! No habrías sido la primera deportista que juega y entrena al mismo equipo... 
¡No era mi aspiración! [Se ríe]. Soy maestra y siempre me han gustado los niños y niñas en edad de formación. Ahí ya me sentía a gusto. Me estoy acordando ahora de Jordi Ventura y de Mireia Chacón, que me dirigieron en la escuela de baloncesto. Tuve la ilusión de seguir sus pasos y me transmitieron valores que nunca he olvidado, como la fidelidad a un club. He intentado compartir esos detalles con los y las peques. 

—¿Qué te llamó la atención para empezar a entrenar?
La competición. Soy muy competitiva, pero llegó un momento en el que, por mi oficio, tuve que decidir entre dirigir y jugar. Y escogí jugar hasta que el cuerpo aguantase. 

—¿Te ves en un futuro en la junta directiva o incluso como presidenta de la UE Mataró?
Fui muy feliz y lo di todo en el club. Hay mucha gente  muy válida para estar en esos puestos. No creo que sea mi función. 

—Aunque nunca se sabe...  
No puedo descartar nada. Ahora mismo no me veo en ese papel. 

—¿Por qué has llevado casi siempre el 5? 
Empecé con el 10, entre otras cosas, porque era la décima en la lista de la clase. Unas entrenadoras nos recalcaron que el número formaba parte de nosotras y nos dieron un tiempo para elegirlo. No recuerdo por qué escogí el 5, pero me dio y me sigue dando suerte y, claro... ¿Para qué lo iba a cambiar?  

Ojos que brillan. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. 

—¿A quién admirabas de pequeña? 
A Núria Martínez. Me hacía ilusión seguir sus pasos, y más sabiendo que también se había formado en la UE Mataró. Siempre me ha parecido que transmite confianza y tranquilidad a sus compañeras y, muy importante... ¡Sonríe mucho!   

—La palabra legado te parecerá muy grande, pero... ¿Cuál crees que es el que has dejado en la UE Mataró?  
Intenté transmitir a las niñas que entrené que tuvieran ganas de seguir en el club y llegar al primer equipo. Por circunstancias de la entidad no se ha podido crear una base sólida que pueda ir subiendo. He tenido la suerte de ser de Mataró y de vivir muy cerca del pabellón, pero sin circunstancias así no siempre es fácil desplazarse y que vaya todo bien. Hay mucho movimiento de fichajes.  

—¿Joan Ventura fue el único presidente que tuviste en tu etapa en la UE Mataró? Ambos os fuisteis a la vez.   
No recuerdo haber tenido otro. ¡Compartimos tantas cosas! Joan siempre estaba dispuesto a escuchar y ayudar, a hacer lo máximo por y para el club. Es muy generoso. 

—¿Por qué fue tu adiós? 
Resultó muy duro. En aquel momento había personas en el club que me invitaron a marcharme y que ya no están. Decidí que si quería seguir disfrutando del baloncesto no podía ser allí. Lo superé. Se había acabado una etapa y ya está. De todo se aprende.  

—Pero si aquellas personas ya no están, podrías volver...  
¡Y tanto! Aunque ahora mismo ya no juego. [Se ríe]. 

—¿Y eso? ¿No estabas en el Club Bàsquet Argentona?
¡Lo estaba! ¡Ahora estoy embarazada!

—¡Felicidades, Teresa! 
¡Muchas gracias, Toni! 

—¿Tiene ya nombre? 
¡Sí! ¡Arlet! En el CB Argentona me acogieron muy bien y jugué allí hasta octubre. He seguido yendo a los entrenamientos y a los partidos, pero ahora es momento de priorizar. El cuerpo no da más.  

Teresa Gómez atendiendo a la Federació Catalana de Basquetbol. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. 

—Por cierto, en la UE Mataró conociste hasta a tu pareja, Conrad Varela. 
¡Sí! Sigue jugando y es el capitán. ¿Sabes? Compartimos los mismos valores y los transmitíamos cuando entrenábamos juntos. En algunos equipos él era el primer entrenador y yo la ayudante, y en otros, al revés. Nos complementábamos muy bien también en el banquillo.  

—Con Olga Ruano compartes oficio: sois maestras.  
Olga es una gran jugadora y muy buena persona. De ella aprendí muchas cosas: te hacía mejor jugadora y te ponía las cosas muy fáciles. Ahora ha vuelto a jugar con Mireia Vila, con quien compartí años de formación. ¡Era tan alegre...! Se lesionó y luchó mucho para volver a las pistas. Después tuvimos la suerte de volver a coincidir. Su trayectoria es muy buena.  

—Otro ejemplo de persistencia es Blanca Garcia.  
Muy alegre, enérgica y divertida. Con Blanca es muy fácil compartir cosas: le tengo mucho cariño. Cuando vuelvo a ver a compañeras así sólo sonrío y recuerdo buenos momentos. ¡Es imposible rescatar los malos! ¡Baloncesto, cuántos regalos me has hecho!  

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