El piloto de Mercedes se convierte en Austin en el británico con más triunfos (32) y encadena su quinta victoria seguida
Hamilton celebra su triunfo con un sombrero de sheriff - Foto: Reuters. |
Ahora mismo Lewis Hamilton (Stevenage, Inglaterra, Gran Bretaña, 1985) se siente tan poderoso como un niño que hace girar una bola del mundo y viaja con los ojos cerrados al país que señala su dedo índice. Cada gran premio que pasa se le ve más guasón y relajado. En Austin se puso a saltar como un pequeñajo justo aparcar su intratable F1 W05. El mismo que conduce Nico Rosberg, al que aventaja en 24 puntos en la clasificación y ha sacado 53 en las últimas cinco pruebas. Cinco citas (Monza, Marina Bay, Suzuka,
Sochi y Las Américas) que Hamilton ha ganado de carrerilla. Es su curso: lleva diez triunfos y en el GP de Estados Unidos se convirtió en el piloto británico con más victorias en la Fórmula 1. "Es fantástico representar a mi país", dijo cuando Mario Andretti, campeón del mundo en 1978, se refirió al récord. Hamilton acumula 32 triunfos, uno más que su compatriota Nigel Mansell, y los mismos que quien fue vecino suyo en McLaren, el asturiano Fernando Alonso, que defendió con uñas el sexto puesto.
Sochi y Las Américas) que Hamilton ha ganado de carrerilla. Es su curso: lleva diez triunfos y en el GP de Estados Unidos se convirtió en el piloto británico con más victorias en la Fórmula 1. "Es fantástico representar a mi país", dijo cuando Mario Andretti, campeón del mundo en 1978, se refirió al récord. Hamilton acumula 32 triunfos, uno más que su compatriota Nigel Mansell, y los mismos que quien fue vecino suyo en McLaren, el asturiano Fernando Alonso, que defendió con uñas el sexto puesto.
Al líder le bastó con poner nervioso a Rosberg enseñándole el hocico varias veces. El alemán llegó a contar con 2'5 segundos de margen, pero sucumbió ante un interior milimétrico de Hamilton en la 24ª vuelta. Rosberg reconoció que le costó coger ritmo y que sólo lo consiguió cuando su compañero le superó: "Demasiado tarde para hacerlo". Fue el décimo doblete de la temporada para Mercedes, una gesta sólo igualada por McLaren en 1988 con la dupla Ayrton Senna, el ídolo de Hamilton, y Prost. Lewis estaba tan feliz en el podio (Ricciardo, tras una puesta en escena horrible, fue tercero, superando a los Williams de Massa y Bottas) que le insistió a Mario Andretti para que le dejase poner su sombrero de sheriff. El ex piloto italiano le dijo que sí y Hamilton era ya el niño grande más feliz del mundo: sabe que tiene más cerca su segunda corona.
El líder del Mundial estaba bromeando con una leyenda de la Fórmula, alguien como Mario Andretti, una celebridad en Estados Unidos, donde emigró a los 15 años tras pasarse siete años en un campo de refugiados. Consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, pues nació en Montona (Trieste), un territorio que tras la derrota de Mussolini pasó a ser de Yugoslavia y cruzaron ilegalmente la frontera. Eran unos pobres apátridas: ni querían ser yugoslavos ni podían ser italianos. Un pasado que contrastó con el que sería su futuro. Mario Andretti ganó un Mundial y en 2000 fue nombrado Piloto del Siglo por la revista RACER. También es miembro del International Motorsports Hall of Fame.
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