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viernes, 31 de julio de 2009
Yauheni Hutarovich: la gloria al revés
lunes, 27 de julio de 2009
El diario de Alberto Contador
Personas de confianza al margen, el mejor reducto de pensamientos, sentimientos e inquietudes siempre será un diario personal. Una libreta, la pantalla de un ordenador u hojas sueltas son plataformas potenciales para sincerarse en tiempos de grandes euforias o de tremendos problemas. Ante todo un diario esconde secretos, condición que da morbo e interés. Por eso funcionan tan bien en la librería las reflexiones íntimas de personajes públicos, como las de Kurt Cobain, ex líder de Nirvana, un genio incomprendido con final acelerado. Salvando las distancias y la fama entre uno y otro, la publicación del diario de Alberto Contador (Pinto, Madrid, 1982) durante su segundo Tour de Francia sería un éxito editorial, el libro de cabecera de seguidores, pero también de detractores. Si realmente existe uno de los textos más interesantes sería el relato sobre la tercera etapa de La Grande Motte, en la que Lance Armstrong aprovechó un abanico para quitarle 41 segundos a Contador y dar a entender que él era el líder de Astana, nada que ver con lo que había dicho 48 horas después el director deportivo Johan Bruyneel. Contador fue paciente, diplomático y reconoció su error, que subsanó con un ataque en Arcalís. “He corrido dos carreras, en la carrera y en el hotel”, diría el madrileño tras la penúltima etapa en el Mont Ventoux, cuando ya se había asegurado el segundo Tour. En un momento en el que no podía generar titulares contraproducentes ni para él ni para Astana.
El comportamiento Armstrong, siete veces campeón de la ronda francesa, ha sido diametralmente opuesto: nunca ha tenido en cuenta las reacciones de sus palabras o simplemente ha intentado desestabilizar a Contador –casualidades o no lel retorno a la competición del estadounidense tras su retirada en 2005 fue anunciada durante la Vuelta del curso pasado cuando el madrileño era líder–. Armstrong ha actuado de profesor que se mofa del mejor alumno. Primero ironizó con el abanico –un día después se quedó a centésimas del maillot amarillo de Fabian Cancellara tras la victoria de Astana en la contrarreloj por equipos, un castigo casi divino– y después criticó con dureza el ataque de Contador a Andreas Klöden en la Colombière –una traición en el seno del equipo, una decisión correcta porque como se demostró después, Klöden no estaba bien–. Entre medias Armstrong felicitó a Contador a través de su twitter por su excelente victoria en la ascensión a la estación de esquí de Verbier, pero no hizo referencias al triunfo definitivo en la contrarreloj de Annecy. Lance ni tan siquiera se comportó bien con Contador en el podio: le dio la mano y miró hacia otro lado. “¿Qué te dije en marzo? Que tenías todavía mucho que aprender. Y no he cambiado de opinión”, dice ahora. Palabras que suenan a soberbia del campeón cuya historia de superación inspiró a Contador para recuperarse de un cavernoma –malformación de capitales– y para ser el tercer corredor con más vueltas grandes a los 26 años. El madrileño ha ganado dos Tours, un Giro y una Vuelta, un balance sólo inferior al que presentaban con dicha edad Eddy Merckx (3 Tours y 2 Giros) y Bernard Hinault (3 Tours, 1 Giro y 1 Tour). Ni Miguel Indurain ni Armstrong había ganado todavía dichas competiciones.
Tercero de cuatro hermanos, Contador es un campeón silencioso que sólo ha explotado cuando ha acabado el Tour. “Está claro que Armstrong y yo somos incompatibles”, dijo en TVE poco después de bajar del podio de París. “Mi relación con él es nula, pero es un grandísimo corredor y ha hecho un gran Tour. Otra cosa es a nivel personal donde nunca le he tenido una gran admiración, ni se la tendré”, añadió en una rueda de prensa de Madrid. Declaraciones que podrían formar parte de su hipotético diario personal. Ya ha dicho más de una ocasión que le cuesta sacar todo el carácter. Tampoco le gusta ser polémico. Así que realmente lo ha escrito es muy probable que nunca trascienda. Lo que sí que se sabe es que Armstrong y Contador no serán compañeros en 2010. El estadounidense creará un nuevo equipo, el Radioshack, con él como líder y Bruyneel como director y, según se rumorea pretende contratar a Andy Schleck, el corredor que más ha exigido en este Tour a Contador. ¿Una táctica para eliminar un rival? ¿O simplemente para desbancar al único corredor que le ha vencido en el Tour?
Revive las etapas del Tour de 2009 con Cronómetro de Récords
domingo, 26 de julio de 2009
Dovizioso se estrena en la despedida de Donington Park y Rossi refuerza el liderato pese a caerse
Poco tenido en cuenta en Honda, Andrea Dovizioso (Forli, Italia, 1986) es puramente el compañero de Dani Pedrosa en Honda desde que debutó en MotoGP el curso pasado. La formación japonesa no le hace demasiado caso para mejorar la moto, pero valora más su sencillez y diplomacia. Dovizioso no genera titulares incendiarios como hizo Nicky Hayden en su momento e incluso ha llegado a reconocer que Pedrosa había sido mejor que él incluso estando lesionado. Últimamente la discreción ante la prensa del piloto italiano era lo único que podría aplaudir Honda, pues el piloto italiano ni tan siquiera había puntuado en los últimos tres grandes premios (Holanda, EE UU y Alemania). Una trayectoria que Dovizioso cambió con su primera victoria en la máxima categoría el día la despedida de Donington Park al Mundial –en 2010 se correrá el GP de Gran Bretaña se correrá en Silverstone– y en una jornada horrible de Pedrosa, noveno. Por un día Dovizioso, al que acompañaron en el podio Colin Edwards y Randy De Puniet, aparcó la atención del duelo entre Jorge Lorenzo y Valentino Rossi. Los dos corredores de Yamaha acabaron en el suelo, pero sólo Il Dottore pudo concluir la carrera, declarada en mojado. Un quinto puesto que le da 10 puntos y 25 respecto a su principal competidor. Casey Stoner ya está a 37 porque Ducati apostó por los neumáticos de agua y apenas llovió. El australiano y su compañero Hayden acabaron último y penúltimo, respectivamente.
Enzarzados en un serial interminable de réplicas y contrarréplicas, Lorenzo y Rossi se habían pasado la última semana en un imaginario programa polémico (y patético) en el que dos personas se descalifican previo ensayo con un mínimo de guión. Una disputa verbal hasta cierto punto comprensible porque Rossi nunca ha compartido equipo con un rival que le inquietase y Lorenzo se siente infravalorado tanto deportivamente como económicamente –ha advertido que podría irse a Honda con Pedrosa; otro culebrón asegurado–. Así que el inicio del nuevo episodio del serial fue el que daba más juego: Lorenzo se ponía primero en su mejor salido en mucho tiempo y Rossi bajaba a la quinta plaza. Un resultado que colocó al balear virtualmente primero en la general unos metros, porque los puestos cambiaron una y otra vez, como suele suceder en las dos categorías más pequeñas. Impresionante la remontada de siete puestos de Toni Elías, que completó la primera vuelta como líder, pero que se cayó en la octava y tuvo que abandonar cuando rodaba cuarto tras pisar la línea blanca. El mismo error que tuvo dos giros después Lorenzo, que también tuvo que retirarse y que no es demasiado optimista con el futuro inmediato: “Era una lotería. Me he puesto primero, he hecho de conejillo de indios y me ha ido mal. Estamos aprendiendo. Quizás el año que viene sea otra historia”.
La caída de Lorenzo pudo significar el final anticipado del Mundial más igualado de los últimos años. Rossi pasó a rodar primero y sin ninguna intención de arriesgar. Incluso pensó en dejar pasar a Dovizioso, pero antes de que lo hiciese se cayó. “Afortunadamente la moto no ha quedado dañada”, analizó Il Dottore, que pudo continuar y acabar quinto tras adelantar en la última vuelta a James Toseland. Un muy buen resultado para Rossi, que por primera vez no ganó en Donington Park tras partir con la pole, la 55ª de su carrera.
Massa está fuera de peligro, Hamilton vuelve a ganar y Alonso abandona
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sábado, 25 de julio de 2009
Garate gana en Mont Ventoux el día que Contador se asegura el Tour
Los escenarios son calificados de míticos cuando rememoran historias imborrables, relatos que son extraordinarios para lo bueno y lo malo. Si se habla del Tour uno de los puertos que hay que mencionar sin dudarlo es el Mont Ventoux, repleto de vegetación durante gran parte de la ascensión y completamente blanco en su cumbre y en los últimos kilómetros. Una recreación de la superficie lunar y un símbolo extremo del límite humano, como bien dijo Louis Mallejac en 1953: “He creído morir subiendo”. Tiempo después grandes corredores como Eddy Merckx, Marco Pantani y Richard Virenque ganaron en la cima del Mont Ventoux, donde Tom Simpson encontró la muerte en 1967 por un cóctel explosivo de anfetaminas, alcohol, calor y agotamiento. Un escenario que ya tiene otros dos nombres propios: Juan Manuel Garate (Irún, Guipúzcoa, 1976), como nuevo ganador en uno de los mayores reclamos para desafiar al límite humano (21’6 km al 7’6%) y Alberto Contador, como campeón virtual del Tour por segunda vez. Le acompañarán en el podio Andy Schleck, segundo a 4m11s, y Lance Armstrong, tercero a 5m24s–.
“Lo he soñado esta noche. He soñado que me cogía Alberto (Contador) y me dejaba ganar la etapa”, se sinceró Garate, un ciclista que ha sabido asumir sus limitaciones físicas. Cansado de “ser un líder que no funcionaba” en el Quick Step, el corredor vasco fichó por el Rabobank para ser un ayudante de calidad de Denis Menchov en el Tour de Francia. Curiosamente su rendimiento y el de Bradley Wiggins, la relevación de la prueba, cuarto a 6m01s del líder, ha sido superior al del actual campeón del Giro. Precisamente en la carrera en la que Garate había obtenido su último triunfo en San Pellegrino durante la edición de 2006, en la que obtuvo el maillot verde de la regularidad. Garate es, junto a Pablo Lastras, el único español en activo que ha ganado una etapa en las tres grandes, pues también lo logró en la Vuelta de 2001. El otro gran éxito del corredor de Rabobank fue proclamarse campeón de España en ruta en 2005.
10 ataques de Andy
Garate no tuvo fuerzas ni reflejos para ver la línea de meta, simplemente intuyó que “estaba cerca” y lanzó un sprint para imponerse en los últimos diez metros a Tony Martin, con quien subió el Mont Ventoux y a quien parecía haber descolgado a falta de un kilómetro de coronar el mítico puerto. La resistencia de Garate y Martin -reducido últimamente a lanzar a Mark Cavendish- fue enorme, pues supieron rentabilizar los cuatro minutos que tenían de ventaja en el inicio de la ascensión respecto al grupo perseguidor, animado por los hermanos Schleck y particularmente por Andy. Repetimos: el gran agitador de este Tour. No merece otro calificativo por sus actos: atacó a Contador hasta diez veces durante la subida al puerto de categoría especial. No dejó de intentarlo pese a que siempre encontrase la respuesta del madrileño, a quien aparentemente no le suponía un esfuerzo extra seguir la rueda del luxemburgués. También lo intentó, aunque menos, Frank, que obtuvo exacta réplica de Armstrong y no tuvo opciones de opositar por la tercera plaza del podio. Vincenzo Nibali y Wiggins aguantaron como pudieron los continuos cambios de ritmo hasta los últimos 2.000 metros, cuando cedieron sin remedio.
Garate y Martin fueron los representantes finales de una nueva fuga numerosa que llegaron a formar hasta 16 corredores de 14 formaciones diferentes y que tuvo casi once minutos de ventaja, una distancia que poco a poco fue minimizando el pelotón, en el que no dejaban de pasar percances, como los pinchazos de Frank Schleck, Mikel Astarzola –finalmente será 11º en la general– y Thor Hushovd. Aunque lo más significativo sucedió a 27’4 kilómetros , con un abanico aprovechado por el Astana que no afectó a los grandes favoritos.
“Mi victoria es el broche de oro a una actuación fenomenal de los españoles (cinco victorias de etapa y la vcitoria final)”, resumió Garate, mientras que Contador se avanzó un día y antes el epílogo de rigor en los Campos Elíseos de París dio el gran titular: “He hecho dos carreras. Una en la bici y otra en el hotel”.
viernes, 24 de julio de 2009
Cavendish reitera su fiabilidad con el quinto triunfo
Está convirtiendo el ciclismo en una ecuación exacta, como si el deporte fuese algo rígido, repetitivo y casi científico. La estadística de Mark Cavendish (Isla de Man, Reino Unido, 1982) en el Tour de Francia es extraordinaria. El ciclista del Columbia lleva nueve triunfos repartidos en los últimos dos años, cinco en esta edición, y nunca ha perdido un sprint estando bien colocado. En dichas circunstancias jamás quedó segundo ni tercero ni tan siquiera un cuarto lugar. Cavendish es invencible en etapas como la 19ª, de transición (y de respiro) tras los Alpes y la contrarreloj de Annecy. Un bálsamo para el mejor sprinter de la actualidad, exigido y al borde del abandono en la montaña. “Mis compañeros han tenido mucha paciencia conmigo en los puertos”, confesó Cavendish, que superó en la línea de meta de Aubenas a Thor Hushovd, precisamente quien puede impedirle completar un Tour perfecto, pues le saca 25 puntos por el maillot verde de la regularidad. Una diferencia casi insalvable por mucho que mañana sábado en la etapa del Mont Ventoux haya dos sprints especiales. Cavendish tendría que ganar en los Campos Elíseos y que Hushovd lo hiciese rematadamente mal.
“Lo intentaremos hasta que tengamos opciones”, convino Cavendish, a tres victorias del mejor récord de la prueba en una edición, las ocho que ostentan Charles Pélissier (1930), Eddy Merckx (1970, 1974) y Freddy Maertens (1976). Más factible será que el británico supere la marca de tres de los mejores sprinters de la historia, Mario Cipollini, Erik Zabel y Robbie McEwen, con 12 victorias cada uno en el Tour. Cavendish presenta el mismo registro (nueve) que Tom Steels y supera a Hushovd (siete), Tom Boonen (seis) u Óscar Freire (cuatro), que de nuevo no pudo colocarse bien e incluso se comió una rotonda en los últimos metros. El cántabro finalizó quinto.
No se cumplieron las expectativas y el puerto del Escrinet, de segunda categoría, no eliminó a los que más sufren en las montañas como Cavendish, impulsado por sus compañeros y por Tony Martin en los metros finales. De nuevo la etapa fue acumulando escapados con diferencias ínfimas y sin repercusión en la clasificación. En la más masiva, el mejor situado por tiempos era Nicolas Roche, a unos 32 minutos de Alberto Contador. También estaba en la fuga Cadel Evans, con más de 40 minutos perdidos… Entre Milram, Cervélo y Rabobank colaboraron para alcanzar a los fugados. En los últimos kilómetros Lefevre, al que se le añadió después Alessandro Ballan, actual campeón del mundo de ruta, intentaron disputarse la victoria, pero fueron neutralizados por el pelotón en el epílogo. Se llegó al sprint y Cavendish estaba bien colocado. No había otra opción: ganó.
jueves, 23 de julio de 2009
Contador se aproxima a su segundo Tour
Señalado por sus propios compañeros y valorado casi exclusivamente por rivales de otros equipos, Alberto Contador (Pinto, Madrid, 1982) es un campeón peculiar que comparte un pasado difícil con Lance Armstrong. Ambos estuvieron al borde de la muerte y eso les ha hecho mejores ciclistas. Si el estadounidense fue capaz de encadenar siete Tours seguidos tras superar un cáncer de testículos. Lo de Contador tampoco fue fácil. Estuvo varios meses recuperándose de un cavernoma cerebral en 2004, que le diagnosticaron tras una caída en una etapa de la Vuelta a Asturias. El madrileño estaba tendido en el asfalto con convulsiones y estuvo a punto de morir. Por eso, por encima de títulos y condecoraciones, siempre dirá que el mejor día de su carrera fue su retorno a la competición después del infierno: en 2005 volvió en la Vuelta a Australia y ganó la etapa reina. Deportivamente tendrá otro que recordar: la contrarreloj de Annecy y su extraordinaria victoria ante especialistas como Fabian Cancellara, al que le sacó tres segundos, Bradley Wiggins (43 segundos) y Armstrong (1m30s, es tercero a 5m25s). Meritoria una vez más la actuación de Andy Schleck, que sólo perdió 1m45s y continúa segundo a 4m11s. Su hermano Frank baja a la sexta plaza tras perder 2m34s en la crono (está a 5m59s en la general). Tras su exhibición en el Verbier y la polémica ascensión en la Colombière, Contador se aproxima a su segundo Tour.
“Alberto es muy, muy bueno”, le elogia Armstrong, casi a regañadientes en una entrevista publicada en varios medios internaciones. “Es duro, comprometido y testaduro”, añade el estadounidense, al que le falta un adjetivo más para definir a su compañero en Astana: polivalencia. Contador es aún mejor en la montaña que antes y está entre los mejores en la contrarreloj, en la que su evolución es innegable. “Me he dado cuenta en el primer punto intermedio que la situación era buena he ido a tope”, confesó el español, que durante muchos momentos tuvo problemas con el pinganillo y no pudo recibir las instrucciones del segundo hombre de Astana, Alain Gallopin. Contador era consciente de que Cancellara acababa las contrarrelojes mejor de lo que las empieza y que “es rápido en la bajada y siempre me saca tiempo ahí”. Pese a las diferencias, prefiere ser prudente: “Hay que cuidar todos los detalles, tenemos una buena diferencia y hay que tratar de no cometer errores en el Mont Ventoux el sábado para lograr la victoria”.
Errores o debilidades que bien podría aprovechar el gran agitador de este Tour, Andy Schleck, de aspecto adolescente e inconformista por naturaleza: “He cumplido con una buena contrarreloj y ahora hay que estar atentos a Mont Ventoux. Aún podemos hacer cosas”. El maillot blanco de mejor joven se rindió a Contador: “Me ha impresionado una vez más. Es el más fuerte”. Armstrong no tuvo reparos en declararse inferior: “Al principio me encontraba bien, rodaba fácil, ligero, pero luego no he estado nada bien en la subida. La décimo sexta posición no es buena, pero el objetivo era la general, volver al podium, como he logrado”. En una jornada en la que se confirmó que el próximo curso Armstrong tendrá un equipo, que ya tiene nombre definido: Team Radioshak. Según explicaba en un comunicado el siete veces ganador del Tour “competirá como ciclista, atleta y triatleta en eventos que se disputarán alrededor de todo el mundo, incluyendo el Tour”. El director deportivo, teóricamente, será Johan Bruyneel. La lucha entre Contador y Armstrong continuará un año más.
miércoles, 22 de julio de 2009
Contador se refuerza ante los hermanos Schleck en la etapa de montaña más exigente
La comunicación no verbal es tan o más expresiva que las propias palabras. Cuando Alberto Contador le dio una palmadita en la espalda a Frank Schleck a falta de poco más de un kilómetro de la línea de meta de Le Grand-Bornand no había ninguna duda: le iba a dejar ganar la etapa reina del Tour, con cuatro puertos de primera y uno de segunda. Andy, el hermano pequeño de Frank, también parecía de acuerdo con la decisión. Así que en la meta no hubo sprint, sino la culminación de un pacto en inglés. También en este idioma hablaron Contador y Andreas Kloden en la ascensión al último puerto, la Colombière. Asegura el maillot amarillo –que no tiene por qué mentir– que le preguntó a su compañero si podría seguirle si atacaba y que Kloden asintió. Por eso a 16’7 km Contador se levantó del sillín para dar intentar descolgar a los hermanos Schleck, pero a quien descartó fue al propio Klöden. “Cuando he visto que no venía por detrás he intentado esperarle. Me siento mal por él”. Durante varios minutos Contador no dejó de mirar hacia detrás para subsanar el error. Otro gesto significativo del líder, criticado por su acción por la cúpula del Astana. “¿Su ataque? Prefiero morderme la lengua...”, replicó Lance Armstrong. “Si Klöden se queda fuera del podio el domingo, ya sabremos por qué ha sido”, siguió Levi Leipheimer. “No era lo pactado”, concluyó el patrón, Johan Bruyneel. Los tres han olvidado el famoso abanico de los primeros días. Asuntos internos al margen, Contador salió reforzado ante los hermanos Schleck, sus rivales reales en la montaña, colocados virtualmente en el podio: Andy, segundo a 2m26s y Frank, tercero a 3m25s. Cuarto es el propio Armstrong (a 3m55s, perdió 2m18s, como Vincenzo Nibali, séptimo a 5m09s). Klöden ocupa la quinta plaza a 4m44s, mientras que Bradley Wiggins deja de ser un rival tan peligroso en la contrarreloj de mañana jueves en Annecy tras perder 3m07s (el británico es sexto a 4m53s).
La fuerza se impuso otra vez en la etapa de montaña más exigente con el Cormet de Roselend (18 km al 6’1%), Saisies, Arâches, Romme (8’8 km al 8’9%) y la Colombière (7’5 km al 8’5%). De nuevo el gran agitador fue Andy Schleck, el ciclista casi. Casi siempre ataca a Contador, casi siempre demuestra su fantástica combatividad, aunque de momento no haya encontrado el premio a dicho tesón. Al menos con su ataque en la ascensión al Col de Romme acabó eliminando al primero que había hecho una criba entre los mejores clasificados, Carlos Sastre, a quien sólo habían seguido los hermanos Schleck, Klöden y Contador. “Sabía que era la última oportunidad en una carrera no está yendo como pensábamos”, confesó el ganador del Tour de 2007, que se quejó de que “la prensa está maltratando a este deporte. No lo digo por mí, sino por el resto de españoles que vienen aquí a hacerlo lo mejor posible”. “Se nos desprecia”, concluyó Sastre, decepcionado cuando le anunciaron el positivo por CERA de Danilo di Luca en el Giro. De confirmarse el contraanálisis Sastre pasaría a ser tercero y Franco Pellizotti, segundo. Otra buena noticia para el italiano, que será maillot de la montaña en París y que otra vez formó parte de la fuga inicial, en la que también figuraba Denis Menchov, del que poco prácticamente no se habla nada porque ofrece poco que decir sobre él más allá de su mala suerte con las caídas y del tiempo que pierde en la clasificación. El ruso más pamplonica fue uno de los más de 20 ciclistas fugados en los primeros kilómetros. Resultó una escapada discontinua y con la ausencia de los mejores.
Hushovd sorprende
Thor Hushovd sería el encargado de animar la etapa. El noruego, típico sprinter que aguanta en llano, parecía un escalador solvente y coronó en solitario el segundo puerto (Saisies) y el tercero (Arâches). Aunque el objetivo real de Hushovd no era otro que pasar como primero los dos sprints especiales de la etapa. Como así hizo para acercarse más al maillot verde con el que compite con Mark Cavendish, puro sufrimiento en la montaña.
Contador reforzó su candidatura ante los hermanos Schleck de ganar su segundo Tour, pero su ataque puede enrarecer aún más el ambiente en el seno de Astana, al que no le faltan temas de tertulia. Bruyneel ya ha anunciado que se irá a finales de año porque no está de acuerdo con la vuelta de Alexandre Vinokourov, castigado por dopaje, y se insinúa que Armstrong tendrá su propia formación en 2010 y que volverá a correr la ronda francesa. Lance ha declarado que no conecta con Contador, que recibe los elogios de sus rivales en otros equipos. “Alberto nos mata porque es el mejor, pero puede fallar”, resalta Andy Schleck.
martes, 21 de julio de 2009
Astarloza premia por fin al Euskaltel
Los ciclistas son los auténticos mineros del deporte, aunque con las décadas hayan perdido el aspecto de los primeros aviadores –con las gafas correspondientes– y no lleven la casa a cuestas con provisiones voluminosas en la bicicleta. Pero algunos conservan intacta la esencia de los que se pasaban disputando más de medio día –con sus noches– en el Tour. El Euskaltel – Euskadi es el equipo anacrónico por excelencia, nunca ha entendido qué es ser conservador y sólo le importa el triunfo de etapa, especialmente en Francia. Un objetivo por el que ha luchado tantas y tantas veces en la ronda francesa. Ahora, seis años de la excelente victoria de Iban Mayo en Alpe d’Huez y ocho de la de Roberto Laiseka en Luz-Ardiden el conjunto vasco festeja por fin la tercera, que tanto se le ha resistido. El escogido no es otro que el líder del equipo, Mikel Astarloza (San Sebastián, 1979), un tipo campechano y humilde con un discurso diferente y autocrítico: “Siempre les digo a mis compañeros que soy un líder patético, siempre trabajan para mí y nunca gano… Va por ellos”. Astarloza llegó primero en la etapa más corta peculiar del Tour, con la cima de la prueba (el Grand-Saint-Bernard, 2.473 metros y un 6’2% de media) y el Petit-Saint-Bernard). Con los últimos 31 kilómetros de bajada hasta la meta, en Bourg-Saint-Maurice, que el corredor del Euskaltel – Euskadi completó acompañado por Franco Pellizotti, Jurgen Van Den Broeck y Amaël Moinard, a los que dejó descolgados en los últimos 2.000 metros, consciente que “mi fuerte no es ni mucho menos el sprint”. Es la tercera victoria española en esta edición tras las de Luis León Sánchez y Alberto Contador.
Delante empezaron los sucesivos ataques: que si Laurent Lefèvre, que si Pellizotti y Antón. Muchos movimientos en cabeza y mucho sufrimiento por detrás, con dos teóricos favoritos descompuestos. Cadel Evans, que aspiraba a ser el nuevo Poulidor de este siglo, y Denis Menchov, actual campeón del Giro, son meros turistas agotados en esta prueba. El australiano, de quien se rumorea que no continuará en el Silence el próximo curso, perdió 3m55s y ya está a 7m23s del maillot amarillo. Lo del ruso es surrealista: llegó 16m40s después de Astarloza y está a ¡27m04s! También sufrieron de lo lindo los dos ciclistas que luchan por el maillot de la regularidad, Mark Cavendish y Thor Hushovd.
Frontera entre Francia e Italia
Van Den Broeck, Astarloza –ayudado por su compañero Antón–, Moinard y Pellizotti –el primero en pasar– coronaron el Petit-Saint-Bernard, ausente en el recorrido del Tour desde que Federico Martín Bahamontes lo atravesase en cabeza en 1963. Su cima marca la frontera entre Francia e Italia –los 16 kilómetros de etapa en territorio italiano son los que impidieron a Alejandro Valverde participar en la prueba–.
Lo más interesante pasaba detrás: Andy Schleck cumplía con su promesa y atacaba en plena ascensión al Petit-Saint-Bernard, aunque hubiese advertido que su idea fuese hacerlo en el primer puerto. El ciclista luxemburgués del Saxo Bank lo intentó como su hermano Frank. Ni un ataque ni otro inquietó a Contador, pero ambos dejaron aparentemente desfondado a Lance Armstrong: era la confirmación que al estadounidense había aguantado con opciones hasta ahora porque había controlado el rimo del pelotón. La exhibición de Contador en el Verbier del domingo había sido el aviso y esta pájara resolvía por completo las dudas sobre el asunto. Pero increíblemente Armstrong se resarció con suma facilidad, superando a Frank, que se había descolgado del grupo de perseguidores de los que dominaban la carrera, Pellizotti y Van Den Broeck, a los que se sumaron de nuevo Moinard y Astarloza, que a dos kilómetros se fue para ganar.
Suele recordar Astarloza que pesa 72 kilos (poco para los que mide 1’85 metros) y que en invierno llega hasta a 12. Entre seis y siete ha perdido Bradley Wiggins en los últimos meses. El británico es la gran sensación del Tour y sigue tercero a 1m46s. Será el principal rival de Contador si aguanta la etapa de mañana miércoles, con cuatro puertos de primera categoría y uno de segunda. El líder sabe que si llega al Le Grand-Bornand sano y salvo tendrá mucho ganado. “Es una etapa más difícil de controlar que la del Mont Ventoux”, advierte Contador. Y piensa en un peligro: Andy Schleck.
domingo, 19 de julio de 2009
Contador clarifica el futuro en Verbier
En un Tour lineal y con un recorrido cuanto menos discutible no había nada que admirar entre los favoritos, obedientes a las previsiones que día tras día escribía Lance Armstrong en su twitter. El estadounidense era el principal inductor de una prueba sin sobresaltos e insustancial entre los primeros clasificados. Así ha sido hasta que ha hecho acto de presencia Alberto Contador (Pinto, Madrid, 1982), agotado de responder quién es el líder del Astana y aburrido de la apatía y el respeto mal entendido entre los corredores principales. Su respuesta se concretó en la primera etapa en los Alpes, a 5’6 kilómetros del final de etapa y de la ascensión a la estación de esquí de Verbier. Una decisión muy estudiada desde hace varias jornadas, por mucho que Contador siempre jugase a la táctica del despiste diciendo que el puerto no era excesivamente duro para dar a entender que no se establecerían diferencias importantes en una edición tan comprimida en cuanto a tiempos. Todo era un plan secreto. Así que mientras Armstrong se retorcía en la bici, el verdadero líder del Astana se levantaba y empezaba a pedalear a un ritmo inalcanzable. Andy Schleck fue el único que al menos tuvo moral y piernas para seguirle, siempre a una distancia irreversible. El corredor del Saxo Bank es un ganador potencial del Tour en muy poco tiempo. Contador aspirar a llegar a París con el maillot amarillo por segunda vez y ya es el nuevo líder de la ronda francesa con 1m37s de margen sobre Armstrong, que perdió 1m35s y le elogió sin problemas: “Alberto ha demostrado que es el mejor. Sería deshonesto por mi parte no admitirlo”. Bradley Wiggins es tercero a 1m46s, Andy Schleck, quinto, a 2m26s y Carlos Sastre asciende al 11º puesto a 3m52s. Mañana lunes hay jornada de descanso y el martes se ascenderá el puerto Grand-Saint-Bernard, la cima de la prueba y el Petit-Saint-Bernard.
Casi dos años después de su primer triunfo individual en una etapa del Tour, Contador volvió a golpearse el pecho y a gesticular con su mano derecha como si disparase un revólver. Es su seña de identidad, la celebración que recrea siempre. La misma que utilizó tras su gran triunfo en la cima del Plateu-de-Beille ante Michael Rasmussen, líder entonces y excluido por el Rabobank después. Contador acabó heredando el maillot amarillo. Ahora se lo ha ganado en la carretera y le sirve para “haber establecido diferencias importantes” y para demostrar que “la apuesta del equipo debo ser yo”. Se acabaron los debates más propios de la prensa rosa y empieza, teóricamente, el apoyo al mejor corredor del momento.
A Contador le vino muy bien el ritmo que impuso en el Verbier el Saxo Bank de los hermanos Frank y Andy Schleck y Fabian Cancellara, que otro día más se había metido en la fuga protocolaria, en la que estuvo Mikel Astarloza. El ciclista vasco fue durante algunos kilómetros virtual líder del Tour, pero al final se deshizo y acabó a 2m41s de Contador. Tampoco fructificó el ataque de Spilak, neutralizado en la ascensión. El protagonismo recayó en el más fuerte. El nuevo maillot amarillo cambió el ritmo y dejó atrás a Armstrong. Lejos estaba ya Rinaldo Nocentini, que perdió el liderato de forma digna. Contador clarificó el futuro en el Verbier en un día con dos bajas notables, las de Tom Boonen, por gripe y vómitos, y Vladimir Efimkin, maltrecho por las caídas.