sábado, 21 de julio de 2012

Wiggins saca brillo a su corona en la contrarreloj de Chartres

El líder del Sky logra su segundo etapa en este Tour imponiéndose a Froome y a Luis León 

Wiggins celebra su triunfo en la contrarreloj de Chartres - EFE.

“All right! All right! [¡Todo bien! ¡Todo bien!]”, le gritaba un espectador cuando estaba a punto de llegar al último punto cronometrado, al kilómetro 48 de los 53'5 de la penúltima contrarreloj del Tour. Bradley Wiggins (Gante, Bélgica, 1980) escucha, sabe y siente que está rodando como los ángeles, que su depurada técnica de ex ciclista en pista le acompañan unas piernas finas, pero inagotables. Sólo se descarga, sólo se libera cuando cruza la meta como ganador de etapa y como vencedor virtual de su primer Tour. Entonces agarra con fuerza el manillar y se deja ir con el puño derecho soltando un grito de rabia, que bien sonaba a un “¿todavía pensáis que no soy un digno campeón?”. En Chartres Wiggins sacó brillo a su corona. “Ha logrado el mayor éxito de un deportista británico”, le elogió su compañero Froome, el único que le ha llegado a cuestionar el plan calculado al milímetro del Sky y que dejó en evidencia a su líder en La Toussuire y en Peyragudes. “No tengo problemas ni tensiones con él”, repitió por enésima vez Wiggins, al que estas semanas han torturado también preguntándole sobre dopaje y la ausencia de Contador y Andy Schleck. Se ha sentido un campeón infravalorado y de ahí ese grito, esa actuación tan excepcional en la última contrarreloj –también ganó la de Besançon–: aventajó en 1m 16s al propio Froome, que llegará segundo a París (a 3m 21s). Nibali, a 6m 19s, lo hará como tercero, la posición que ocupó en la etapa Luis León Sánchez, a 1m 50s. El murciano será una baza importante del equipo español en los Juegos Olímpicos, tanto en la contrarreloj como en ruta. 

Por una vez Wiggins estuvo a gusto entre periodistas y se permitió no calcular su discurso, ser más cercano y menos áspero: “Yo soy Bradley Wiggins y la verdad es que no me imaginaba escribir mi nombre junto a elegidos como Eddy Merckx”. Habló de su infancia, de aquel jovenzuelo que tenía la habitación llena de pósters de Indurain y que soñaba con los ojos abiertos en ser campeón en el Tour: “Quería vivir la misma sensación que tuvo el año pasado Evans”. La antítesis de lo que ha vivido en esta edición el australiano, desfondado en la montaña y muy menor en la contrarreloj, doblado incluso por su compañero Van Garderen en la pancarta de los últimos 20 kilómetros, segundos después de que Froome le quitase el mejor tiempo en el segundo sector a Luis León Sánchez, que antes de la aparición de la pareja del Sky se había imaginado, por qué no, festejando su segunda victoria en este Tour. Una prueba en la que el mejor español será Zubeldia, sexto, y en la que la penúltima etapa sólo tuvo emoción por el ganador de la misma hasta que Wiggins pasó por el segundo tramo cronometrado (30'5 km) y le sacó 54 segundos a Froome, mientras la realización mostraba la sonrisa de Luis León, sabedor que no iba a ganar. Al contrario de lo sucedido en las últimas ediciones, resueltas en el último suspiro, la televisión francesa sólo optó una vez por dividir la pantalla en dos para mostrar a Wiggins y a Froome, pero sin tiempos de por medio, sólo para para comparar su posición, la cadencia. El vencedor era un secreto a voces.    

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