Toni Delgado (@ToniDelgadoG) #baloncestofemenino #psicología #psicologíadeportiva
—Hace tiempo que mi vida se rige por la premisa siguiente: "Si cuesta mi paz, es demasiado caro". Entendí que no todo el mundo merece mi tiempo, mi lucha, y mucho menos mi sufrimiento. ¡Buenos días!
Han pasado 878 días, casi 29 meses, desde que
Mariona Ortiz (
Calella, Barcelona, 1992) escribió en su cuenta de Twitter esos 201 caracteres. Una firma de crecimiento y paz de la base del
CEKK Cegléd húngaro.
"En redes sociales comparto muchas cosas que me han ayudado y que ojalá puedan servirle a alguien. Llegué a sentirme vacía y perdida tras dar tanto a personas que no sé si se lo merecían. Necesité mucho tiempo y un gran trabajo de introspección para descubrir que hay quien se aprovecha de las buenas personas y las hace dudar sobre sí mismas. Ahora mi entorno me acepta y me entiende, y no me juzga ni quiere herirme. Quien no es así, no está en mi vida y no tendría que formar parte de la de nadie", reflexiona Mariona Ortiz desde su piso en Cegléd. A algo más de 2.600 kilómetros, asiente, orgullosa,
Sara Rodríguez (Madrid, 1993), exjugadora, entre otros, del Estudiantes,
del Rivas Ecópolis o del
Baloncesto Alcobendas, ahora en el Isaac Newton de la Nacional madrileña.
Mariona Ortiz y Sara Rodríguez son dos libros abiertos con un corazón inmenso y un valor que tendríamos que rescatar de una vez: la empatía. Conversamos durante casi dos horas sobre la amistad, el lado bonito y el menos fotogénico del baloncesto, los malditos cánones y, claro, su futura profesión. Ambas son estudiantes de psicología. Comunican y escuchan muy bien. Tienen madera.
Empezamos la entrevista con cuatro preguntas que le hago en privado a cada una. Mientras una responde, la otra no mira a la pantalla y tiene el Skype silenciado. Sara Rodríguez observa de vez en cuando el ordenador medio segundo. Parece que Mariona Ortiz aproveche el tiempo para leer un poco.
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La selección las unió para siempre: la gran excusa, el Europeo sub 20 de Debrecen. Foto: FEB. |
—¿Con qué canción te acuerdas más de tu amiga y por qué?
MARIONA ORTIZ. Con
I don't care, de Ed Sheeran y Justin Bieber. Hace dos años se casó mi hermana Marta y Sara fue mi acompañante. Me encantaba esa canción y, entre copas de cava, nos pasamos la boda pidiéndola para bailarla una y otra vez —la complicidad con el/la DJ de una boda o cena de graduación es fundamental—. ¡Aburrimos al personal! [Risas].
SARA RODRÍGUEZ. ¡Una que no paró de sonar en la boda de la hermana de Mariona y todo ese verano! I don't care, de Ed Sheeran y Justin Bieber. Cada vez que escucho esa canción regreso a esa boda, una noche espectacular, y recuerdo qué bonita y sincera es nuestra amistad.
—¿Por qué le darías las gracias a tu amiga?
MARIONA ORTIZ. Por ser mi paracaídas y lograr que mis caídas sean mucho menos duras, por ayudarme a levantarme otra vez y a curarme las heridas.
SARA RODRÍGUEZ. Por no haberme juzgado nunca y ser infinitamente asertiva. Mariona es un apoyo incondicional. Durante el año está en el extranjero y apenas podemos pasar tiempo juntas, y más ahora. A Mariona empecé admirándola como jugadora y ahora también lo hago como persona.
—Algo que no le hayas dicho nunca a tu amiga y que pueda publicar...
MARIONA ORTIZ. No tengo ningún secreto con Sara y eso es clave en nuestra relación.
SARA RODRÍGUEZ. Te prometo que le he contado todo a Mariona. Sabe hasta mis más íntimas intimidades.
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La amistad sincera no entiende de distancias. Sara Rodríguez y Mariona Ortiz en Budapest. Foto: cedida por Sara Rodríguez. |
—Sé que la pregunta es muy difícil... ¿Cuál es el mejor momento que habéis pasado juntas?
MARIONA ORTIZ. ¡Son tantos! La boda de Marta estaría entre los tres más destacados. Yo venía de un año durísimo y esa noche fue un "puedes volver a sonreír. La vida continúa y tienes a personas que te quieren".
SARA RODRÍGUEZ. Los mejores instantes suelen después de la temporada, cuando voy a Barcelona y paso una semana con Mariona. La primera noche nos ponemos al día alrededor de una tabla de quesos y un vino blanco. Es un momento único cada año.
A partir de ahora, los tres tenemos puesto el sonido en la conversación y nos miramos. Ya no hay secretos.
—Marina Delgado, Andrea Vilaró, Yurena Díaz, Inma Zanoguera, Queralt Casas, Elena Díaz, Claudia Calvelo, María España, Laura Gil, Marta Claret y vosotras, Mariona Ortiz y Sara Rodríguez... SARA RODRÍGUEZ. ¡
El oro en el Europeo sub 20 en Debrecen (Hungría) de 2012! Gracias a ese torneo conocí a Mariona. ¡A Mariona Ortiz! Me daba mucho respeto, igual que Queralt Casas o Laura Gil. Era la más pequeña de la concentración y me pusieron con Mariona en la habitación. Conectamos rápido.
MARIONA ORTIZ. Una generación maravillosa. Competíamos muy bien y nos reímos mucho juntas. Nos llevábamos y nos llevamos genial.
—Poco a poco la psicología va haciéndose un hueco en el deporte, aunque todavía no el suficiente.
SARA RODRÍGUEZ. He tenido alguna discusión con entrenadores que defendían que el baloncesto no es psicología. No estoy de acuerdo: es un deporte en el que tratas con personas a las que exiges su máximo.
MARIONA ORTIZ. Echo en falta que haya un psicólogo o una psicóloga en los equipos. ¡Es vital saber manejar las emociones!
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Sara Rodríguez en su etapa en el Estudiantes. Foto: Juan Pelegrín. |
—Mariona, en tu etapa en el Perfumerías Avenida recibiste algunas críticas hirientes y extradeportivas en algunos medios de comunicación.
MARIONA ORTIZ. Dardos personales. Yo tenía 23 años y no era consciente de que necesitaba ayuda. Esos comentarios me dolieron mucho. Ni mi familia ni yo tenemos por qué leer según qué cosas. Cuando volví al CD Zamarat, sentía una presión innecesaria. ¡Se había puesto un foco en mí que nunca había pedido! Me ha costado mucho tiempo y amor propio ver que no era mi culpa. "¿Qué he hecho tan mal para recibir tanto odio y cosas negativas?", me repetía. Dudé de mi profesionalidad. No quise ni entrar en guerras: a palabras necias, oídos sordos. Ahora he entendido que hay quien se dedica a hablar de los demás porque ni tiene vida propia ni es feliz. No puedo controlar que se comporten así conmigo, pero sí mi reacción.
MARIONA ORTIZ. No me gusta hablar mal de nadie. Si sabes cuánto vales, ¿qué necesidad tienes de pisar a alguien? Ese sufrimiento me impulsó a crecer. Me ha hecho ser mejor persona.
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Mariona Ortiz en un partido con el CEKK Cegléd. Foto: István Kisfaludi. |
—¿Marcharte de Salamanca fue un punto de inflexión para ti?
MARIONA ORTIZ. Sin duda, y Sara lo sabe. ¡Me juzgaron tanto! En mi círculo ya no quiero a gente que juzgue. Quiero a personas que entiendan al resto y empaticen. Jugar a ser Dios y decidir qué está bien y qué está mal no me parece bien. Cuando estás bien contigo misma te dedicas a vivir tu vida.
SARA RODRÍGUEZ. Cuando empecé a leer y oír ciertas cosas sobre Mariona, me dolió mucho. Para mí es una hermana y sabía cuánto se había dejado la piel por estar en ese club: se quedaba a hacer más tiros tras el entrenamiento, se dejaba el alma preparándose en verano... Fui a verla varias veces a Salamanca para estar con ella, escucharla, apoyarla y abrazarla. Intenté que no dudase de ella ni de su profesionalidad. Mariona lleva seis años fuera de España jugando como profesional. Eso no te lo regalan por tu cara bonita. El tiempo es el mejor juez.
—Mariona, ¿cómo era tu mochila en tu primer año fuera de España, en el Polkowice?
MARIONA ORTIZ: Infinita, muy pesada. La vida me llevó a un pueblecito con una sola cafetería y siempre nevado. Pasé mucho tiempo conmigo misma y mis demonios. Soy de rumiar, analizar y volver a analizar... [Risas]. ¡Es horrible! Y también me quiero mucho. Lo que soy ahora es por lo que he superado. De hecho, después de Polkowice me planteé dejar el baloncesto. ¡No podía más! Me cuesta mucho rendirme y si lo hago es porque no puedo dar más de mí.
—¿Cómo actuaste?
MARIONA ORTIZ. Empecé a trabajar con un psicólogo y con mi agente buscamos un equipo en el que pudiera volver a disfrutar del baloncesto sin mucha presión. Acertamos: en Bélgica, en el Belfius Namur, me reencontré y volví a gozar. Después, sin moverme del país, aterricé en el BC Castors Braine, donde gané dos Ligas y una Copa, y volví a Euroliga.
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Las entrevistadas en Ámsterdam. Foto: cedida por Sara Rodríguez. |
—Futuras psicólogas, ¿la psicología se ha teorizado demasiado?
SARA RODRÍGUEZ. Sí, quizás por la lucha que ha habido para que se considere una ciencia. La psicología no es "sonríe y la vida te sonreirá", no es un libro de autoayuda.
MARIONA ORTIZ. En nuestra cuenta de Instagram
Growing Up tratamos de compartir obstáculos de nuestro día a día, algunos propios y otros cercanos o que recibimos. Los problemas son normales y en
Growing Up puedes encontrar herramientas que te puedan ayudar. Lo que compartimos está basado en la psicología.
—En el post de presentación de Growing Up explicabais que es un proyecto dirigido a "personas que están decididas a quererse"? ¿Quererse es un acto cada vez más valiente?
SARA RODRÍGUEZ. ¡Y rebelde!
MARIONA ORTIZ. En esta sociedad la mujer sufre muchas cosas que no tienen nada que ver con ella: los cánones de belleza, el techo salarial...
SARA RODRÍGUEZ. Estoy muy interesada en los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA). Vivimos en una sociedad machista y gordofóbica. Lo gordo está mal visto y la delgadez se vende como belleza y salud. Hay que luchar contra esos cánones. Estamos muy expuestas.
MARIONA ORTIZ. Es una lucha diaria decirte a ti misma que eres guapa aunque no encajes en esos cánones que hay que eliminar.
SARA RODRÍGUEZ. Estoy cansada de ver a mujeres súper valiosas que no están contentas con su aspecto físico y eso les afecta anímicamente. ¡Pero si valen oro!
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Sara Rodríguez en su época en el CB Clarinos. Foto: Juan Pelegrín. |
—Si una mujer cumple con el prototipo de belleza, se dudará, por ejemplo, de su inteligencia... Se establecen tantas conexiones absurdas e injustas...
SARA RODRÍGUEZ. ¡El ser humano vale mucho más que por su aspecto físico! No hay ni una sola mujer a mi alrededor que esté a gusto con su imagen y me da mucha pena que sea así.
MARIONA ORTIZ. Nuestra idea es que Growing Up traspase la pantalla y se convierta en una realidad. Estamos formándonos y empapándonos por nuestro sueño. Para ser útiles.
—Seréis excelentes psicólogas porque sabéis comunicar y escuchar muy bien. Ofrecéis herramientas.
MARIONA ORTIZ. Al final es lo único que podemos aportar: no se trata de convencer a nadie sobre cómo tiene que vivir. Se trata de darle herramientas para las pueda utilizar.
SARA RODRÍGUEZ. Hay quien entra en la consulta y pregunta si le van a poner bien. La psicología no es una pastilla. Al psicólogo o psicóloga vas a trabajar. Por eso es vital que acudas porque quieres: exige un esfuerzo personal.
—"La positividad tóxica. Esta pandemia es una mierda, lo mires por donde lo mires. Nos adaptamos y seguimos como buenamente podemos. Fin", escribiste hace unos días en tu cuenta de Twitter.
SARA RODRÍGUEZ. Me ahoga leer y escuchar tantas veces que de la covid 19 sacaremos un aprendizaje. La pandemia está destapando lo mejor de algunas personas y lo peor de otras. Creo que es irreal poner unas expectativas de tener que estar bien. ¿Y las pérdidas humanas? ¿Y los ERTE o estar lejos de los tuyos? Hay que validar las emociones. Si necesitas estar mal, permítetelo. No quiere decir que no te levantes ni que te recrees en el dolor. Estar triste también es necesario. No pasa nada.
—Muchas veces no se nos permite el duelo.
SARA RODRÍGUEZ. Cuando estás mal, no necesitas un "anímate. No es para tanto". Más bien un "¿qué necesitas?" y un "¿en qué puedo ayudarte?". Necesitas que te comprendan, no le quiten importancia a tus emociones y no te juzguen. Me ahoga la positividad ficticia.
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¿Entraría este tiro libre de Mariona Ortiz? Foto: István Kisfaludi. |
—Mariona, en el CEKK Cegléd húngaro has coincidido con Tinara Moore y Katerina Sotiriou. Parecen muy auténticas y de energía positiva. MARIONA ORTIZ. ¡Lo son! Grandes jugadoras y grandes personas con una energía muy pura. Suman.
—En poco más de un mes, el 16 de marzo, os enfrentaréis al Carolo Basket en dieciseisavos de final de la Eurocup.
MARIONA ORTIZ. Son un gran equipo con cracks como Yvonne Turner o Evelyn Akhator. Somos la sorpresa del torneo y nos dejaremos la piel. Si ganamos, dos días después, nos mediríamos en cuartos al ganador del Fribourg Basket [suizo]-Ramla [israelí]. Ambos partidos serán en burbuja, con las máximas precauciones sanitarias. El único inconveniente es la acumulación de partidos en poco tiempo. A mí que me cuesta mucho dormir después de cada encuentro y le doy muchas vueltas a lo que ha pasado en la pista.
SARA RODRÍGUEZ. ¡De ahí la importancia de la psicología deportiva! [Risas].
—Mariona, ¿disfrutas igual que en la UE Mataró? Entonces eras inocente y ahora, libre por saber quién eres.
MARIONA ORTIZ. Exacto. Esta temporada me he dado cuenta de que mi relación con el baloncesto ha sido muy complicada por cuestiones extradeportivas. Me he perdonado por hacerme enfadado con el baloncesto y culparle por cosas que no se merecía. Disfruto mucho más. Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien en la pista.
SARA RODRÍGUEZ. Yo también he tenido mis idas y venidas. Nuestra etapa de formación fue muy bonita: destacamos rápido y disfrutamos mucho. Luego, en una liga profesional, el baloncesto cambia: las compañeras ya no son amigas, son compañeras, entran los contratos... En Tenerife [en el CB Clarinos] acabé muy desencantada y me retiré. Ahora, en Nacional y con el Isaac Newton, vuelvo a disfrutar de un baloncesto puro como el de formación. Estoy tranquilita, en paz y terminando psicología.
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