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¿Qué hace Camila Martínez con una cinta métrica? Lo descubriréis en la entrevista. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
Toni Delgado (@ToniDelgadoG) / Esplugues de Llobregat #baloncestofemenino #entrevista
A mediados de octubre de Camila Martínez (Ginebra, Suiza, 2001) apenas sabía que era una alero que procedía del Genève Elite Basket y que había sido el primer fichaje del curso para el GEiEG Uni Girona. También había visto en Youtube un vídeo suyo de jugadas, pero no suelo fiarme demasiado de esas piezas que resaltan lo mejor.
En directo me llamó la atención rápido: Camila Martínez leía bien el juego, tenía buena mano (aunque esa tarde le faltase puntería) y una zancada impresionante.
—Camila, haz tu zancada máxima, por favor –le pido.
—¡Perfecto! –acepta.
—¡La zancada te mide 1,575 metros!
El dato nos sorprende a los dos.
"Mucha gente me escribió después de ver la foto que me hiciste contra el Barça CBS. 'Camila, ¿y esa zancada tan grande?', confiesa la alero del GEiEG Uni Girona días después por Zoom.
—¿Has trabajado mucho tu flexibilidad o, sobre todo, es genética?
No la trabajo tanto. Soy bastante flexible para mi altura, 1,84 metros. Mi hermano lo es más que yo y mi hermana, menos. Matías y Stéphanie se engancharon rápido al deporte. Yo empecé en el baloncesto porque en la escuela no teníamos clase los miércoles por la mañana y, claro, no podía quedarme sola en casa. [Se ríe].
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La famosa imagen de la alero del GEiEG Uni Girona ante el Barça CBS. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
—Tu hermana, Stéphanie Martínez, juega en el Barça CBS.
Sí, es júnior de primer año. Mamá, Gabriela, también jugó.
¡Sí! Lo hicimos sus tres descendientes. Lloré cuando le dije que lo dejaba. Me dolió por mi papá, aunque nunca me obligase a jugar al voleibol.
¡Muchas veces! [Risas]. Sobre todo de acciones, ya que los partidos son más complicados de encontrar. Cumplió el sueño que se propuso cuando empezó en el voleibol. Cuando nos habla de los Juegos se le ilumina la mirada.
—Siempre os repite que tenéis que marcaros objetivos altos.
Hablamos antes de cada partido. "Papá, hoy intentaré meter 10 puntos". Y él me contesta: "No, no te pongas límites. Ya veremos qué pasa después".
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La entrevistada, en un tiempo muerto del partido contra el Segle XXI. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
—Por lo tranquila que se te ve en la pista parece que no te afecte la presión.
Bueno... Soy muy, muy sensible. Puedo llorar por cualquier cosa, sobre todo si tiene que ver con mi familia. Jamás nadie me había dicho que soy calmada...
—Fuera de la cancha necesitas tener algo siempre en las manos o moverlas mucho. En la pista se te ve muy tranquila.
¿Sí? ¡Pues mira que fuera me como las uñas! [Risas]. Mi papá siempre me dijo que no puedes transmitir nervios ni inseguridad en la cancha, que eso te hace más vulnerable.
—Ante el Segle XXI te hice una foto en la que, literalmente, esperas a que te caiga el rebote del cielo. Aparece por detrás Erola Aliberch y palmea el balón. ¿Te falta agresividad?
¡Ah, esa imagen! Pensé que el rebote sería, entre comillas, fácil, y Erola tocó la pelota.
—¿Te da miedo el contacto?
Es posible. No soy una jugadora de chocar mucho. Soy bastante delgada... No lo sé. Hay jugadoras, como a Vanessa [González Olaizola], a quienes les encanta el contacto. A mí, menos...
—Parece que no tengas excusas para nada, excepto para el rebote.
Es verdad. Necesito ser más dura, perder ese miedo, mejorar mi lectura de juego y ser más intuitiva. Aunque esta temporada he crecido mucho en defensa, sobre todo gracias a Joan Pau Torralba [su entrenador en el GEiEG Uni Girona].
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Camila Martínez esperando un rebote caído del cielo. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
—Tienes acento francés y, a veces, argentino.
Mi mamá es de la parte suiza donde se habla alemán y fue a estudiar a la zona donde se habla francés. Allí conoció a mi papá, un argentino que había ido a jugar al voleibol. Mi abuela materna es alemana y se casó con mi abuelo, húngaro. Los papás de mi papá nacieron en Argentina, pero sus abuelos eran españoles. Por eso también tengo la nacionalidad española.
—Más allá de a tu familia, ¿qué es lo que más echas de menos de Suiza?
¡La comida! Me gusta la de aquí y las tapas son geniales, sobre todo en vacaciones, pero prefiero cocinar con productos suizos y muchos no los encuentro. El rösti [un plato con patatas] es increíble. ¡Y soy una súper fan del queso! Te recomiendo el gruyère. Aquí he probado el pok y está rico. El único que no me gusta es el de cabra.
Quería venir a jugar a España y me fijé en clubes que apostasen por las jóvenes. Les envié un vídeo de acciones y también partidos enteros. Aterricé con mi hermana justo la semana antes de que se declarase el estado de alarma e hice la prueba en el GEiEG Uni Girona. A ella le encajó el Barça CBS. La verdad, fue un viaje redondo. Mis papás querían que mi hermana terminase el Bachillerato en Suiza, pero como yo me vine aceptaron que ella también se fuese. [Risas].
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Plasticidad. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
—¿Te habías reído tanto en algún equipo como en el GEiEG Uni Girona?
¡Seguro que no! [Risas]. Somos como se ve en la pista y en las fotos. Nos llevamos todas genial. No hay rencillas ni el más mínimo problema. Nunca había estado en un grupo así.
—Sois un equipo optimista y generoso al que parece que le afectan mucho los parciales en contra.
Vanessa [González Olaizola] nos hace ser siempre optimistas. Sin ella, todo sería mucho más complicado. A veces, cuando el rival se escapa un poco, bajamos algo los brazos, y no nos lo podemos permitir. El GEiEG es un equipo muy sano que potencia al máximo la integración de las nuevas.
No. Diría que la decisión se tomó en junio o julio.
—"Lo que más admiro de mi hermana es su mentalidad. Es persistente y hace todo lo posible por superar cualquier obstáculo", te retrata tu hermano Matías Martínez, futbolista del FC Sion. ¡Me emociona que diga eso de mí! ¡Gracias, Matías! Bueno... No quiero ponerme muchas flores, pero me considero una luchadora. En casa nos han educado para ser así. No paro hasta dar con la solución a un problema. Pienso más en la solución que en el problema.
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El GEiEG Uni Girona es un equipo infinitamente alegre. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. |
—Tu hermana, Stéphanie Martínez, asegura que eres muy perfeccionista. ¿Serlo te suma o te resta más? ¿O depende del momento?
Depende del momento. Casi siempre soy la última en tirar en el entrenamiento. Mientras el resto se va quitando las zapatillas, yo necesito lanzar más triples. Tengo que acabar siempre metiendo dos o tres seguidos. Sólo así me voy con la consciencia tranquila.
—"De pequeños jugábamos a tenis, baloncesto, las escondidas [el escondite], juegos de mesa... En los juegos más 'físicos' solía ganar yo, y menos mal, ya que... ¡Soy su hermano mayor! Pero en los de mesa se imponía Camila, que tiene más paciencia y viveza", reconoce Matías Martínez.
Se me dan bien. No me cuesta concentrarme. En los estudios también soy muy perfeccionista. Siempre quiero sacar la mejor nota posible. El 10 de aquí es un 6 en Suiza.
—¿Y el 3 es el 5 de aquí?
No, lo mínimo para aprobar en mi país es un 4.
—Sufres con un 5,9.
No existe: las dos mejores notas son 5,5 y 6. Había materias en las que asumía que lo normal era que no sacase un 6. En el colegio me premiaron como mejor alumna en matemáticas. Ahora estoy estudiando Economía en una universidad a distancia.
—Camila, por favor, cierra un momento los ojos. [Lo hace]. Vuelve a tu debut en Liga Femenina Endesa con el Uni Girona ante el CB Bembibre en Fontajau. Ya sonríes... ¿Qué te dijo antes Alfred Julbe?
"Confía en ti y disfruta del estreno". Siempre recordaré esos momentos. Además, mis papás hicieron vídeos y los tengo guardados.
—¿Y has vuelto a ver tu debut?
Algunas veces... Bueno... ¡Muchas! [Risas]. Lancé un triple que dio una vuelta en el aro y se salió, y fallé un contraataque, quizás por los nervios. Al final del partido Laia Palau me abrazó y le pedí perdón porque por mi culpa no sumó una asistencia más. Nos reímos un poco. [Risas].
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Camila Martínez entra a canasta en su debut en Liga Femenina Endesa ante el CB Bembibre. Foto: David Subirana / Uni Girona. |
Te pregunta cómo estás, te anima... Si haces un mal pase, Laia Palau no te mira mal ni te riñe. Más bien te explica cómo puedes mejorarlo o si era la mejor decisión. Es un libro abierto. Nunca llegué a soñar con entrenarme con ella o con
Sonja Vasic. ¡Debuté en Liga Femenina Endesa sustituyendo a Sonja Vasic! Todavía no me acostumbré a estar con ellas.
—Hay jugadoras que te tienen y te tendrán a ti como espejo. Es el caso de tu hermana, Stéphanie Martínez. "Siempre me motiva y me da ánimos. Cuando no podía entrenar por las restricciones sanitarias, me preparó entrenamientos para que me ejercitara sola en las pistas exteriores", añade.
Eso lo hago porque es mi hermana. Lo daría y haría todo por ella. Soy muy familiar. En nuestro último año en Suiza llegamos a jugar juntas en el primer equipo del Genève Elite Basket. Stéphanie estaba en el de Segunda División, pero solía entrenarse con nosotras. Todas las noches nos llamamos y me cuenta su día, sobre todo sus entrenamientos. A veces hablamos de su tiro. Le ayudo cuanto puedo.
—¿Cuál es tu rincón favorito de Girona?
Me gusta pasear y tomarme un helado por el centro. ¡Hay hasta de dulce de leche! No es tan rico como el de Argentina, el mejor del mundo, pero me gusta. [Risas].
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